#COLUMNA Soliloquios de café: Presencia (Parte II) #14Jun

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… Al mismo tiempo que papá obtuvo el título de bachiller en Ciencias lo logró también en Comercio, tuvo que cursar materias extras como Contaduría de libros y Taquigrafía Duployer, porque así lo quiso su padre.

Reseña el diario “El Impulso”, el viernes 26 de junio de 1998, a página completa, en un trabajo realizado por Alberto Eladio Olivares, publicado bajo el título:

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“En la ciudad de Barquisimeto Monseñor Aguedo Felipe Alvarado

estimuló la Creación de La Salle”.

En la promoción del año 1925 del Colegio la Salle se habían graduado “Francisco José (Kotepa) Delgado, Omar Soteldo Daza, Alberto Eladio Olivares, Manuel Barrera, Jesús María Casal, Pedro Nolasco Pereira, Esteban Agudo Fréitez Simón Rodríguez, José Ignacio Ramos, Alfonzo Reinoso, Antonio Fréitez, Roseliano Nieves Berti, Joaquín Jiménez, Miguel Gutiérrez, Braulio Booy y… “Epifanio Pérez Pérez”.

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Resalta Olivares: “Del curso nuestro cinco (5) fueron a París y se graduaron de médicos, Fortunato Orellana, Epifanio Pérez Pérez, Roseliano Nieves, Alfonso Reinoso. Estudiaron Medicina en la Universidad Central de Venezuela Jesús María Casal, Abogacía Esteban Agudo Fréitez, Farmacia: Braulio Booy, Odontología: Pedro Nolasco Pereira, Ingeniería: Omar Soteldo Daza y quien suscribe ( Alberto Eladio Olivares), Joaquín Jiménez se graduó de ingeniero en Francia, Francisco José (Kotepa) Delgado comenzó Derecho y luego se dedicó al Periodismo, logrando en ésta una destacada actuación, Simón Rodríguez, José Ignacio Ramos, Antonio Fréitez y Miguel Gutiérrez, se dedicaron a diversas actividades. Manuel Barrera murió en un accidente con una bicicleta (…)

Vale recordar el lema que tenían los estudiantes de “La Salle”, en una revista que publicaban:

“Más alto de vuestro estudio, más alto en vuestro amor, más alto, siempre más alto; subid, subid, aun en esta escala que va a perderse en Dios”.

Dice Olivares:

“Que continúen por siempre sembrando su fructífera siembra de semillas de espíritu (…)”

Papá tenía tan sólo 17 años de edad y un inquebrantable empeño de superación. Buscó el apoyo de su tío Maximiliano y logró irse a Caracas a estudiar medicina en la Universidad Central de Venezuela…

Siendo un adolescente, sin haber cumplido los 20 años de edad, se incorporó activamente al movimiento estudiantil insurreccional que comenzó a gestarse el 12 de  febrero de 1928…

Tomando como fuente la publicación hecha por Rafael Arráiz Lucca, en la página 54 de la revista “El Desafío de la Historia” (Año 1; número 4) podemos concluir en qué:

“De la frivolidad de un carnaval lleno de algarabía juvenil surgió la plenitud de participación política que llevó a los estudiantes desde las ansias de conocimiento a la pasión liberadora; desde las aulas universitarias a la cárcel, a la tortura inmisericorde, al exilio y a la transformaciones de quienes eran casi unos niños a la madures prematura”.

Ese fue el tránsito de la muchachada a la cual se integró papá, muchachada que pasó a la historia como la generación más influyente en el país, en cuanto a libertad y democracia se refiere. La de mayor trascendencia desde que se conoce la gesta libertadora de 1810.

“Dedico estas palabras que tomo de Rafael Arráiz Lucca, como un homenaje a mi padre de quien oí estos relatos por vez primera y a todos los estudiantes que han sufrido los desmanes de las tiranías.

Homenaje proveniente de mi admiración a la indomable juventud venezolana que siempre estará dispuesta a inmolarse para que vivamos en libertad”… (Continuará).

Maximiliano Pérez

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