#OPINIÓN Alfonso Saer: “El Narrador” #29Oct

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La epopeya es el estilo de la narración deportiva. Son relatos de hazañas, proezas, aventuras, historias de «gigantes», de héroes, seres superiores, es decir, son «los Dioses del estadio».

Los narradores con un lenguaje cargado de recursos liricos expresan la lucha del hombre consigo mismo, su enfrentamiento contra el destino que adversa al perdedor o a quienes sobresalen en el terreno de juego. 

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En la transmisión deportiva se articulan dos tipos de discursos: la narración y el comentario con sus fórmulas y técnicas de descripción, y el de la argumentación con sus tópicos y técnicas de reflexión.

La narración se compone de descripciones de personas, objetos, circunstancias o situaciones, y de un relato de los acontecimientos; el comentario es un debate, una polémica sobre lo ocurrido en un campo de juego.

Describo así la figura de Alfonso Emilio Saer Bujana, profesional del periodismo escrito y el micrófono, quien le ha dado vida al deporte durante 58 años. “Veinte años no es nada”, dijo Gardel en su hermoso tango. 

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Su recorrido es imposible aprisionarlo en pocas líneas, pero como él mismo lo describe, se ha visto de pronto “encima de esa montaña de años”. 

Su innato espíritu de periodista y dinámica personalidad, han sido gestores de iniciativas evidentes.

Y recapitula: “Desenrollo el curso de mi vida, ya luenga, y me postro ante Dios y la Divina Pastora. Se asoma una lágrima de emoción y agradecimiento. Se altera el pulso, se agita la respiración e intentó hacer un recorrido por estos 75 bien vividos y disfrutados años, haciendo lo que me gusta, acompañado por una bella familia de esposa, cinco hijos, tres nietos y un entorno maravilloso”, escribió en su columna “Extrabases” el pasado 10 de junio.

Es padre de cuatro hembras y un varón: Massiel Lorena Saer Yépez, médico; Gloria María Saer Yépez, licenciada en administración; Flor Alejandra Saer Gómez, médico; Claudia Carolina Saer Gómez, licenciada en Estudios Ambientales, y Alfonso Emilio Saer Gómez, con una clara tendencia al relevo de su ilustre padre.

Hago constar que no todo quedará dicho en esta nota porque se necesitan muchos capítulos para exaltar la vida profesional de este venezolano, larense excepcional.

Conocí a Alfonso en el año 1974, recién llegado de mi ciudad natal, San Cristóbal, donde toqué las puertas de “El Impulso” que me incluyó en su nómina de redactores comenzando por la fuente de sucesos, y luego de recorrer otras, me reclamó para las páginas deportivas, donde ejercía la jefatura.

Siempre lo he reconocido como una enciclopedia fortificada de pujanza. Aprendí mucho de él, al punto de heredar su cargo cuando se marchó definitivamente para dedicarse plenamente a su pasión, el béisbol y el ciclismo, disciplina de la cual, muy pocos calzan sus puntos.

 “La fortuna me abrió paso a los 16 años. Me hice periodista en el añorado diario “El Impulso” y por allí dirigí mis querencias. No estuve en la universidad, no existía esa carrera en aquellos tiempos, sexta década del siglo anterior. Aprendí del día a día. Encontré en la ruta del quehacer muy buenos maestros cuya experiencia se forjaba con la actividad diaria”, añadió en su anterior cita.

De eso, analizamos, hace exactamente más de medio siglo, cuando los días y meses eran sin fin, nunca parecidos al de estos en que el tiempo   “vuela” y la vida es diferente. El mundo se detuvo un día y muchos se bajaron. 

“Con la entrada del Cardenales de Lara en lo que por aquel entonces se denominaba Liga Central, hoy Liga Venezolana de Béisbol Profesional, aquel joven de potente voz y profundos conocimientos, fue invitado a formar parte del circuito radial del conjunto, que tenía como narradores al recordado Arturo Celestino Álvarez, mejor conocido como “El Premier”, y al también fallecido Luis Enrique Arias, dos de las más grandes voces en la narración deportiva del país”, divulgó en un block de la Liga Venezolana de Béisbol, el 16 de diciembre de 2021 José Luis López bajo el título: “Narraré mientras tenga garganta”. Y ahora es cuando le sobra.

La voz de Alfonso Saer profunda y siempre acompasada está con el circuito desde la temporada 1965-66.

Le sobra para narrar y comentar el ciclismo donde igualmente dejó su biografía en la desaparecida emisora “Ecos del Torbes” en San Cristóbal durante innumerables Vueltas al Táchira, las cuales también detalló por escrito en el Decano de la Prensa Occidental. De voz inconfundible, ha escrito páginas doradas en la narración deportiva del país.

Aquellas primeras actividades de Alfonso Saer en el periodismo y más adelante en el circuito radial del Cardenales, han quedado 58 años atrás donde en el camino, Pedro Miguel Suárez, uno de los mejores locutores de todos los tiempos lo bautizó: “El Narrador”.

En reconocimiento a su extensa labor como voz oficial del Cardenales, fue hace poco objeto de un homenaje en el parque “Antonio Herrera Gutiérrez”, nido del club, cuando la organización rotuló la cabina de transmisión del circuito con su nombre. Respetado por aficionados, peloteros y directivos es un ejemplo de profesionalismo y constancia.

Uno de los sobrevivientes de aquellas leyendas encabezadas por “Pancho Pepe” Cróquer, Abelardo Raidi, Delio Amado León, Marco Antonio “Musiú” Lacavalerie, Carlos Tovar Bracho, y “Beto Perdomo”, entre otros.

Es columnista de “Extrabases” desde 1965 y ha escrito dos libros sobre su delirio: «Pelotas y Pedales» y «50 años de pasión». 

Su hijo del mismo nombre, conocido en el ambiente del béisbol como “Alfonsito”, hoy se abre camino tal como se inició su padre en el mismo circuito de los “pájaros rojos” como narrador y comentarista.

“Tiene una gran responsabilidad. Que se llame así y ande conmigo le abre las puertas, pero una vez abiertas, tiene que hacer el trabajo tras esas puertas. Le he tratado de inculcar mucha responsabilidad, sentido de sacrificio en la profesión, uso adecuado del idioma y que algún día deje de ser el hijo de Alfonso Saer. Quiero que algún día me vean por ahí y digan: Allí va el papá de Alfonso”.

Este diálogo, publicado en “El Nacional” el domingo primero de diciembre de 2013, fue realizado por el periodista Ignacio Serrano, hoy, casualmente comentarista del Cardenales, donde se reencontraron los tres. 

Alfonso, nuestro amigo y colega, celebró hace unos meses 75 años y recientemente fue sometido a una cirugía de la cual se recupera satisfactoriamente, siempre en la continuidad de sus quehaceres periodísticos y narración. 

Pero dentro de su círculo amplio de conocidos y amistades sobran las oraciones por su bienestar, porque ha contraído el compromiso de que hacer un amigo es una gracia, tener un amigo es un don, conservar un amigo es una virtud y ser amigo es un honor.

Rogamos porque su voz siga haciendo vibrar y sentir al público. 

Ha dicho que su retiro será cuando Dios lo disponga. Entonces, de su recia garganta, al término del out 27, saldrá su fallo: ¡Yyyyyyyyyy se terminó el juego!

Orlando Peñaloza

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