Cuando llega el cáncer de mama: «El estrés fue el detonante»

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Esta es la historia de Aned Patricia Amaro, una joven mujer cuya vida cambió en un instante. Confiesa que nunca había sufrido ninguna enfermedad y eso la aliviaba. Sin embargo, había estado sometida a mucho estrés en lo laboral y personal. «No me permitía sentirlo, ni expresarlo porque yo tenía que estar bien. Era el palo de la casa»


La mayoría de los pacientes que son diagnosticados con cáncer, al momento de recibir la noticia, sienten como un baño de agua fría y como si el mundo se viniera encima. En el caso de Aned Patricia Amaro más bien surgieron preguntas y dudas que a veces, por el momento, nadie hace. Ella estaba en frente de un cáncer de mama.

Afortunadamente, como buena médico, Aned tomó la noticia con la fe con que fue criada, aferrada a Dios y a las personas que la quieren, su familia. Quizás su núcleo familiar fue la clave para superar esta situación que pudiera verse como lo más terrible del mundo, pero para ella significó un aprendizaje para reconocer que era una mujer común, con sus aciertos y desaciertos. “A las superheroínas también nos da cáncer”, comentó Aned a Elimpulso.com durante una entrevista vía telefónica en la que contó cómo afrontó esa ruda realidad que le dio las mejores lecciones de su vida.

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“Finalizando el año 2015 me sentí un bultito, una pelotita. Y bueno, eso me alarmó porque yo nunca había sentido eso. Fui donde mi ginecóloga. Enseguida me hice la mamografía, el eco, y aparentemente salió todo normal. Sin embargo, cuando me hicieron el eco, la ecografista se quedaba ahí, en una en una lesión que veía y me decía que era un quiste. Voy donde mi ginecóloga. Ella examina y todo está bien. No pudo palpar la lesión. Como había quistes, tomó muestras de ellos , llegaron los resultados normales. Pero yo estaba inquieta porque sentía que no me habían tocado la lesión que sentía más profunda”, comenta Aned.

Pasaron las fiestas navideñas y su inquietud la hizo volver a la ginecólogo y en ese momento sí palpó “el bultito” que ella sentía. Hermes Castellano fue el mastólogo que la atendió posteriormente y le dijo, “Aned no me gusta esto, vamos a hacer biopsia”.

“El doctor Hermes es mi amigo porque aparte habíamos hecho operativos de cáncer de mama y siempre me pasaba de primera en la consulta. Ese día no, me dejó de última, ahí la ansiedad me consumió hasta que entré. Me acompañó mi hermana que también tuvo un episodio con un linfoma y en efecto era un tumor maligno”, comenta Aned Amaro, quien es anestesióloga.

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Foto: Cortesía @bypinotta

El estrés como detonante del cáncer

Aferrada a Dios y a la fe que siempre ha tenido, comenta Aned que es una mujer sana. “Nunca había sufrido de nada y eso me aliviaba. Sin embargo, había estado sometida a mucho estrés, a estrés laboral, a un estrés emocional muy, muy sutil, que yo… no lo sabía ver. Era una sensación de que me sentía agotada en ciertas cuestiones emocionales. Pero no me permitía sentirlo, ni expresarlo porque yo tenía que estar bien. Era el palo de la casa. O sea, yo soy divorciada con dos niños… Tenía una relación que estaba agotándose porque él se tenía que ir del país y eso fue mezclándose. Sin embargo, tú dices bueno, son cosas del día a día, son cosas que pasan”.

Aned comenta que a veces las personas sienten que no pueden decaer porque si eso pasa todo lo que gira alrededor también puede ceder.

“Creer que somos todopoderosos, que somos superhéroes y que todo lo podemos resolver, a veces nos carga. Tratar de tener todo exactamente como debe ser y no permitirnos equivocarnos, afecta”.

La familia es imprescindible para superar el cáncer y otras patologías

Hay personas que prefieren pasar el proceso solos, sin comentarlo a nadie y viviendo el cáncer como un luto. “Probablemente ahí vengan las depresiones y el resto resulta más difícil”, comenta Aned. 

