Notas Pastorales – Domingo II de Adviento /B “El Pecado nos destruye e impide la Navidad Cristiana”

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“Preparen el camino del Señor. Enderecen sus senderos” (Mc. 1,3). El gran obstáculo que se debe derribar para recibir al Mesías, es el pecado. La Sagrada Escritura habla con muchísima frecuencia de esa realidad que denominamos pecar, esta actitud a veces clara, otras veces confusa, presenta al pecador, como quien hace mal a los ojos de Dios y él sabe que es así.

El relato de la caída de Adán y Eva, nos permite aproximarnos a lo que puede ser el pecado. Ese pecado de los orígenes, se presenta como una desobediencia, una acción por la cual el hombre se opone conscientemente a Dios, violando uno de sus preceptos, arbitrariamente.

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Pero sobre todo, esto refleja una actitud interior, que viene a ser el que ellos, nuestros primeros padres, desobedecen, porque ceden a la provocación de la serpiente, y
quieren ser como dioses que conocen el bien y el mal. (Gn. 3,5), es decir dejan de creer en Dios, para convertirse ellos en dioses; pretenden dirigir sus vidas sin Dios; Dios no hace falta, son ellos el nuevo absoluto. Dios no existe. Sólo existen ellos.

Ahora bien, la relación según Génesis 2 entre Dios y Adán-Eva, es ante todo de amistad. El Dios de la Biblia no había negado nada, al hombre creado a su imagen y semejanza.
Génesis 1,26ss.

Pero sucede que instigados por “la serpiente”, Adán y Eva dudan de Dios ya que aquella prohibición, no será sino excusa, de Dios para proteger sus privilegios e intereses,
según ellos, y luego se complica más la cosa, al decirles que si comen de aquella fruta “morirían”; pero esto último según criterio de la serpiente es solo una mentira, un
engaño, para que al no probar el fruto, no sean iguales o superiores a Dios mismo.

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Es aquí donde Adán-Eva dudan de Dios, y lo ven, como un rival, a quien hay que destruir para ser otro dios más fuerte, y ser libres, para hacer lo que les plazca.

Por eso el pecado antes de provocar una acción negativa, corrompe primero el espíritu humano, su intencionalidad. Antes se pervierte el corazón para luego pervertir la
acción concreta.

¿Pero qué sucedió?: todo lo contrario de lo que afirmó la serpiente.
El mentiroso no fue Dios, sino Satán, por supuesto. Antes Adán-Eva, gozaban de la
familiaridad divina, pero a partir de entonces se esconden de Yave entre
los árboles (Génesis 3,8); el hombre, la criatura a partir de ese momento no quiere nada con Dios, por eso la expulsión del paraíso, ratificará ese deseo.

El fruto de aquella experiencia no es otro, que la muerte en todos los sentidos.
El pecado además de ruptura con Dios, introduce una ruptura entre los miembros de la sociedad humana, empezando porque Adán y Eva se desolidarizan entre si (Génesis 2,18).

Si aplicamos todo esto un poco a la vida humana, nos damos cuenta que muchas veces se desplaza a Dios por el odio, la codicia, el egoísmo; en el fondo se da un olvido, un
desprecio, un rechazo o la misma negación de Dios. Se cree más a ciertas elucubraciones y suposiciones que a lo que Dios nos dice, a través de su Palabra. Confundiendo
al Dios de la bondad y de la justicia, con el dios falso-negativo-envidioso, equivocadamente, presentado, por algunos esquemas religiosos.

Se piensa que desde Dios, no se es libre, ni feliz, pero en cambio sin El se puede ser libre plenamente y por lo tanto feliz. Pero resulta que la conclusión es todo lo contrario, porque
la existencia sin Dios se vuelve frustración, vacío, alcohol-esclavitud- angustia-suicidio y además se produce una ruptura con los otros, que se convierte en desconfianza, desprecio, rechazo, cayendo en el homicidio, enemistad, guerra, individualismo a ultranza.

Por eso es fundamental buscar y encontrar al verdadero Dios-Padre- Justo y misericordioso, y a través de Él, vivir los valores de la humildad, veracidad, justicia, bondad, en un clima de fraternidad y solidaridad; es la mejor forma de vencer al pecado
que nos mata, para vivir la amistad con Dios y con los hermanos que nos hace sentirnos realizados.

Esta es la mejor manera de prepararnos para la Navidad. Es así como celebramos desde la fe y la fraternidad una autentica Navidad
Cristiana.

 

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