Sentido de la raya

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“Ni Maduro ni Trump, nos inspiramos en nuestros héroes”, dijo el político mexicano López Obrador, quien se queja de una campaña de guerra sucia que lo compara con el gobernante de nuestro país. “Están diciendo que si gana Morena –su partido-, México va a ser como Venezuela. Eso es falso”. La verdad es que nadie en este mundo quiere que lo asocien a nuestro gobierno y sus políticas. Y si el vinculado sacara de allí alguna ganancia política, tampoco sus rivales se la achacarían.

La izquierda latinoamericana que hasta no hace mucho humedecía de admiración por el modelo chavista, marca distancias con su sucesor, cuya reputación pasa, como se decía hace algunos años, de guatemala a guatepeor, y lo pongo en minúsculas porque no estoy hablando del hermoso país centroamericano. Mientras en la oposición se insiste en que los males actuales nacen en los dislates del causante, el chavismo disidente diferencia a Maduro del Comandante Eterno, algo que también hacen, pero a sus espaldas, algunos socios del grupito causahabiente que mandan y disfrutan como nunca, pero achacan todos los errores y problemas al de Miraflores.

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En España a PODEMOS, cuyo liderazgo no parece tener problemas de autoestima, como no sea por inflamación, tampoco le gusta que lo emparenten con Maduro y la gestión gubernamental venezolana. Claro que sobre la credibilidad de sus alegatos pesan los antecedentes de un señor Monedero –no es sobrenombre malintencionado, así se llama- y un Serrano, presuntamente economista, asesor del gabinete madurista en materias de su especialidad, en las cuales no destaca por exitoso, sino todo lo contrario.
Esta semana el Presidente de la Asamblea Nacional, legítimo Poder Legislativo nacional venezolano, acompañado del diputado Guevara, es recibido por el Presidente del Gobierno español Mariano Rajoy, la Primera Ministra británica Theresa May, el Presidente de Francia Emmanuel Macron y la Canciller Federal alemana Angela Merkel, en la que es la gira más impresionante que político venezolano alguno haya realizado por Europa.

Que cuatro jefes de gobierno tan importantes en la escena europea y mundial, se encuentren con el titular del Parlamento venezolano, órgano del Poder Público declarado en desacato por el TSJ y persona constantemente calificada como “traidor a la Patria” por la batería propagandística gubernamental del propio jefe del Ejecutivo para abajo, tiene un significado que no escapa a la comprensión de líderes de esa jerarquía. Revela la preocupación internacional por la crisis venezolana, la solidaridad que concita nuestra Asamblea Nacional y la lucha de nuestro pueblo, pero también el nivel del desprestigio del actual gobierno de la República.

Además de empobrecernos económica, social e institucionalmente, este gobierno ha puesto por el suelo la reputación de nuestro país, cuyo nombre ha rayado con noticias increíbles de ruina, ridículas exhibiciones de retórica absurda combinada con patéticos desplantes de mandonería, escándalos de corrupción y narcotráfico y, para colmo, la dolorosa migración de cientos de miles de compatriotas jóvenes que se van buscando un porvenir o, por lo menos, una oportunidad de supervivencia. Este gobierno y su modo de gobernar atentan contra el sentido común, se sabe, pero también con el grado máximo del sentido que nos defiende de la vergüenza y el ridículo, ese pudor social y cívico elemental que podríamos sentido de la raya.
Esto tenemos que cambiarlo. Aunque sea por elemental sentido de la raya.

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