Alirio Echeverría, la peculiar travesía de un bobareño por la pintura simbolista #29Ago

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Pronunciarse por el simbolismo tiene mucho de audaz atrevimiento por tratarse de una corriente artística poco cultivada en el medio artístico local. El simbolismo es arte que expresa ante todo la idea del artista, con una marcada carga de subjetividad. Es como viajar contra la corriente en sentido contrario.

Esta expresión de la plástica surge en Francia en la segunda mitad del siglo XIX en el marco de la  modernidad, es arte basado en la idea previa a la materialización de la obra que lo hace próximo al expresionismo con las diferencias del caso. Es arte pictórico opuesto a la descripción objetiva, como lo dijera uno de sus pioneros, Jean Moréas. 

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Todo fenómeno humano en su desarrollo experimenta cambios, es decir no se repite como lo original. Es lo que ocurre con el larense Alirio Echeverría y su presencia en el simbolismo.

Alirio Echeverría introduce cambios en su personal propuesta, pero curiosamente es notoria una atmósfera de reposo por la presencia de diversos objetos y figuras humanas aunque escasas, a saber un bombillo, una nube, un perro y un hombre expectante. Existe un acentuado estado de soledad a la espera de lo que vendrá o pasará. Ese clima lo obtiene mediante el uso de pocos recursos, pero con la fuerza de una abrasadora expresividad con la cual sabe comunicarse en cada cuadro. 

Es un íngrimo y osado pintor por su decisión de acoger esta escuela de plástica. El suyo estimamos presenta, entre otros, los siguientes rasgos:

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  • Reduccionismo, por los pocos elementos o recursos usados.
  • Despliegue generalmente  pocos colores, uno o si acaso tres con que transmite de ex profeso soledad que nunca abandona.
  • No deja de ser figurativo pues no niega la realidad que refleja desde la ebullición de ideas.
  • La idea supera lo imaginativo y real. Lo reinterpretado por el autor para describir el entorno. por ejemplo nubes a modo de nudos, animales, un paraguas.
  •  Obtiene un efecto estético con predominio de colores uniformes y diseminados ampliamente en el plano básico tipo mural.
  • Apela a figuras geométricas como círculos en el aire para mostrar el motivo, entre estos astros como la Luna y el Sol.
  • Es notorio la exigua presencia de objetos y figuras humanas que deviene en aislamiento, tristeza, incomunicación y abandono.
  • Manifiesto dominio del dibujo que distingue al buen pintor, al decir de Pastor Barragán.

Eso es indicativo de que su plástica la funda con trazos esenciales, a saber: síntesis y sentido decorativo con lo cual transmite un clima de soledad. Es también de los que se plantea el tema del volumen y distancia tratados con resueltos colores en la relación obra-espectador pues se propone estimular su participación cuando aprecia el cuadro. No por casualidad algunas figuras humanas están de espaldas en relación al entorno y exterior.

La resultante es que lo recrea sin repeticiones de lo anterior o existente. Es rigurosamente creativo e imaginativo en su propósito pictórico digno de reconocimiento. De esa forma quedaron atrás los convencionales paisajes aprendidos en la EAPMTT  en la primera mitad de la década de 1960.

Apreciamos cierta estática en la composición y uniformidad de colores. Ello nos hace pensar que optó por la pasividad a manera de  cierto reposo metafísico sin que sea un seguidor de esa filosofía. Lo deducimos de su economía de elementos pictóricos como aferrado al punto que generalmente torna inmóvil una obra plástica. Usa pocos elementos y colores más una resuelta composición. De esa forma resalta los estados de soledad del ser humano para acercarse a su padecimiento. En su “Poema cromático” de 1975 él expresa: “Esta soledad es mía y es de todos”. El artista sensible que se vale de la comunicación visual y escrita para acercarse al dolor humano que no le es ajeno. 

Quien al principio se planteó pintar como su maestro Trino Orozco, luego se propone el proyecto de hacerlo a partir de la corriente del simbolismo. El audaz desafío de lo novedoso, muy propio de gente de avanzada. Echeverría lo pensó y concretizó en demostración de su talento y resuelto espíritu de cambio para concretar su compromiso artístico. Eso ocurre en sus tiempos de estudiante de la EAPMTT.

El morador de El Manteco en la década de 1960, junto a su hermano Silvio, próspero comerciante mayorista, cuando frecuentaba sus ventas de empanadas por las tardes. Tiempos cuando también habitaba en el sector Gregorio “Goyito” Camacho dedicado al esplendoroso paisajismo en la casa de su madre, la señora Delia, en  la calle 33 esquina con carrera 25.

Casi centenario nace en Bobare, parroquia Aguedo Felipe Alvarado, un 20 de mayo de 1926. Su regreso con una novedosa exposición, anunciada tiempo atrás, es esperado con expectación.

Freddy Torrealba Z.

Twitter: @freddytorreal11

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