Para recordar:
“Mas el que vive sabe que ha de morir, pero el muerto nada sabe”
(Eclesiastés 9:5,6)
Hay cuentos, donde algunas personas llaman a la muerte, porque están cansados de esta tierra, y cuando se les aparece, le contestan que ellos “hablan muchas tonterías”.
Cualquiera de esos cuentos, nos enseña que nadie se quiere morir. La razón pudiera ser, porque no fuimos hechos para morir al momento de la creación. Pero, la muerte entró por el pecado de Adán y Eva. (Génesis 2 y 3).
Por su parte, el apóstol Pablo, confirma en Romanos 5, que el pecado entró por un hombre (hablando de Adán y Eva) y así la muerte paso a todos. Y, en Corintios, repite que la resurrección entró por un hombre (hablando de Cristo) y eso aseguró devolver la vida, a los que mueren en Él” (1ª Corintios 15: 21).
Es decir, la humanidad antes de Cristo, para los que creían en Dios, sacrificaban, por fe, en un cordero que representaba a Jesús, y recibían el perdón de sus pecados; la mayoría murió sin haber visto al Hijo de Dios (con algunas excepciones). Ahora, no hay necesidad de matar dicho animalito, porque Jesús, quien murió, representó el “cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).
Gran cantidad de los que se van a salvar, fueron nombrados por el apóstol Pablo en Hebreos 11, y casi todos murieron sin ver la ciudad que Dios les ofrecía a ellos y a nosotros también (ver Juan 14:1-3). Bien dijo el profeta: “Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.” (Daniel 12:2).
Eso indica que: La vida eterna no se inicia con la muerte, sino con la Segunda Venida de Cristo (1ª Tesalonicenses 4: 13-17). Ese día, unos van para el cielo y otros morirán. Dado ese 2do retorno, el Credo dice: “Viene a juzgar a vivos y a muertos”.
En tal sentido, la Biblia nombra solo tres personas como Enoc (Génesis 5:24); Elías (2ª Reyes 2:11) y Moisés (Judas 9), que están en el cielo, aunque hubo personas que resucitaron después que Jesús expiró (Mateo 27:52,53), no hay nombres.
Hace algunos años atrás, hicimos un reto I (15 de marzo de 2014); un reto II (22 de marzo del mismo año); ambos publicados por el prestigioso diario EL IMPULSO. Y decíamos que muchos sostienen que al morir se nos sale un “alma” y que se va para el cielo, donde está Dios. Eso no es bíblico. Entonces, si alguien demostraba lo contrario, con la Biblia, dejaríamos de escribir en este periódico. Gracia a Dios, han pasados seis años y todavía seguimos escribiendo.
En aquella entonces, pusimos a la orden el “Apartado de lectores, del diario”; hoy colocamos nuestra página web, que se encuentra como: Ventana abierta al mundo.
Hace poco, hicimos el reto III, sobre la muerte, el día 28 de Agosto, entre las 8 y 9 de la mañana; a través de la emisora Radio Cristal AM 610, durante el programa “Portafolio Empresarial, conducido por el Lic. Julio César Vargas. Y la propuesta consistió en algo similar al reto I y II, e hicimos una pregunta:
¿Cuál de los nombres escritos a lo largo y ancho de la Biblia (Antiguo y Nuevo Testamento) dice que se fueron al cielo después de morir? Pensemos en: Adán, Eva, Abraham, David, los discípulos como: Juan, Mateo, Felipe, Pedro, Pablo, hoy llamados santos. Ellos están en el polvo, en sus tumbas o descansando. En el programa de radio nadie llamó para dar algún nombre. Entonces: Si alguien cita un solo nombre, dejaremos de escribir para este diario, en toda red social o no hablaríamos más por radio.
La Biblia no cambia. Lo que ocurrió antes de Cristo, sigue sucediendo hasta nuestros días. Recordemos: El que muere no sabe nada; ni Adán, ni Pedro, ni Juan, saben algo. Así se cumple: “el polvo vuelve a la tierra y el espíritu (el aire, la respiración, el hálito de vida), va a Dios que lo dio” (Génesis 2:7; Eclesiastés 12:7).
La Biblia dice que Cristo “expiró”, y no que se le salió un alma; tampoco fue al cielo, estando aún en la tumba (Juan 20:17; Lucas 24:1). Según Ezequiel 18:4, el alma es mortal. El sabio Salomón aclara, que en la tumba no hay “obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría” (Eclesiastés 9:10).
El mismo Cristo, nos dice que Él es “el camino, la resurrección y la vida”, en caso de ver la muerte. Y ¡este si es el verdadero reto que todos deberíamos aceptar!
Eduardo Iván González González
www.ventanabiertalmundo.com