#OPINIÓN Reflexiones en positivo: A mi madre María Encarnación Durán #10Oct

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Cuando empecé a escribir este artículo mi ánimo y voluntad estaba así como sin ganas de expresar lo que en ese momento sentía o mejor dicho que positivo puede tener el país hoy si todo lo que se oye son puras malas noticias y nada que anime; en este momento recordé de mi madre, gran servidora, siempre pendiente de compartir lo poco que podía obtener con las personas que ella pensaba que necesitaban o podrían tener menos que ella, algo que me quedó gravado en mi mente fue cuando ella me decía: busca la forma de sumar sobre todo amigos, eso es mejor que tener plata y siempre hay alguien que necesita más que uno, convierte las carencias en activos y no guardes  rencor, ni acumules resentimientos, eso es pecado, hay que vivir, convivir y contribuir; alégrese de los éxitos y logros de los demás, sin ningún perjuicio, usted también lo tendrá, se lo busca, esa es su responsabilidad, trabaje duro y nunca busque culpables por sus fracasos;  es usted el responsable de su destino; entre las cosas que me marco de por vida fue cuando me dijo: El mundo es muy lindo y su gente es bella, busque en cada quien la parte positiva y será siempre sonriente y feliz, mientras usted pueda amar y admirar la vida; le sonreirá, mientras no se preocupe por lo que no ha podido conseguir, su mente estará más pendiente en la búsqueda en sus barrios o villorrios, quien no recuerda con cariño y una mano siempre dando con amor y bondades que solo pueden tener los muy pobres materialmente,  pero con una riqueza  espiritual y buenos sentimientos sin límites; quien no recuerda con el permanente rosario al lado de una peonada con tanta fe muy sonreída; como si fuese la enviada por Dios, la Divina Pastora y patrona de Venezuela la Virgen de Coromoto con su rosario, que buena parte lo hacía en latín.

Quien no recuerda a María Encarnación Duran con su inyectadora, calmando dolores, curando heridas físicas y mentales y por qué no sentimentales si era la madrina de todos los niños donde vivían y una encargada por obligación  propia del catecismo, pendientes de sus compadres y familiares que vivían amancebados, palabra de ella o sea en concubinato, con el argumento de compadre usted es muy buena gente y mi comadre también y esos hijos suyos son hermosos y lindos y no deben vivir en pecado, si le ha servido durante tanto tiempo de sirvienta y jembra, también no dude que le sirva como esposa y así cumple con la ley de Dios y va derechito al cielo con toda bendición.

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Quien no recuerda a María Encarnación en la época que vivíamos en el campo, jineteando una mula o caballo en el caserío que nos vio nacer, montada, bien trajeada y de medio lado como montaban las damas en su época, no como diría ella enjorquetao como un hombre, eso no se ve bien en las mujeres, hay que ocupar el lugar que nos tocó y respetar las costumbre, esas excursiones a Quibor y después a Barquisimeto no eran por pasear o disfrute, era trabajo de apostolado que se impuso, era la búsqueda de hacer el bien, venía a Quibor a consultarle al Dr. Pompilio Lara, como curar las enfermedades de diario: como la gripe, diarrea, tifus, viruela, lechina, fiebre, así como su estadía en Barquisimeto como enfermera auxiliar o lo que llamaban practicante que aplicaban  inyecciones, tomaba la tensión, muestra de sangre, orina, heces, como si fuese una Bionalista, con mucho cuidado y precisión, sus varias estadías en Barquisimeto en el Hospital de la Caridad hoy museos de Barquisimeto, sin escatimar sacrificios y esfuerzos en busca de contribuir a la práctica del bien, sin esperar recompensa, esa era mi amada madre María Encarnación,  aparte que supo aplicar muy bien  la disciplina a sus hijos y doce criados,  por medio de un instrumento que jamás ha fallado de nombre “ Cinturón, Correa o Mandador” aparte se ganó el cariño de los mejores médicos que hacían vida en el Hospital de la Caridad y le daban lecciones de practicante auxiliar y no tenían problemas de compartir sus muestras médicas y conocimientos  de cómo ayudar con una sensibilidad y espíritu de servicio, solo visto en Barquisimeto y su época.

Quien no va a recordar a María Encarnación en una procesión de la Divina Pastora, acompañada de buena parte de sus hijos, un rebaño de ahijados y niños de su catecismo y una buena parición de sus vecinos que convocaba y difícilmente le decían que no y su misa en San Juan Bautista todos los domingos y la visita al hospital espontánea, viendo no a los pacientes si no a quién podía ayudar; quién no la va a recordar con un baúl grande y  lleno de medicinas, que ella lo bautizo como la Cruz Roja y con un letrero “Esta Cruz Roja no es mía es de quien la necesita» y tenía una mano extendida, aparte de que hay almacenaba también las granjerías tales como queso llanero, amasijos, pan de horno, paneso, gofio y otros que así los llamaban  en esa época, tenían una madurez, un aroma y un sabor, a lo más exquisitos sabores y madures que todavía siento el olor y el recuerdo de esos tazones de café con leche de cabra y acemita tocuyana o pan de horno con olor a  madera, también fue practicante de veterinaria, fueron muchos los caballos que ella salvo de los cólicos y diarrea, enfermedades con frecuencia de los equinos, igual con la mayor fluidez sabia castrar a los caballos, cerdos y perros, también bailaba con soltura y elegancia un baile de la época de Bolívar llamado El Foxtrot y la Polka muy de la época, así como el golpe tocuyano y uso el garrote como juego de palo con facilidad, eso se lo podía explicar mi hermano Oscar, que por haberse salido del régimen siempre aplicado probo el garrote, o mi padre Horacio Mendoza por dársela del latín lover también saboreo la vera encabullada.

¡¡¡MADRE!!! Estás muy cerca de cumplir año que te fuiste, igual que mi hermana María Altagracia, las recuerdo con mucho amor y mis oraciones a Dios por un sitial, donde reposen sus hijos que envió a este mundo a servir, ser útil y dejar huellas imborrables sembradas para siempre en el corazón de quienes las amamos, a mis lectores y al Elimpulso.com miles de excusas pues hoy escribí para mí y mis goce, la de mi espíritu y sentimiento.

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Ahora más que nunca el campo es la solución, unidos todos por la paz, la convivencia, el respeto y la prosperidad de nuestro país.

José Gerardo Mendoza Durán

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