La que nunca se rinde

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La bisabuela de Clara nació cuando Venezuela era un país rural, atrasado y pobre. Por desgracia, la nieta de Clara, también, aunque habían transcurrido más de cien años entre el nacimiento de una y otra. A la bisabuela le dio tifus cuando tenía quince años y el médico sentenció: “si se salva, va a vivir cien años” y así fue. Esa mezcla de razas, blanca, india y negra logró milagros. Gente fuerte y aguerrida. La nieta de Clara, sin embargo, murió por falta de medicamentos en un país petrolero. Tenía dos años apenas. Cuando los medicamentos enviados desde el exterior llegaron, ya era demasiado tarde.

La bisabuela de Clara vivió unas cuantas revoluciones. Por su pueblo pasó toda suerte de caudillos. Le mataron dos hijos, y cuando los gochos de Cipriano Castro se detuvieron para apertrecharse en su ruta hacia Caracas, ella sacó dos escopetas que tenía y se las dio a sus hijos menores: “vayan a luchar por la patria”, les dijo. Uno murió en una montonera antes de alcanzar la capital, pero el abuelo de Clara sobrevivió no sólo para contarla, sino para fundar una familia de bien.

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Trabajó desde los dieciséis años, edad que tenía cuando su madre lo envió detrás del hombre a caballo. Cuando el petróleo empezó a ser nuestro producto estrella, se fajó a construir una empresa metalmecánica que surtía a la industria. Hizo dinero y les dio a muchas familias de empleados y obreros las oportunidades que no habían tenido. Deseaba que “la segunda generación”, como con orgullo los llamaba, fueran todos universitarios y lo logró. Sus hijos, los de sus empleados y los de sus obreros.

Su empresa ha pasado momentos muy difíciles. Le ha llegado toda clase de funcionarios, sobre todo en los últimos años, exigiendo el pago de una vacuna so pena de expropiación. Estuvo a punto de mandarlos a la porra, pero pensó en su gente y aguantó. Ahora su hija está al frente y sigue aguantando. Ella no sólo maneja su compañía, sino también se encarga de distribuir comida en los barrios más pobres. Cada día hay más gente pasando hambre, pero también hay más gente que ayuda.
Y es que está convencida de que en Venezuela amanecerá. Ha amanecido siempre. Y hay millones como ella dispuestos a luchar, a no cejar ante las injusticias y a reconstruir. Son hijos de Venezuela, la que nunca se rinde.

@cjaimesb

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