Este 8 de noviembre se conmemoró un año más de la desaparición física del “guerrero” Guillermo Luna (IX), ese ilustre larense que nos dejara todo un legado de rectitud y probidad en su accionar de hombre público y líder indiscutible de la social democracia en Lara.
Quienes tuvimos la oportunidad de conocer y disfrutar la amistad de Guillermo Luna, podemos dar fe de su recia personalidad, lealtad, honestidad a toda prueba y una capacidad de trabajo demostrada durante su destacada carrera política y profesional.
Durante su carrera política fue un extraordinario parlamentario en la extinta Asamblea Legislativa la cual llegó a Presidir, así como Diputado del extinto Congreso Nacional por varios periodos, siendo designado Gobernador del Estado Lara durante el periodo de Jaime Lusinchi; además de corresponderle la difícil tarea de dirigir el relevo generacional que tuvo la misión de reconstruir a Acción Democrática en Lara, luego de las divisiones ocurridas con el MIR y el MEP.
Para algunos resulta incomprensible, como un Líder que tuvo tanto poder político a su alrededor, siempre mantuviera una postura marcada por la humildad, la sencillez, su vocación manifiesta por los más necesitados, por los barrios y comunidades marginadas, con un manifiesto rechazo a la ostentación, los lujos, custodios, guardaespaldas y a todo evento, actuaba con total desprendimiento y sin esperar nada como recompensa.
Todavía las comunidades más humildes de Lara tienen frescas en su memoria “las pequeñas grandes obras”, realizadas a través de los “gabinetes de barrios”, con los recursos rezagados acumulados en la “pequeña tinaja”, modalidad puesta en práctica durante su gestión como Gobernador, para llevarles “una gota de gobierno” a cada comunidad.
Su actividad política la asumió como un apostolado, fiel a su ideología social-demócrata, con una férrea lealtad con sus partidarios, postura poco común en quienes convierten la política en una actividad lucrativa y llena de ilícitos, lo cual le valió una serie de tropelías y canalladas por parte de enemigos internos de su partido, especialmente los “carlosandresistas”, los cuales ya habían horadado el otrora partido del pueblo, convirtiéndolo en una especie de franquicia en poder de los famoso “12 apóstoles” del autor Pedro Duno, quienes pretendieron exterminarlo políticamente, sin poder lograrlo.
Hacemos propicia la ocasión de este aniversario, para evocar la memoria de este gran luchador, quien nos dejó como valioso patrimonio, todo un legado de virtudes republicanas y de ser un verdadero y autentico “revolucionario”, en su discurso y en su actuación política, muy distinto a estos fariseos de nuevo cuño; fue un hombre que no se regodeó en el poder, no disfruto de ventajas y prebendas, nunca usufructuó el erario público, ajeno al despotismo y clientelismo político.
Vale la pena señalar, como debe sentirse la ausencia física de este insigne y notable Líder en las filas del otrora partido del pueblo Acción Democrática, en estos tiempos de marcada orfandad de liderazgos auténticos y de ambiguas o confusas posturas, asumidas por algunas organizaciones políticas de largas y reconocidas trayectorias en la construcción de la democracia.
Para concluir me permito decirles: que lejos estaba Guillermo Luna de pensar, que lo que fuera su grito de guerra y su slogan en las campañas electorales, con el tiempo se convertiría en un mensaje de fe y esperanza, en esta hora aciaga que vive la República, por eso como nunca antes: “Valor y pa´lante, que el triunfo es de los que nunca se rinden”.
