“Que hable ahora o calle para siempre”

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Esta frase que ha sido inmortalizada en numerosos finales de telenovelas es mencionada tanto por jueces de paz como por sacerdotes antes de dar por celebrado un matrimonio.

No obstante se nos ocurre interponerla en este tema por considerarla justa a un caso que ha levantado la opinión internacional, a propósito de las sanciones aplicadas por el gobierno venezolano a dos cadenas de televisión extranjeras que operaban en nuestro país.

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La estadounidense CNN en español no fue la única sancionada el miércoles 15 de febrero. La Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) sacó también a TV Azteca de los servicios de cables de Venezuela, según denuncia del sindicato nacional de trabajadores de prensa de Venezuela (SNTP), que la calificó “como una medida de censura”.

De acuerdo al periódico mexicano Debate, la medida gubernamental responde a acusaciones de que el medio informativo está al “servicio de las agencias políticas militares de los Estados Unidos” y de iniciar una “operación de guerra psicológica” en contra del país que preside Nicolás Maduro.

El gobierno está en pleno derecho de defender la imagen de la Patria. Lo que no entendemos es por qué, a cambio de iniciar inmediatas investigaciones al respecto, se desespera y cierra a los venezolanos el derecho a estar informados, al igualmente anunciar bloqueos en internet a la cadena estadounidense.

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La libertad de un país se mide por la libre expresión, principal instrumento para que todos los grupos integrantes en una sociedad puedan dar su opinión y debatir sobre determinados temas de interés general.

En una República, la base fidedigna del poder político reside en el pueblo.

Los medios de comunicación pueden llegar a ser muy útiles si cumplen con los objetivos para lo que han sido previstos, sin el monopolio de la información, sin controlar lo que las masas deberían saber, sin ocultar asuntos de los que la población requiere estar informada, y el sistema actual tiene muchos.

Entonces, hable o calle para siempre señor Presidente. Demuestre con hechos e investigaciones irrefutables al imperio que su vicepresidente Tareck El Aissami
es inocente. Sepárelo del cargo e investíguelo. Aclare al imperio que también es falsa la información sobre venta de pasaportes y visas venezolanas a ciudadanos extranjeros.

Pero no coaccione o prohíba la libertad de expresión porque el malestar puede ir creciendo hasta crear una situación insostenible para que la sociedad explote.

La libertad de prensa en Venezuela vive sus “horas más tristes”, ya que mientras el régimen crece con nuevos medios para su “aparato de propaganda”, se reduce a las empresas periodísticas independientes por falta de papel.

Para el Libertador Simón Bolívar, “la primera de todas las fuerzas es la opinión pública”, y “la esclavitud es la hija de las tinieblas; un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción: la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos a todo conocimiento político, económico o civil: adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la justicia”.

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