Cuando se creía que los cuentos de atentados y espionaje habían quedado para la historia, con la celebre bailarina holandesa, mejor conocida como la Mata-Hari((1876-1917), fusilada en París por espía durante la primera guerra mundial, para el cine o como recuerdos de la guerra fría, reaparece en Venezuela nuevamente el tema de los atentados virtuales y el espionaje.
Chile acusó a Perú de espionaje a sus instalaciones militares. Después fue el comandante Chávez quien señaló como espías a unos turistas colombianos que tomaban fotos en Barinas y que después sin comprobárseles el hecho fueron liberados, sin la alharaca con la que fueron acusados. Los Estados Unidos detuvieron a diez rusos que haciéndose pasar por canadienses realizaban en el territorio norteamericano labores de espionaje. En el grupo actuaba una mujer de nombre Anna Chapman, apodada la “mujer fatal”, por el grado de entrenamiento que se le comprobó poseía para este tipo de acciones. La red de espionaje llegó incluso hasta la Isla de Chipre, donde fue apresado otro ruso de la conexión.
En este recuento hay que mencionar también, que cuando todo indicaba que las relaciones entre Ecuador y Colombia estaban mejorando extraordinariamente, el Presidente Correa denunció que agentes del DAS colombiano realizaban labores de espionaje al propio mandatario ecuatoriano. La denuncia se hizo entonces desde Quito y Colombia rechazó la acusación. No dejó de llamar la atención que la denuncia la hizo Ecuador, cuando se especulaba su distanciamiento de las líneas políticas de los países del Alba, pues el acercamiento con los Estados Unidos, ya era notable.
Dicen los tratadistas de Derecho Internacional Público que el espionaje, en tiempos de paz, es un crimen sujeto a la jurisdicción de los tribunales del país contra el cual se ejerce. Pero en tiempos de guerra es una necesidad cruel reconocida como licita y es el espía quien se arriesga a sufrir las consecuencias si es capturado. Es importante recordar que el Reglamento de La Haya de 1907, considera como espía al individuo que “clandestinamente o con falsos pretextos recoge o procura recoger informaciones”. Así mismo, no son considerados espías los militares uniformados y algunos autores tampoco consideran “soplones” a los que se entregan a transmisiones radiotelegráficas. Y el espía solo es punible si es capturado en flagrante. El espionaje contra el propio país es traición a la patria.
El tema es apasionante y vuelve a estar en primer plano, porque el Señor Maduro ha dicho que no viajó a Nueva York porque fue informado –y sería por espías venezolanos en los Estados Unidos- que contra él en la considerada capital del mundo le harían un atentado. Nada más irrisorio. No hubo atentados en otras épocas contra Fidel Castro, Yacer Arafat, Hugo Chávez y ahora se haría uno contra Nicolás Maduro.
La política exterior e internacional de Venezuela se complica a diario. Ahora la cosa se pone delicada con Francia que tras denunciar que atrapó un gran cargamento de droga proveniente de Venezuela, coincide esto con la denuncia del gobierno de que el avión presidencial de fabricación francesa fue vendido con defectos. La falla sirve como excusa además para justificar el alquiler de un avión de Cubana de Aviación con el cual se mueve el Jefe del Estado, que abunda entonces en la especie de que los asuntos de Venezuela se deciden en La Habana.
De otra suerte, se especula sobre los resultados del viaje a China, donde no se conocen –y la oposición está pidiendo se aclare- los compromisos que firmó Maduro con el gigante asiático. Con razón en las redes sociales se hace humor anotando que los chinos con un mapa de Venezuela en la mano, dicen “tenemos patria”. Y todo esto sin contar lo ocurrido en Canadá.
De atentados magnicidas y espionaje estamos cansados los venezolanos. Se han convertido en elementos de distracción para que la gente, se olvide del desabastecimiento, la inflación y la corrupción galopante.