En Quíbor cada día es de resistencia y supervivencia en colas

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En Quíbor, atender las necesidades básicas se ha vuelto cuesta arriba, más aún para las personas con discapacidad, a quienes no se les respeta el derecho constitucional a la atención preferencial ni se les garantizan artículos  básicos como alimentos y  medicinas.

Hyldemaro Rodríguez es vocero de la Comisión presidencial para la personas con discapacidad y paciente parapléjico. Detalló que no controla sus esfínteres y, por tanto, además de medicinas necesita pañales, los cuales no encuentra en el mercado.

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Manifestó que la crisis actual complica aún más su desarrollo, sin embargo, ha tenido que ser ingenioso para atender sus necesidades. Usa toallas clínicas, en vez de pañales para adultos y sostiene que no desea depender enteramente de programas como el Comité Local de Abastecimiento  y Producción (CLAP),  sino acudir al mercado y cubrir sus necesidades en la medida de sus posibilidades económicas.

Se preguntó dónde están los pañales socialistas “guayuco”, de la empresa inaugurada en 2009 por el mismo expresidente de la República, Hugo Chávez, o la producción de empresas recién estatizadas, también dedicadas al rubro.

Rodríguez, quien también es vocero de la mesa de personas con discapacidad del consejo comunal La Felicidad, en el municipio Jiménez, denunció que la última entrega de bolsas  no incluyó leche, necesaria para la alimentación de los niños, ni pasta, que según detalló es la más rendidora para atender a una familia.

Al salir a la calle, señala, “el alboroto es total”. Esporádicamente llega  comida a algunos comercios privados del  municipio, en especial a tres del centro de Quíbor, pero de estos se abastecen también habitantes de regiones foráneas, por lo que la dotación es insuficiente y adquirir alimentos “bachaqueados”  o  vendidos por bulto a precios especulativos es económicamente complejo.

Denunció que los habitantes del municipio han visto cuando descargan bultos de alimento en galpones privados, cuyos propietarios se desconocen. Sin embargo, es de allí mismo de donde ofrecen un bulto de harina de maíz precocida en Bs. 38.000. Repudia que no haya una alimentación acorde con las condiciones de cada venezolano, ni medicinas.

Señaló que también registran problemas con la dotación de gas doméstico, lo que ha menguado aún más la calidad de vida de los quiboreños. Quienes tienen la posibilidad, adquieren  la bombona  a través de “acumuladores”, que en algunos casos son artesanos, a quienes sí les despachan el rubro. Las acumulan en sus casas y luego las compran a la empresa pública para entregárselas a sus dueños originales. No obstante, una bombona, cuyo valor es de Bs. 600, la comunidad debe pagarla por esta vía a Bs. 1.300  y hasta Bs. 1.500. A la falta de alimentos, se suma la preparación de los mismos en cocinas de leña, lo que trae consigo el trabajo de la recolección de madera seca y otras tareas que se suman a las labores diarias y a la búsqueda de comida.

 

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