#opinion: Lectura – La cola por: Carlos Mujica

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La cola es lo que sigue después del cuerpo de algunos animales. El diccionario abunda en acepciones para definirla. Llamamos cola a la posición en fila que voluntariamente asumimos para esperar allí hasta que nos toque. Hacemos cola para acceder a un autobús o buseta, para ingresar a un banco, y ya adentro, en la cola hasta llegar a la taquilla; para tomar un tiquet numerado de un dispensador… y esperar hasta que se nos llame por el número que nos ha tocado. Cola es también la fastidiosa espera incómodamente sentados en los consultorios médicos. La cola no es un descubrimiento, la cola es una invención y un oficio: “gastar el tiempo”. El hombre moderno o contemporáneo  admite que hemos llegado a ser tantos ante los ineficientes servicios que verdaderamente las colas se han convertido en problema des estado.
Anterior a ellas la gente se amontonaba en la parada, ante un banco, ante una taquilla, o en la sala de un galeno. En el montoncito habían  “vivos”, pacientes, débiles, de todas las reacciones. Se forcejeaba y cada cual obtenía ventajas de ello. Los débiles, cuando ya todos se habían ido, siempre en cualquier montoncito quedaban de los  últimos. Un miembro de un montoncito, desventuradamente recibió un pisón tan fuerte que, terminada su diligencia, se fue a la casa con su dolor, pero también con la inquietud de que esas cosas no debían seguir como  hasta entonces. En su casa, el perro y el gato se echaron frente a él. El rabo extendido cuan largos eran. En su pensativa inquietud, asoció su pisón y el montoncito con los anillos o huesitos que longitudinalmente forman las colas de los animales, ¡Eureka!, -como dijo Arquímedes, había visualizado una solución. Propondría a los hacedores de montoncitos que se colocaran en fila. Y a esa fila de gente es lo que se conoce como “cola”. La cola, por estos antecedentes, es una invención y un oficio. Como toda actividad, el oficio de hacer  cola reclama se le reconozca como tal, y, en consecuencia, se compense económicamente. ¿Quiénes serían los responsables de incluir en sus nóminas a los trabajadores del oficio de hacer cola? Toda institución pública o privada, oficina, consultorios, etc. a donde se ocurra en atención a un servicio, si ya se ha formado una cola, entonces la institución registrará en una lista a los integrantes con el fin de cancelarle por su pérdida de tiempo. Los vivos, también conocidos como “pájaros bravos” no gozaran de la oportunidad que se les considera oficiosos de las colas. Bien identificados como son por todos los integrantes de una cola, eso de arrimarse en paralelo y avanzar en paralelo se acabará; se acabara también la incomodidad de la gente que pacientemente, con demostrado civismo, sin aviesas intenciones, ocupa su turno y avanza legalmente con el movimiento de los demás que avanzan imperturbables sin importunar a los demás. Se acabará, por eso, la incomodidad de expresarse angustiadamente: ¡la cola! ¡la cola! ¡ese coliao! Como se comprenderá es el desespero de todos los de la cola porque “pájaros bravos” pretendan colearse y asuman su responsabilidad civil. Lo de la remuneración es una hipótesis, pero las instituciones públicas y privadas sabrán cómo conseguirle solución a eso de las colas.

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