La moral y sus circunstancias

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La ética analiza los hechos que tienen significados morales, vale decir, que pueden ser considerados correctos o incorrectos, propios o impropios, según alguna escala de valores. Estos tiempos son propicios para reflexiones éticas, precisamente porque las escalas de valores estan colapsando bajo la presión de los hechos, de las circunstancias y de la multiplicación de actos que ayer considerábamosimpensables o excepcionales. Junto con el colapso de la sociedad estan colapsando las argumentaciones que sostienen y justifican las conductas. Ya no hay conductas normales, todas son excepcionales.

En nuestras sociedades siempre hubo diversidad de conductas morales que abarcaban las consideraciones más extremas, desde los santurrones a los que no les hacía mella las dificultades y limitaciones de terceros y que más bien afirman que ellas son una oportunidad para actuar como testimonio de fortaleza moral, agradecer a entidades superiores y condenar a los más débiles por su conductas reprochables, hasta los que ante las crecientes dificultades cotidianas deciden, simplemente, mandar al traste sus convicciones y actuar en plan de supervivencia. Se trata del clásico conflicto entre la ética del deber y la ética de la necesidad.

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En el medio se ubican los cínicos, vale decir, aquellos que son indiferentes a los demás. Nuestros cínicos de hoy no viven desnudos en la plaza del mercado como lo hacía Diógenes, el fundador de esta tendencia en la antigua Grecia,ni defecan a la vista de todos, pero con su indiferencia hacen lo mismo que el Diógenes original: la estan poniendo.Cínicos son aquellos que viendo las circunstancias, no hacen nada para cambiarlas.

El conflicto entre valores absolutos y relativos nunca fue más evidente: estan los que afirman que jamás harían esto o aquello y quienes de repente se ven obligados, de manera reiterativa, cotidiana y sin sentimientos de culpa, a hacer lo que nunca pensaron que algún díaharian. Hay personas que estan empezando a llevar una doble vida, una publica y otra ante si mismos, al sentirse apremiados por las necesidades que deben atender.

Hay quienes han convertido la inversión de valores en asunto de políticas públicas. Lo hizo Chávez cuando dijo: “Yo también robaría si tuviera hambre”. Esta afirmación, aceptable como explicación sociológica hecha en un ambiente académico, se convierte en una justificación cuando se hace ante un medio público. Luego vino todo lo demás: la invasión de terrenos urbanos, la invasión de fincas agropecuarias, la ocupación de empresas hasta el desplome de la economía nacional. Hasta los que no tenían hambre ni razones para robar comenzaron a hacerlo sin ningún riesgo. Oficiales que nos gobiernan y que se suponen defensores de los valores patrios –entre ellos el honor y la honestidad- ahora son señalados como notorios narcotraficantes, violadores de derechos humanos y miembros de bandas de ladronesque estan destruyendo al país.
Roban los poderosos que no tienen necesidad de robar y roban los pobres que no tienen otra manera de paliar su hambre.

Claudio Beuvrin

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