#OPINIÓN Gaveta azul: Gritos #20Jul

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Un grito es la expresión límite de la palabra humana. Cuando en violenta punciónes superado seis o diez veces tu umbral de dolor, es imposible contenerte: GRITAS.

Existen muchas formas de gritar. Un inventario al respecto debería considerar que una frase puede sustituirlo o acompañarlo y el grito se amplifica. A veces un gesto asume  ese rol y es tan eficaz y contundente como si fuese la expresión límite de una garganta.Es de rigor recordar que el grito como expresión extrema, acompaña cualquiera de las emociones, sentimientos y pasiones humanas. Y más evidente es el hecho que son los artistas, antenas sensibles de la sociedad y cultores de las disciplinas y necesidades del espíritu,quienes  han proferido  los gritos de mayor reclamo en cualquier época, contra la injusticia, exigiendo libertad, rogando por el cese de las intolerancias y el fanatismo, en lucha constante por la igualdad y el respeto a la vida, en defensa de la dignidad, el respeto y los derechos de las minorías, pidiendo  acabar con la explotación de los más débiles y  necesitados; en fin  resumidos tantos clamores en la ansiedad  –al  borde del desespero–de construir una sociedad capaz de cambiar sin traumas el cheap de la competitividad y el utilitarismo, para vivir (convivir) en una sociedad más justa y a plena conciencia de las limitaciones de nuestra casa cósmica,única de la que disponemos.

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En este sentido  las artes plásticas, la música,  el cine –séptimo arte— y la literatura en todos sus géneros, han sido adalides del Grito, a la par de los estruendos de la fustigante realidad, un eco inextinguible cuyas raíces se incrustan en  los primeros escarceos de la civilización  sin conocer desde entonces  el reposo de un minuto de silencio.

Me tomaré la libertad de comentar brevemente unos pocos  ejemplos, no más de diez o doce, para conocer por lo menos en forma somera, cuanto significa  el grito como expresión máxima del desgarro producido por las emociones, sentimientos y pasiones del ser  humano.

Además del torturante sonido emitido por una garganta, tal como lo representa el pintor  noruego Edward Munchcon sus cuatro versiones del “Grito”/ SkirK  en  noruego, existen en el ámbito de las artes plásticas artistas geniales, que han mostrado en sus obras los horrores sufridos a menudo por la humanidad, víctima de guerras, epidemias, derrumbes y otras catástrofes como terremotos e inundaciones además de la vesanía y crueldad de sus propios  gobernantes.

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Goya es uno esos  titanes que refleja como pocos  los gritos y el dolor del sufrimiento humano. Y de la misma  Iberia, la España de hoy, un gigante, Picasso. un creador cuya obra ha sido estudiada, analizada y criticada por los más cultivados eruditos del arte moderno. Solo del Guernica hay libros, estudios y comentarios para llenar varias estanterías. Sobran razones para semejante dedicación y culto como lo apunta Frank D. Russell en su monumental estudio de la obra, Más de 300 páginas  y 450 ilustraciones desentrañando su génesis, estadios de realización, sus múltiples significaciones y valor histórico como evidente testimonio del más estruendoso e  inextinguible grito contra la barbarie de las guerras.

El arte musical nos ofrece cientos de gritos desesperados,tal vez  los más  explícitos. Arden las gargantas de Polonia en el teclado bajo los dedos de Chopin. Y el más conmovedor de los gritos musicales, paradójicamente no  es tal, es  un profundo lamento llorando la pena de una vida  frustrada en el amor. Un corazón azotado sin piedad, impotente para aceptar una forma distinta de amar a la que se negaba y no obstante seguía golpeándolo. Es la temática subyacente en la sexta Sinfonía  de Tchaikowsky bautizada “Patética” por el mismo autor. El último  movimiento es un Adagio lamentoso que funde el corazón más duro. Los  20 o 24 compases finales se van desvaneciendo en lentas arcadas de las cuerdas bajas. Dagas hundiéndose en tu pecho más y más hondo cada vez.

La música prosigue dando gritos con uno de esos escándalos míticos que adornan las disciplinas artísticas. Fueron protagonistas del berrinche, más de la mitad del público asistente al estreno  en País el 29 de Mayo de 1913 del ballet Rite of Spring (La Consagración de la Primavera). Una condesa, Maurice Ravel, la obra en escena y el compositor Igor Stravinsky.  Minutos después de  iniciar aquellos extraños tonos tímbricos y los telúricos cambios rítmicos, comenzaron los pitos, gritos, risas y silbidos cada vez más intensos. Una condesa se levantó de su asiento protestando a voz en cuello que jamás había recibido  burla semejante. Ravel de pie sobre su butaca  pedía silencio en vano, entonces gritó: “Cállense, cállense, están oyendo a un genio”.

