#OPINIÓN Gaveta azul: Prohibiciones #28Jun

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Las prohibiciones tácitas o expresas existentes en un país, bastan para revelar con la mayor precisión, hasta el rigor matemático extremo, la medida de libertad y desarrollo imperantes en ese conglomerado nacional; o también del otro lado de la moneda, el subdesarrollo que les imposibilita o el grado de represión que les atenaza.

Un recuerdo me lleva atrás en el tiempo y me coloca en el hervidero de sucesos y eventos del famoso Mayo Francés, allá por el año 1900 después de Argelia. Una célebre pinta, (graffitti) aparece como uno de los tantos leiv–motiv de los revoltosos días vividos, con repercusiones en casi todos los movimientos juveniles de protesta en medio mundo. La revoltosa y paradojal pinta clamaba: “PROHIBIDO PROHIBIR” y con toda seguridad casi todo el que leía y repetía el violento concepto pensaría que nació del movimiento de protesta en desarrollo, cuestionando cuanto se le ocurría a una de las cabezas visibles del turbión en marcha. La paradojal y llamativa consigna tenía otras raíces e ignoro como reapareció en tierras galas evocando a un moderno gladiador incansable en su mítica lucha antimperialista contra Roma.

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Seis años antes del sacudón francés había leído el grafitti, usado entonces como el logotipo conceptual de una mini-revista underground, probablemente recordada nostálgicamente por algunos poetas contemporáneos de mi generación. La pequeña publicación ostentaba el muy original nombre de “EL CORNO EMPLUMADO”. Era la voz de una vanguardia poética latinoamericana de finales de los años 50 e inicios del decenio del sesenta del pasado siglo cuyos focos editoriales se ubicaron en Ciudad de México y Bogotá.

Hicieron el intento de posicionarse en Caracas pero los duros compromisos políticos del contacto venezolano lo impidieron. A mis manos llegaron tres ejemplares sucesivos, cuando batallaba contra mi ignorancia, en la dirección, producción, redacción, diagramación y jefatura de distribución de la revista SENDERO, en cuyas portadas se leía al pie: “Publicación de los Oficiales de la Flota Shell al servicio de la Marina Mercante Nacional”. Una idea de cuatro jóvenes oficiales (José Fernández, Manuel Carrillo, Nerio Rodríguez, y Eleazar López Pinto, QEPD) que culminaron su carrera con fructíferos resultados en pro de su gremio, frutos cuya cosecha se malogró definitivamente ante la clásica actitud, inexplicable, de existir de espaldas al mar.

Los colegas me asignaron la tarea de concretar la realización de la idea y basta con decir que la revista creo una época en la Marina Mercante Nacional.

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Volvamos a las prohibiciones. No citaré ninguna de las que debía vencer un marino para entrar a su lugar de trabajo, que además es su residencia. Limitaré mi comentario a la diferencia abismal entre lo que prometen los adalides sociolistos al promocionar sus programas para el goce y disfrute de una verdadera libertad, desatando las cadenas que intentaban aherrojar el pensamiento distinto, liberando al país de la tutela y el yugo imperial, etc. y compañía.

La libertad y las famosas ideologías son antinómicas por naturaleza, aunque sus adalides no cesan de pregonar sus falacias destacando su concepción de la verdad, la libertad y el verdadero patriotismo, enfatizando la fuerza de su verdad al jurar que todo el que no comulgue con sus dogmas, está muy lejos de ser reconocido como un ser racional y muy cercano a ser considerado como una mezcla pegajosa y mal oliente.

La falsedad intrínseca de las ideologías es más clara que el agua. En primer término son incubadas por conciencias mal desarrolladas, incapaces de asumir la esencialidad divina del ser humano. Se asumen mediante la más versátil y extraordinaria de las herramientas inventadas por los padres y maestros de la cultura occidental.

La cultura griega en las personas de sus grandes pensadores observó las inmensas dificultades de los seres humanos para entender el rol que juega el “índice de comprensión” una media proporcional entre el Ser y el Saber. Procedieron a solventar la difícil tarea de auto-realización mediante la creación de una “margarina” conceptual, un sustituto: La Personalidad, que puede ser muy rica y vigorosa en posibilidades como también generar individuos problemas que ignoran las más elementales reglas de la convivencia y ponen en juego los tres grandes vicios, a saber: Posesividad, control y dominio.

El afán posesivo, la ansiedad de controlar todo y la necesidad de dominio, son las bases de una personalidad alienada al doble de un potencial generador de instituciones, planes y programas cuyo valor no alcanza ni el del papel donde son formulados. No obstante arrastran creyentes, ingenuos que aún creen en la buena fe de todo el mundo, caracteres elementales de los que ven el mundo en blanco y negro y también oportunistas que ven la posibilidad de encontrar un filón y explotarlo en provecho propio.

Pedro J. Lozada

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