En Venezuela las personas solamente quieren dólares o bienes, asegura economista

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El dólar en el mercado  no oficial quebró la barrera de 400 bolívares y acumuló el viernes un incremento de más de 1.600% en 26 meses de gestión del socialista Nicolás Maduro, una escapada que refleja los desequilibrios de una economía bajo omnipresentes controles y al borde de la hiperinflación.

Al final de la tarde del viernes el dólar en el mercado negro cotizaba a 420 bolívares, según las páginas web bloqueadas por el gobierno cuando son consultadas desde direcciones IP venezolanas.

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Ese valor representa 17 veces más que los 24 bolívares a los que cotizaba el dólar al asumir Maduro hace 26 meses y supera por más de 60 veces el valor actual del dólar oficial, de 6,3 bolívares.

En un país que importa más de la mitad de los alimentos y medicinas, y azotado por una sequía de dólares ya que el petróleo –cuyo precio se desplomó– genera el 96% de las divisas, el dólar paralelo marca la espiral ascendente de precios.

Pero el gobierno, que dejó de dar cifras de inflación el año pasado, cuando los índices rozaban 70% anual, niega que haya un impacto sobre la economía cotidiana por parte del dólar negro, hasta hace poco conocido como «el innombrable» ya que citar su cotización podía ser causal de cárcel.

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A un control de cambio que acentuó la dependencia de las importaciones se le suma el despilfarro de miles de millones de dólares en corrupción, fenómeno reconocido y denunciado desde el oficialismo, que desembocó en una crisis de abastecimiento de productos básicos y la acumulación de deudas comerciales por varios miles de millones de dólares con proveedores externos.

Vacas flacas

Luego de una década de bonanza petrolera sin precedentes, el gobierno chavista lucha ahora por mantener sus multimillonarios programas sociales, muchas veces criticados por el manejo poco eficiente y las pérdidas en corrupción paralela.

En 2014 el déficit fiscal venezolano rondó entre 18% y 20% del Producto Interior Bruto (PIB), de acuerdo con los cálculos de economistas privados, ya que las estadísticas económicas oficiales han desaparecido hace muchos meses.

«El Banco Central de Venezuela está monetizando el déficit de forma increíble» al elevar el financiamiento a la petrolera estatal Pdvsa (que paga los gastos del gobierno) y que sólo en el primer trimestre de 2015 creció 36%, dijo a la AFP el economista Orlando Ochoa.

Pdvsa, el motor de la economía venezolana, ha tenido que enfrentar las exigencias fiscales del «socialismo del siglo XXI» primero con el fallecido Hugo Chávez (1999-2013), y ahora con Maduro, profundizando sus propias necesidades de financiamiento monetario por parte del Banco Central.

Esta creación de bolívares se ha convertido en combustible para la inflación y para el aumento del mercado negro pues, explica Ochoa, «hay una inundación de bolívares en el paralelo, hay poca oferta de dólares y el Banco Central es como un pulmón financiando a Pdvsa»

¿Quien quiere un bolívar?

El 25 de febrero con un billete de cien bolívares (el de mayor denominación) se podían conseguir 50 centavos de dólar. El 13 de mayo ese billete ya solamente alcanzaba para comprar 33 centavos de dólar. Y nueve días después –hoy– sólo se obtienen 25 centavos.

Eso derrumba la demanda de bolívares, a pesar que los cajeros automáticos distribuyen en forma casi excluyente billetes nuevecitos, limpitos, recién impresos. Una nueva prueba del ritmo desaforado de creación de moneda.

«Las personas solamente quieren dólares o bienes», explica Ochoa. Pero hoy, en Venezuela, casi no hay bienes disponibles.

Y tampoco hay dólares, ya que en los 26 meses de gobierno del heredero de Hugo Chávez las reservas del Banco Central cayeron un tercio y se ubican en menos de 18.000 millones de dólares.

El economista y director de la firma Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros, aunque reconoce que en el desplome del bolívar inciden elementos especulativos, destaca sobre todo «una razón estructural: los múltiples desequilibrios» en la economía venezolana.

«Un déficit fiscal de 18 puntos del PIB, financiado vía BCV (es decir expansión monetaria)» y la «caída de más de 60% en (la) liquidación de divisas son causas más que suficientes» para el despegue del precio del dólar paralelo en Venezuela.

Ochoa define la situación casi como un ejercicio donde se combinan ambos mundos. La economía venezolana –dice– «tiene todo el peso de la ideología socialista restringiéndola» en producción y distribución, y al mismo tiempo «todo el populismo financiando la demanda» cuando hay menos producción e importaciones.

El economista y analista político Luis Vicente León hace tiempo que sostiene que el gobierno alimenta lo que él califica como «demanda infinita», gracias a subsidios y un desabastecimiento que no se ha podido solucionar ni siquiera mediante un creciente racionamiento.

Es evidente la tentación de comprar 40 litros de gasolina a un centavo de dólar para contrabandear los a países limítrofes donde cuesta cuatro mil veces más.

Y son inevitables las compras desesperadas para acaparamiento doméstico de harina, aceite, leche, agua mineral, papel sanitario, medicinas para la tensión arterial… y la lista sigue y sigue.

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