En su caso fue todo lo contrario. Contó con la compañía de su familia, de sus amigos, de su exesposo quien estuvo totalmente a su disposición por lo que siempre los va a unir: sus hijos. “El acompañamiento es la parte más importante. Tengo una amiga en Estados Unidos y trabaja en un hospital que tiene una fundación para enfermos con cáncer en Latinoamérica. Me ofreció que me fuera para allá, que tendría todo el tratamiento, las atenciones médicas posibles y hasta la visa me la iba a tramitar”.

La decisión de Aned fue quedarse y permanecer con sus afectos más cercanos, pues para ella todo el proceso es mejor si estás acompañado, “y quien mejor que tu familia, tus padres, tus hermanos, tus hijos”.  

“Este es un proceso que yo tengo que vivir con los míos. Gran parte de mi estado emocional es compartirlo con los míos y sé que gracias a Dios no me va a faltar nada. Iba a estar muy bien allá pero preferí quedarme aquí con el amor, cariño y palabra de aliento de mi familia”, dijo Aned.

Científicamente apoyada pero emocionalmente sola, no era la idea de lo que ella se había planteado para llevar este difícil proceso. “Para mi el motor eran ellos, era mi oportunidad de dejarme ayudar, para ceder, para soltar”. 

Aned comenta que en una conversación con el doctor Hermes Castellano pudo reflexionar junto a su médico sobre cómo enfrentar esta patología. “El doctor Hermes me dijo: como en muchos otros procesos, enfrentar el cáncer es como una mesa que tiene cuatro patas. Para que una mesa esté estable tiene que sostenerse en sus cuatro patas. La primera es la actitud, la segunda es la confianza en tu equipo médico. La tercera pata es el apoyo de los que están contigo: tu familia, tu gente. Y la cuarta pata que aunque es la última, es la más importante: la fe. Eso que está omnipresente es tu conexión con lo divino, con Dios, si eres católica, es tu unión con lo espiritual y con lo que está sobre nosotros. Así lo apliqué en mi vida”.

La vida es corta, ¿Por qué la complicamos?

Aned no ha dejado de ser acelerada. Durante la entrevista se adelantaba a las preguntas, pues todo surgió como una amena conversación. En medio de la charla se preguntó precisamente eso: “si la vida es corta, ¿por qué nos enredamos tanto?”. 

Y en su caso, el haber bajado todas las presiones en su vida, fue lo que más pudo haber rescatado de toda esta situación con el cáncer de mamas. “A las heroínas también les da cáncer, a los pilares de familia también nos da cáncer. Esa misma imagen que tu proyectas te autoagrede. Hay que aprender a ser amable con uno mismo”.

La Psiconeuroinmunología: conexión entre la mente, las emociones y el sistema inmune

Aned, aparte de todo el aprendizaje que tuvo como persona en medio del proceso que le tocó vivir, también tuvo un aprendizaje profesional. “Descubrí una herramienta que me empezó a orientar en que los procesos de la mente y las emociones inciden en el sistema inmunológico. El cáncer se debe a que una célula olvida cómo morir. Todas las células en tu cuerpo tienen un ciclo vital y se mueren. Cuando hay una célula cancerígena a ella le llega una orden diferente que le impide morir, entonces se reproduce y empieza a hacer nidos celulares hasta que forma un tumor”.

Este método no solo la ayudó a superar el cáncer, sino también a mejorar la esperanza de vida de sus pacientes con enfermedades terminales, y a promover que la mente juega un papel crucial, tanto en la generación de esas patologías como en su recuperación.

A través de la psiconeuroinmunología, la cual estudia la interrelación entre la mente y el cuerpo; y sus implicaciones clínicas, Aned Amaro comenzó un proceso de alfabetización emocional con sus pacientes, en especial los que padecen algún tipo de cáncer, tanto en el momento preoperatorio, como en el momento de la cirugía, a fin de activar el sistema inmunológico durante la intervención. 

“Entonces, comprendí que los procesos de estrés físico, emocional, de desgaste, que a veces puede ser consciente o inconsciente, tumban tu inmunidad y permiten el paso de esas enfermedades».

Tras enfrentarse a esta difícil prueba, la doctora Aned se encuentra totalmente recuperada. Anima a todos los pacientes a mirar el proceso con fe y esperanza, consciente del regalo que es la vida.

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