Especial de sociedad: La calle es un refugio frente a los problemas

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En un recorrido de reporteros de EL IMPULSO, pudieron conocer testimonios de quienes ”viven bajo las sombras de la sociedad” en situación de calle. Indagaron sobre los factores que los llevaron a estas circunstancias de vida y cómo se ven afectados por la crisis del país.

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) la cifra de pobreza en Latinoamérica y el Caribe aumentó siete millones en el 2015, pasando de 168 millones a 175 millones de personas, debido a la contracción económica que sufre la región.

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Así mismo la Cepal indica que en 2015 la tasa regional de pobreza en el territorio creció a 29,2% y la tasa de indigencia a 12,4%.

En cuanto a Venezuela, la doctora Milagros Matos, presidenta de la Fundación Solidaridad (programa de inclusión social para personas en condición de calle), dijo que según las estadísticas el año pasado la indigencia subió en un 66% y en lo que va de este este año, en un 83%.

Matos hizo notar la diferencia entre personas en condición de calle y los indigentes. La disimilitud entre uno y el otro es que quienes viven en las calles tienen sus familiares y pertenecen al estado en donde deambulan. Recurren a la calle ante problemas de adicción o intrafamiliares. El indigente generalmente pertenece a otro estado y no tiene familia a la cual acudir.

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Del total de personas que ha captado el programa, 85% son jóvenes entre los 18 y 25 años, la gran mayoría por problemas de drogadicción. Los adultos mayores en situación de calle presentan comúnmente un mayor grado de alcoholismo y manifiestan un sentimiento muy grande de tristeza al no tener conocimiento sobre el paradero de sus hijos o familiares.

Testimonios

Javier Gonzales es una persona en condición de calle. Tiene 60 años. Duerme en las plazas de Barquisimeto desde hace 30 años. La causa: problemas familiares.

Relata que para poder conseguir alimentos es “del pote al pico” y que en ocasiones toca de timbre en timbre en busca de ayuda, pero ante la crisis ha disminuido el número de personas dispuestas a colaborar.

Anteriormente se la pasaba en grupo pero relató que la mejor decisión que pudo tomar es estar solo en estas circunstancias. “No todos los indigentes son sanos como yo, algunos caen en las drogas y el alcohol. Es un peligro estar acompañado de ellos. En ese caso prefiero estar solo y valerme por mi mismo”.

Un indigente que quiso ser reconocido como “el cantante errante” (tiene 52 años), manifestó que apenas tiene un mes en las calles porque la bebida lo llevó a eso. Asegura que las calles son “duras y peligrosas” y teme porque su familia sepa de su paradero; por tal razón recurre al anonimato.

Ha visto con sus propios ojos cómo personas de todas las edades recurren a mendigar para poder comer aunque sea una vez al día, por no contar con recursos para sobrellevar la crisis.

“Para las mujeres es mucho más sencillo conseguir lo que quieren”. advierte. Algunas adolescentes ofrecen su cuerpo y a cambio sólo piden dormir bajo techo y aunque sea alimento en las mañanas”.

Roberto Gutiérrez (68), hasta hace un mes laboraba como vigilante pero sufrió una complicación de salud, al no poder pagar su tratamiento; perdió su trabajo y enseguida la dueña del anexo donde se hospedaba lo echó a la calle, por no tener con qué pagar a final de mes. El poco dinero que genera no le alcanzaba para ahorrar ya que todo se iba en medio comer y pagar el anexo.

Enfermo y sin dinero comenzó a vagar por la ciudad con un bolsito donde carga todas sus cosas. La primera semana fue robado, y solo le quedaron las mínimas pertenencias, las cuales guardó en un balde amarillo que lo acompaña a donde vaya y lo usa en las noches para dormir sentado.

Comentó que cerca del Parque Ayacucho le entregan comida a las personas en situación de calle una vez al día, pero afirma que la gran mayoría de los que van no son necesitados, sino “malandros” y gente que le gusta lo fácil, razón por la cual teme ir al lugar.

“La crisis que se vive en este país me llevó a esto, he pasado incluso cuatro días sin poder alimentarme. Si no me he muerto es porque Dios no ha querido que sea así, porque es una gran hambruna que estoy pasando, pero sé que pronto vendrán cosas buenas para todos”

Yo cuento

El programa nació del plan de integración social Fundación Solidaridad. Yo Cuento es una asistencia social al ciudadano en situación de calle, es decir, personas en condición de extrema pobreza que viven en las vías públicas, sin familia e ingreso económico.

“Nosotros aquí en ningún momento llegamos y amarramos a alguien y lo montamos. Hacemos la captación, generamos la confianza para que ellos no crean que nos los vamos a llevar presos; simplemente les manifestamos que es una oportunidad de vida y quien ha querido lograr ese cambio lo hace, es de suma importancia la voluntad de cada uno”, indicó la doctora Milagros Matos.

Un grupo multidisciplinario recorre las calles para ubicarlos. Los sitios más frecuentes son el cementerio viejo, el terminal de pasajeros, el Hospital Central Antonio María Pineda y las principales plazas de la ciudad.

Factores que inciden

La directora del Hospital Dr. Luis Gómez López, doctora Alesia Nass, trabaja con las personas de condición de calle la parte psicológica y psiquiátrica.

Afirma que existen numerosos factores en los cuales se puede dividir este tipo de pacientes. El grupo de adolescentes cae en las calles principalmente por la rebeldía y la lucha de poder con los padres al no acatar las directrices, sometiéndose a un abandono de cariño en el hogar. Buscan auxilio en las drogas que les va cambiando el respeto a los valores de la casa y de la sociedad.

“Una vez que se va creando el rechazo al sentirse como un estorbo y su comportamiento es tan nocivo para el grupo familiar, que cuando se va no se hace el esfuerzo para recuperarlos. La droga es un calmante que logra un escape de la realidad de la vida, sin darse cuenta que mientras más está metido en ese mundo más se está hundiendo”.

Por otro lado el adulto mayor en ocasiones se puede sentir como un estorbo al no trabajar o hacer nada productivo. Al quedarse mucho tiempo solos en su hogar por falta de acompañamiento familiar, buscan llenar ese vacío en otras cosas, como la bebida.

El indigente o persona en condición de calle al no poder superar algún duelo, ruptura, o problema familiar, se crea un problema psicológico que erradica en alcohol, drogas y prostitución y desencadena la situación nombrada.

La situación de crisis económica que se vive en el país agudiza los problemas en la sociedad, puesto que existe un gran número de personas que no pueden cubrir sus necesidades de alimentación y aseo personal.

“Un padre de familia simplemente puede desaparecer y no volver más por no sentirse capaz de hacerse cargo de las necesidades dentro de su hogar. Así mismo muchos buscan el auxilio en las calles y se incrementa el tema de las personas en situación de calle”, enfatizó Matos.

 

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