Así ha sido la vida de «El Chapo» Gúzman

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Considerado el narcotraficante más buscado del mundo, el capo mexicano Joaquín «El Chapo» Guzmán se inició muy joven como un simple campesino de plantíos de marihuana, pero su peligrosa astucia lo llevó a colocarse entre los hombres más influyentes y adinerados del planeta.

Apodado «El Chapo» por su baja estatura (1,55 m) pero considerado por los fiscales como uno de los narcotraficantes más inteligentes que hayan enfrentado, el líder del poderoso cártel de Sinaloa ha logrado burlar la vigilancia y escapar de dos de los siete penales de máxima seguridad de México.

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La noche del sábado se fugó de la cárcel del Altiplano, ubicada a unos 90 km de la capital, a través de un kilométrico túnel escondido bajo la ducha de su celda, poniendo en entredicho al gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.

Pero antes de jugar en ‘las grandes ligas’ del crimen, Guzmán pasó su infancia en los agrestes campos de Sinaloa (noroeste), un estado que ha sido cuna de los grandes narcotraficantes mexicanos.

«El Chapo» nació el 4 de abril de 1957 en el seno de una familia de agricultores del municipio de Badiraguato, y a finales de la década de 1960 abandonó sus estudios en sexto grado de primaria para irse a trabajar en los cultivos de amapola y marihuana, en una época en la que el consumo de drogas crecía en Estados Unidos junto con el movimiento hippie.

Reclutado por Miguel Angel Félix Gallardo, apodado «el capo de capos», una de las primeras labores de Guzmán fue contactar a narcotraficantes de las ciudades colombianas de Medellín y Barranquilla.

Con Colombia en su portafolio, «El Chapo» tejió alianzas privilegiadas para proveerse de cocaína y exportarla a Estados Unidos -el mayor consumidor mundial de drogas-, Europa y Asia.

Tras la captura de Félix Gallardo en 1989, Guzmán impulsó su cártel de Sinaloa hasta convertirlo en la agrupación narcotraficante más poderosa del país. Así, el capo llegó a ser considerado un ícono del crimen organizado a la altura del mítico colombiano Pablo Escobar y Washington ofreció una recompensa millonaria por su arresto.

   Misteriosas fugas

Guzmán escaló en el mundo de la mafia gracias a su talento para los negocios y su sangre fría para ordenar sanguinarios ataques contra sus adversarios.

Uno de los episodios más sonados de esta pugna fue el asesinato en 1993 del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo por sicarios de los hermanos Arellano Félix, del cártel de Tijuana. Según las autoridades, los pistoleros confundieron al religioso con «El Chapo».

En junio de ese mismo año, Guzmán fue detenido en Guatemala y trasladado al penal de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco (oeste), de donde se fugó el 19 de enero de 2001 aparentemente escondido en un carrito de ropa sucia.

Tras su evasión, se convirtió en el gran símbolo del narcotráfico contra el que el expresidente Felipe Calderón (2006-2012) lanzó al Ejército.

Mientras «El Chapo» aparecía en la lista de las mayores fortunas del mundo de Forbes de 2011, con más de 11.000 millones de dólares, las autoridades mexicanas libraban una intensa persecución contra el capo, quien logró escabullirse en varias ocasiones gracias a puertas reforzadas con acero en sus residencias y un sistema de túneles secretos.

Finalmente, el 22 de febrero del año pasado fue aprehendido nuevamente, pero diecisiete meses después repitió su azaña, esta vez en el penal del Altiplano.

Convertido en el delincuente más buscado por México y Estados Unidos desde su primera fuga, este hombre es el criminal «más inteligente y con mayor capacidad de reacción» que haya enfrentado la fiscalía general mexicana, dijo alguna vez el difunto suprocurador José Luis Santiago Vasconcelos.

   Personaje convertido en leyenda

Durante su estancia en la cárcel del Altiplano, firmó junto con otros 140 reos una carta dirigida al ombudsman para denunciar las condiciones «inhumanas» de su encarcelamiento, que incluían comida con gusanos o colchones maltrechos para la visita conyugal.

Estas y otras excentricidades han contribuido a las numerosas historias que se han tejido en torno a Guzmán: que se había hecho una cirugía plástica para cambiar su rostro, que vivía escondido en las montañas o que solía pasearse en las ferias ganaderas de Sinaloa.

También se rumoreaba que acudía a conocidos restaurantes o bares donde se cerraban las puertas y se recogían celulares a los asistentes, a los que después se les pagaban las cuentas.

En Sinaloa vive gran parte de la familia de Guzmán, incluida su madre, una mujer profundamente religiosa que en alguna ocasión no dudó en encarar al gobierno para reclamar por la persecución de su vástago.

Según distintos reportes, Guzmán ha tenido tres esposas. La más reciente sería una reina de belleza de Durango con la que se habría casado en 2007 cuando ella cumplía 18 años, en una fastuosa boda en medio de un impresionante dispositivo de seguridad que incluyó cuatrimotos y aviones.

A Guzmán se le atribuyen 10 hijos, uno de ellos asesinado a balazos en 2007 en un centro comercial de Culiacán, capital de Sinaloa.

 Lea también: «El Chapo» Guzmán escapa nuevamente de una cárcel de México

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