El chavismo, con esa depravada y demoníaca triada que conforman: el fantoche que la encabeza, el capitán que inventa chismes cooperantes y el loquero que está de diván, les ha dado por convertir una divertida canción en política de Estado: sí la oposición se sube en un árbol, ellos se suben en el árbol; si la oposición les da por subirse a una loma, ellos se montan en la loma; si la oposición se lanza al río, ellos se meten al río; y si la oposición se sale del río y se mete en su casa, ellos se salen del río, invaden y expropian la casa para poner la cosa bien fea.
La carrera de obstáculos en que se ha convertido hacer política en el país es como oír a La Faraona, Lola Flores, cantando “tú lo que quieres que me coma el tigre”. Lo insólito de esta actitud perversa, pero harto conocida en este gobierno, es que descubrimos que el tigre que nos persigue está vetusto, desdentado, desmemoriado, errático y con pereza intelectual.
Fíjense que el régimen se inventó un improvisado templete en el Panteón Nacional, de esos que los gobiernos de la democracia civil no hacían por respeto a la majestuosidad del recinto, que lo presidió, en manga de camisa, el primer indocumentado nacional (cualquier acepción del diccionario) para presentar a los peligrosos y feroces felinos que destruirían a la oposición.
Viejos, desdentados y cansados
Ver a un inefable personaje proponer la disolución del parlamento, quizás porque vio la maldad en los ojos del presidente del parlamento y en eso de descubrir verdades oculares él ha acumulado experiencia desde el testigo estrella o que el voluminoso y engominado abogadesco, quien debiera ser nuestro representante en salto con garrocha a los juegos olímpicos, negase la disolución parlamentaria pero propusiera cárcel a los diputados, nos demuestra cuán desesperados están para recurrir a estos aciagos y cusucos interlocutores.
Pero no conformes con eso el defensor del pueblo, que en esa carrera tiene materias pendientes, se le ocurrió aseverar que en los primeros 10 años de la democracia los gobiernos exterminaron, la dantesca cifra, de 5 mil personas, olvidándosele el detalle que eran combatientes alzados en armas y que él, ya en el cargo, nunca calificó de dantesco los 25 mil muertos del año 2015, será por eso que en ese mismo acto fue juramentado como ministro de la seguridad a un general al que no se le divisa el honor por ninguna parte.
Es que los argumentos para inhabilitar a la oposición se han vuelto demasiado predecibles, pueriles y hasta baladíes: si se solicitaba el revocatorio en enero hubiesen dicho que era extemporáneo porque el heredero de abdicación decembrina había comenzado su reinado bolivariano en abril y si se esperaba hasta abril entonces calificarían a la oposición de poco diligente; sí se recogían solo las firmas necesarias, entre las que anularon, los infiltrados que dieron datos falsos, los que se presentaron para usurpar la identidad de otro y los que fueron a más de un sitio a validar, no se hubiese activado; sí se recogían más firmas de las necesarias, como se hizo, era porque se usaron bases de datos para hacer un fraude o se pusieron a firmar a los muertos.
Semana a semana la crisis de gobernabilidad se hacen más evidentes en el país, quienes llevan las bridas de la nación juran que los venezolanos nos esconderemos por miedo a que nos coma el tigre, sin percatarse que estamos hastiados del Socialismo del Siglo XXI.
Llueve… pero escampa
Por Miguel Yilales
@yilales