A más de cien años de su estreno, este monumento musical sigue sorprendiendo a sus oyentes, que asombrados primero,se enamoran de sus  extraños ritmos, cuya lectura orquestal es de los más elevados retos para  un director.

El cine, llamado con propiedad “El séptimo arte”ha sido escenario de todas las formas e intensidades de gritos. Si nombras cien grandes películas, por lo menos noventa dan ejemplos de gritos contra la bizarra insanía entronizada en la  vida y actividades de la sociedad actual,

Casi a ciegas, de una larga lista escogí para un breve comentario un film de 1953, “De aquí a la eternidad” una película de antología que  llevó al cine por primera vez el ataque Japonésa Pearl Harbour, aunque  no es el centro temático de la película, sino un episodio del film.

Angelo Maggio (Frank Sinatra) soldado borrachín y pendenciero muere, víctima del “tratamiento” en prisión del sargento Judson (Ernest Borgnine), en brazos de su amigo el soldado Lee Prewuitt (Monty Cliff)  músico y  exboxeador. La noche de la muerte de Maggio, Prewuitt le rinde homenaje póstumo tomando la corneta para el  toque de silencio, también conocido  como “Toque de Oración”, la plasticidad del fotograma mostrando como fondo a la silueta  del hombre conmovido por la muerte, las moles geométricas de la instalación militar a la luz de  tenues reflejos lunares y la sentida interpretación de los fúnebres tonos, convierten la escena en Grito y Canto, a la barbarie lo primero, honroso dolor  y ofrenda la canción última al amigo.

El grito literario surge en ”El Otoño del Patriarca” extraordinaria novela de García Marques incomprendida por los lectores, la mayoría desilusionados por el atrevimiento del Nobel colombiano al establecer reglas propias a la para estructurar la  obra, de donde resulta por lógica y Perogrullo, la violación de  las normas establecidas. Pero no es del caso analizar o discutir este asunto. Si bien la novela toda es un grito estruendoso que pocos  han escuchado, nuestro tema es otra garganta. Las galácticas agallas de un dictador que lo llevan a pautarle normas a la naturaleza. Molesto porque en un Consejo  de Ministros convocado a las dos o tres de la madrugada, uno de los titulares luce adormilado y al llamado de atención responde  con la hora de la convocatoria,  El Patriarca se levanta furioso, con fuego en los ojos y  un golpazo explosivo sobre la mesa,  dicta  el más ambicioso de sus decretos:

__¡¡COÑO!! Son las OCHO, lo dijo DIOS

El quehacer político ha generado gritos conmovedores surgiendo de hechos y sucesos trágicos, inexplicables al tratar de entenderlos,por lo que se tejen las más disparatadas sospechas y rumores. Un caso típico muy doloroso fue el suicidio, en la celda donde estaba recluido, del periodista Fabricio Ojeda, creador de la Junta Patriótica ó presidente de la misma. Hubo cierta confusión respecto a su desempeño en la entidad a la que se otorgó protagonismo de primer orden en la caída del General Marcos Pérez Jiménez.

Más sorpresiva y dolorosa, por la situación en la que sucedió,provocando  conmoción en todo el país,fue la muerte de Alirio Ugarte Pelayo, a casa  llena  de personalidades y periodistas convocados a una rueda de prensa, de momento suspendida a petición del convocante, quien solicitó  un breve  permiso  y subió a su biblioteca. Poco  después se oyó un disparo. A segundos de anunciar su candidatura a la presidencia de la república,y cortando sus lazos con URD, donde realizó su ascendente carrera política, el Dr. Alirio Ugarte Pelayo, decidió  quitarse la vida.

El comentario generalizado definió el disparo como un grito  contra el chantaje al que se exponen personalidades destacadas, o en ascenso, por  supuestos o reales hechos vergonzosos.

Finalmente concluimos con un grito colosal que involucró a dos prominentes líderes de gran proyección histórica.

Se discutían asuntos  relativos al rol y desempeño de las potencias aliadas durante la segunda guerra mundial. Constantemente intervenía el general De Gaulle advirtiendo la presencia y actuación de Francia en el conflicto, en  consecuencia reclamaba para su país derechos de participación en las decisiones y acuerdos en discusión. El Primer Ministro británico Sir Winston Churchill protestó las interrupciones y dirigiéndose al.líder francés le dijo  en un tono de “hasta cuando”: Francia, Francia, General, Francia no existe…

De inmediato se levantaron los 2,03 metros del  líder Francés, más la altura de las botas y el quepis dirigió la  vista a Churchill y dando un manotazo sobre la mesa respondió altivo:

“Je suis la France”.

Pedro J. Lozada

[email protected]

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