«Volver a la pureza». El llamado a los creyentes en el día de la Inmaculada #8Dic

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«Con la Inmaculada Concepción de María comenzó la gran obra de la Redención, que tuvo lugar con la sangre preciosa de Cristo. En Él toda persona está llamada a realizarse en plenitud hasta la perfección de la santidad». Juan Pablo II


Este martes 8 de diciembre se celebra en la Iglesia católica el Día de la Inmaculada Concepción, un principio irrevocable del catolicismo decretado en el año 1854.

Con este dogma de fe se plantea que María está libre del pecado original y se mantuvo siempre virgen, antes, durante y después del nacimiento de Jesús. Las sagradas escrituras muestran a María como «la llena de Gracia«, y es que esa humildad y disposición del corazón la hizo bendita entre todas las mujeres.

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El fray carmelita, Luis enrique Vaneska, quien comparte con nosotros sus reflexiones cada domingo en #ImpulsoDeFe, nos cuenta cuál es la invitación en esta ocasión especial.

«En la fiesta de la Inmaculada, más que hablar de María, sentimos el deseo de acercamos a ella para que nos introduzca en el misterio de su virginidad, que es un misterio de silencio; en el misterio de su inocencia absoluta, que es un misterio de gozo. María ya está revestida con vestiduras de salvación, tiene su vestido blanqueado en la sangre del cordero antes de su nacimiento. El Padre, de algún modo, la ha bautizado de antemano en el misterio de la muerte y resurrección de Cristo para presentarla al mundo toda pulcra y hermosa».

Explica el padre Luis Enrique que la fascinación de María está en ignorar su propia belleza: su humildad y transparencia que la hacen vivir mirando fuera de sí misma, toda donación.

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«Pensar en María es un nostálgico reclamo a la pureza, a la inocencia.
Nuestro amor a María esencialmente debe traducirse en el deseo de vivir profundamente, sinceramente, su misterio; deseo siempre más vivo, más hondo, de sumergirnos en su pureza, como un bautismo en su inocencia para salir purificados, revestidos con vestiduras de salvación».

En estos tiempos recios, duros para la humanidad, emerge la pureza de María como un estilo de vida, un llamado a la limpieza del alma para recibir con el corazón limpio al Niño Jesús. «Una limpieza necesaria también para descubrir el paso de Dios en medio de nuestra historia tan manchada, tan vilipendiado, llena de violencia, de tristeza o miedo. Contemplar en María la belleza de la inocencia nos devuelve a nosotros también una esperanza firme donde la verdad de Dios es más potente, más fuerte, más firme que todas nuestras realidades humanas».

En el Día de la Inmaculada Concepción el llamado es a volver los ojos a Dios y descubrir en el proceso, su Gracia que vive en nosotros aún por encima del pecado y las dificultades.

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