EL SOBRAO: ¿SALVADOR DEL PLANETA?

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Sin tregua

De los muchos Hugo Chávez que existen, es decir, de las múltiples facetas que él tiene, me inclino por la que conozco a través de la autobiografía que él ha hecho de sí mismo en los maratónicos monólogos por cadenas de radio y TV. Manuel Caballero, Inés Quintero, Carrera Damas, Guillermo Morón y muchos otros autores han escrito páginas memorables sobre la falsificación del pasado. No sin atrevimiento, ensayo un resumen: …como no podemos falsear el presente y el futuro no existe todavía, tenemos únicamente la potestad de cambiar el pasado. Podemos modificar lo vivido cuando contamos lo que nos ocurrió, y, en un momento dado “recordamos” las cosas no como sucedieron en el impredecible terreno de lo que llamamos “realidad”, sino como falsamente
se lo contamos a los otros y así, de manera fácil, lo que inventamos y modificamos de nuestro pasado sustituye lo vivido. En eso Chávez no tiene comparación con nadie. Me gusta verlo contar cómo engañó a sus profesores, cuando les ocultó, desde cadete, su carácter y vocación golpista, y cómo, más tarde, engañó de nuevo a los generales que lo investigaron por sus preparativos de la felonía del 4-F; la parte del cuento donde los pone como unos pendejos, aprendices de espionaje, merece unas cuantas páginas de un buen relato, lo digo en serio. Le gusta decirle golpistas a los otros, eso, como dicen los chamos, es lo máximo.

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Y es que, desde que Eduardo Blanco consagró la falsificación del pasado y redujo la Independencia a unas cuantas batallas, modificadas unas veces y falsificadas otras – que tenía antecedentes remotos en las fantásticas narraciones de conquistadores y navegantes -, a los venezolanos nos dio por

adulterar no solo el pasado histórico de la nación sino nuestras propias vidas personales. Es así como Bolívar no ha reencarnado únicamente en las “hazañas”, las “batallas” y “proezas” de la autodenominada “revolución chavista” personificada en los golpistas del 4 – F: reencarnó antes en el autócrata corrupto de Antonio Guzmán Blanco y en su “Revolución Liberal”, de 1870; volvió a nacer Bolívar con la “Revolución Liberal Restauradora” encabezada por el, después patético tirano, Cipriano Castro. Juan Vicente Gómez, “bolivariano”, el déspota que derroca y sucede a Castro, salió del vientre de la misma revolución. López Contreras, quien sucede a Gómez a su muerte; es un bolivariano convencido, que invoca al prócer para reprimir los cambios y exiliar a los demócratas. Chávez, pues, se equivoca, no es con él que Bolívar llega a Palacio de Gobierno por primera vez, ya había reencarnado antes allí.

Pero la faceta, el lado que más nos interesa de la personalidad de Chávez, que ya había asomado, pero que fue expuesta como el quinto punto de su plan maestro de gobierno para sus “próximos seis años” de gobierno – que completarían veinte – es el de “salvador del planeta”. En su discurso con ocasión de su inscripción como candidato presidencial, cuando había entrado la noche y los asistentes se dispersaban, proclamó que su revolución se proponía, también, “salvar el planeta”. Uno se imagina cómo va a quedar Simón Bolívar y su guerra para independizar cinco naciones e inspirar la emancipación de España de la mitad del continente, cuando la “revolución chavista”, con él al frente, salve al planeta tierra.

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Luego, desde ya, este cronista se proclama desertor de ése ejército de salvación, “cueste lo que cueste”, como dice el mismo Chávez. Mi razón es

elemental y sencilla, de prioridades: Uno quiere que lo salven de los asesinos, de los ladrones, los secuestradores y los corruptos, con eso uno podría conformarse. Pido excusas por hablar de mi caso: me robaron el carro, dos de mis hijas, gracias a Dios, pudieron salir con bien luego de ser víctimas, por separado, del hampa; todos mis amigos han sido víctimas por lo menos de un delito; cuando escribo estas notas permanece secuestrado el hijo de otro amigo, trabajador del campo como nadie; este año morirán asesinados 19 mil venezolanos, mientras en el conflicto armado de Siria, que es casi una guerra civil no declarada y que lleva 15 meses, los muertos están en 14 mil ¿Qué clase de cuento es este que los venezolanos vamos a salvar el mundo? Yo renuncio a lo que sea con tal de no pertenecer a estos salvadores del planeta. Que conmigo no cuente el Presidente saliente.

Lo que tengo claro es que no puede el gobierno cambiar el presente catastrófico que vive Venezuela. La realidad desmiente a la propaganda fascista, que miente desde el poder. El planeta somos los venezolanos metidos hoy en un laboratorio de un régimen militarista-despótico con culto extremo a la personalidad del Presidente saliente. Tengo claro, eso sí, que hay una nueva emoción recorriendo con el demócrata Henrique Capriles los barrios y caminos del país, nuestros “planetas más cercanos”. Esa emoción de victoria es capaz de detener los disparates de un gobierno envejecido y sin discurso; que nos propone “salvar el planeta”, cuando no podemos salvarnos nosotros mismos: ¡que bolas!.

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