El 29/04/2012 tuve el inmenso placer de asistir en compañía de mi esposa, un hijo, nuera y un nieto, a la inauguración de la exposición de la Oscura Luz de Macario Colombo, en la Galería de la Fundación cultural Ipiar Tumeren, en Boleita norte Caracas.
Como baragueño me sentí orgullosos de la obra de este artista de mi pueblo quien se ha dedicado exclusivamente a exponer y dejar huellas de la historia y creencias de su patria chica, se cataloga como el pintor del Molino de Baragua, en donde después de las seis de la tarde no se podían bañar, porque los fantasmas no lo permitían, el lo hizo siendo niño y desde entonces oye voces extrañas.
Hace 50 años que no sale de su casa en Barquisimeto. Su encierro fue voluntario. La exposición se inicia con un video donde Macario señala las diferentes etapas de su vida; tiene un fondo musical donde él ejecuta con mucho sentimiento la bandolina; luego en dos salones de la galería se exhiben la significativa muestra, tallas de madera, instrumentos musicales y una cantidad de cuadros de diferentes épocas. Este autodidacta artista dice que «se encerró espiritualidad budista, quería protegerse de los extraños, del amor y poder imaginar, pintar y tallar, hacer violines, guitarras cuatros y bandolinas, bandolas, que lo hacen libre, domina el paisajismo, el expresionismo, el surrealismo y la fusión de estos estilos.
Macario Colombo El pintor del Molino de Baragua, estado Lara; Juan Félix Sánchez, el artista del Tisure, en el páramo merideño; y Armando Reverón, el pintor del Cerro El Ávila y su astillete de Macuto, estado Vargas, son personalidades perennes en la historia del arte venezolano. La hija de Macario, Lysmary, y su esposo Gustavo Silva, me invitaron a casa de Macario un domingo para hacer un sancho y oírlo tocar.
