«La felicidad constituye la actividad más excelente y elevada del ser humano, y en la que encuentra su realización integral y plena como tal”.
Aristóteles
Vivimos en un mundo precario e incierto. Para evitar desilusiones y fracasos nos conviene modificar nuestras propias expectativas, aprendiendo a dar forma a los días de acuerdo a los malos tiempos y cambiando la realidad. Así sostenían los griego, pensando en la historia de Príamo el rey mítico de Troya.
Era el rey más potente de una ciudad próspera,era el padre de 50 espléndidos hijos, un marido ejemplar. Difícil de imaginar una vida más bella. Difícil imaginar una vida más trágica, después que los Aqueos habían destruida la ciudad, asesinando a los hijos y haciendo esclavos a sus hijas y su esposa. Espérate primero de decirte feliz, escribía Solone “la vida es larga, cada día trae cualquier cosa de nuevo, sin que nosotros podamos hacer mucho”.
Las crisis económicas, con un desempleo que no termina. Las guerras cada día mas en tantos lugares y los cambios climáticos con ondas de personas obligadas a escapar a tierras desconocidas y mucha veces inhóspitas. Una elección arriesgada, un gesto distraído que produce consecuencias imprevistas. Una enfermedad. Muchas cosas se escapan de nuestro control y pueden cambiar nuestras vidas. Se celebran siempre los personajes fuertes, las personas que desafían sin miedo el curso de los acontecimientos, como marineros directos a la tempestad. Tal vez sería mejor reducir los reclamos y conformarse con oportunidades que suceden. En este sentido, Aristóteles dice que no.
Por que aplanando los pliegues de los eventos, perdemos algo importante. No es fácil, y existe siempre la tentación de dejarlo pasar, por miedo al fracaso. Pero si renunciamos por estar satisfechos con lo que se nos otorgara, no estamos renunciando solo a los proyectos. El riesgo es perdernos nosotros mismos, y nuestras posibilidades, mientras la flexibilidad se convertirá en resignación.
Es inútil hacerse ilusiones, aquello que somos depende también de aquello que hacemos y del modo en el cual decidimos vivir. Nosotros somos nuestras experiencias y nuestros proyectos. Al luchar por estos, luchamos por nosotros mismos.
Definitivamente, vivimos inmersos en el tiempo, expuestos a sus contingencias que pueden siempre frustrar proyectos y ambiciones.
Italo Olivo
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