Trampa diabólica

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No escarmentada de lo ocurrido en abril del 2002 con el falso golpe de Estado inventado por Fidel Castro y Chávez, la oposición está a punto de caer en lo que podría ser una trampa diabólica. En un pugilato de alabanzas, algunos líderes de la oposición caraqueña, sin pensarlo dos veces, aplaudieron la intervención de la Fiscal Luisa Ortega Díaz, denunciando roto el hilo constitucional, por las sentencias del Tribunal Supremo de Justicia.

La Señora Ortega durante años convalidó las injustas sentencias contra Leopoldo López y otros opositores. Permanece callada ante la prisión de Antonio Ledezma, que ante los robos hechos al erario público se ha hecho de la vista gorda, que en escenarios internacionales ha dicho que en Venezuela se respetan los derechos humanos, puede ser digna de crédito con una declaración aplaudida y hasta respetada por el propio dictador Nicolás Maduro.

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No estaremos acaso ante la posibilidad de que déspota, magistrados y fiscal nos hayan preparado esta maniobra para demostrar en la OEA que aquí hay separación de poderes. En política la prisa de criterios es mala consejera. Herodoto decía: “La prisa engendra el error en todo y del error sale muy a menudo el desastre”.

Esta declaración de la Fiscal podría tener la virtud para el gobierno de parar el golpe civil, es decir lo que está a la vuelta de la esquina ante un gobierno insostenible: evitar que el pueblo salga esta semana a la calle sin retorno. Para creerle a la Fiscal, que pudiera también estar evitando, que la lleven, como corresponde, al Tribunal Penal Internacional, hay que exigirle públicamente el enjuiciamiento de personeros gubernamentales incursos en delitos de corrupción y de violación de derechos humanos.

No hay que olvidar que las dictaduras en el poder, son regímenes perversos, capaces de trucos y sofismas, medianías, magia negra, farsas, trabajo en las sombras. Parece mentira que los iluminados no tengan malicia, que olviden que estamos ante una dictadura, comunista, narcotraficante y militarista. Que “No todo el que dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos” (Mateo 7:21-23).

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Hay una realidad que ya no resiste más espera. Este es un gobierno que tiene el sol en la espalda, desprestigiado internacionalmente, tiene a Venezuela en el infortunio, se sostiene con el populismo más aberrante, a fuerza de argucias y estafas. Una corrección de palabras de las sentencias del Tribunal Supremo de Justicia no remedia el adefesio. Una mala sentencia debe ser derogada.

Y para el oficialismo agonizante, esta intención inesperada de corregir un ardid, al reunir Maduro el Consejo de Seguridad Nacional y ordenarle a los desventurados magistrados enmendar lo que habían hecho, lo que vuelve a demostrar es la concentración del poder en manos de un tirano.

Esta es la semana de la verdad. Ahora o quizás será demasiado tarde. Como lo ha recomendado la Conferencia Episcopal hay que salir a la calle. Ojalá que no se nos escape la oportunidad.

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