Vivir en el desamparo

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Deberían estar en casa disfrutando de una caliente taza de café, pero están en las calles pidiendo dinero, porque no tienen qué comer. Porque no cuentan con una vivienda.

Porque la edad (65 años o más) los limita para conseguir un empleo y no tienen ninguna entrada de dinero.

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No hay seguridad social para los adultos mayores. Durante toda su vida como trabajadores la mayoría de ellos cotizó política de vivienda y seguro social, pero esos derechos les llegan de manera “chucuta”.

El artículo 86 de la Constitución Nacional establece que “toda persona tiene derecho a la seguridad social como servicio público de carácter no lucrativo, que garantice la salud y asegure protección en contingencias de maternidad, paternidad, enfermedades, invalidez, enfermedades catastróficas, discapacidad, necesidades especiales, riesgos laborales, pérdida de empleo, desempleo, vejez, viudedad, orfandad, vivienda, cargas derivadas de la vida familiar y cualquier otra circunstancia de previsión social”, pero la mayoría de estos puntos pocas veces se les garantiza al adulto mayor, ni al venezolano de cualquier edad.

El resultado de esta realidad es desolador: Con frecuencia se ve a señores, hombres y mujeres, entre 70y 80 años sentados en el piso en las afueras de panaderías, restaurantes y supermercados con un envase de plástico pidiendo dinero.

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La gente con cara de desagrado se lleva la mano al bolsillo y con un cálculo milimétrico saca el billete o la moneda de menor denominación para entregárselo. Más que un acto de bondad el objetivo es salir del paso.

Otros adultos no menos afortunados aprovechan la luz roja del semáforo para con un pote pasar por las ventanillas de cada vehículo y esperar a que alguien les dé “algo para comer”. Muchos cristales de las ventanillas no bajan, la gente teme que aquella persona encorvada, de cabellera canosa y caminar lento pueda atacarlos o robarlos.

Algunos los tildan de “loquitos”, delincuentes victimarios, pero la realidad es que ellos son las víctimas de un sistema de seguridad social colapsado, insolvente que poco o nada tiene para brindarles. Es necesario llenar ese vacío legal y brindar a los adultos mayores, lo que les corresponde por mandato constitucional.

 

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