Violencia descontrolada: arma de doble filo para gobierno y oposición

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Un joven quemado por manifestantes en Caracas; 55 muertos y brutales destrozos. Tanto el gobierno como la oposición admiten que la violencia en las protestas contra Nicolás Maduro está fuera de control y los analistas advierten que puede ser un arma de doble filo que dispare aún más la tensión.

«Repudiamos la violencia venga de donde venga», dijo este miércoles la fiscal general Luisa Ortega, conocida chavista pero crítica del gobierno de Maduro.

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«Es dantesco que un joven haya sido quemado en  Altamira, pero también es vulgar que aparezcan videos manipulados en beneficio de uno de los grupos en pugna», apuntó la fiscal que investiga el atroz ataque a Orlando Figuera, de 21 años, apuñalado e incendiado al terminar una masiva protesta el sábado en Caracas.

El gobierno acusa a grupos de la oposición de haber quemado al joven «por ser chavista»; la oposición, que también lo condena, asegura que fue un linchamiento de los que ocurren en Venezuela por «estar robando».

«Basta de bandas armadas, que saquean (…) Agarrar a un ser humano y prenderlo en candela, la respuesta de la oposición es incendiar calles», dijo el mandatario.

Maduro asegura que su proyecto de Asamblea Constituyente, para modificar la carta magna, traerá «la paz». Pero sus críticos dicen que no es más que un intento de perpetuarse en el poder.

   Zonas devastadas

El gobierno responsabiliza a los opositores, algunos armados con piedras y cócteles molotov, de los enfrentamientos descontrolados. Pero sus adversarios aducen que tienen que defenderse de las bombas lacrimógenas, perdigones e incluso balas.

«La violencia es de ellos, que usan balas. Mataron a un amigo. Si nos dejaran marchar, no hacemos nada. Pero atacan primero, por eso lanzamos piedras y botellas», dijo a la AFP Alejandro, de 19 años, miembro de un «grupo de choque» opositor o de los conocidos «encapuchados».

Decenas de comercios saqueados, estaciones de policía quemadas, carros y edificios destruidos: son los rostros de zonas devastadas como Los Pozones, en Barinas (oeste), cuna del presidente fallecido Hugo Chávez; Flor Amarillo, en Valencia (norte), o San Antonio, en las afueras de Caracas.

Y ya son 55 muertos, según la fiscalía, cuando se cumplen 54 días del inicio de las movilizaciones que exigen elecciones generales para la salida de Maduro y rechazan la Asamblea Constituyente que se elegirá en julio.

En algunas zonas del país la situación es catastrófica: es el caso de Táchira (oeste) donde Maduro ordenó militarizar la ciudad luego de disturbios y saqueos y hasta el incendio de un vehículo frente a un destacamento del Ejército.

Los enfrentamientos suelen prolongarse hasta la noche, especialmente en la provincia, lo que hace que la escalada de violencia aumente.

   Grupos de guerra

Pero la violencia no beneficia a nadie, advierten analistas. Ni al al gobierno porque incrementa la presión internacional en su contra, ni a la oposición porque la aleja de sus objetivos.

«Para que la oposición tenga éxito, debe masificar la protesta; si se hace radical y violenta, se espanta a la gente y se focaliza en grupos de guerra», señaló el analista Luis Vicente León.

Nicmer Evans, politólogo chavista pero crítico a Maduro, considera que tanto en el gobierno como en la oposición hay sectores que impulsan la violencia, pero acota que ésta ha «desprestigiado» en particular a la protesta opositora.

«Vemos a unos guerreros encapuchados, con bombas molotov, en una confrontación estúpida de David contra Goliat que genera rechazo y aleja los objetivos», agregó.

Para algunos esto no es más que un manotazo del gobierno, ante un país devastado por una crisis económica, marcada por la carencia de alimentos y medicinas y una inflación que superará 720% este año, según el FMI, casi el doble que Sudán del Sur.

El gobierno promueve la confrontación «porque ya no tiene apoyo popular». «Pero aunque hay miedo, la gente quiere seguir protestando, con más vehemencia y pasa a la ofensiva», dijo el sociólogo Roberto Briceño León, director del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV)

Y si la espiral de violencia se mantiene, coinciden los analistas, podría rozar peligrosamente los bordes de una «guerra civil», tal como advierte Francisco Coello, sociólogo de la Universidad Católica Andrés Bello.

Por eso -insisten- la única salida es el diálogo. «No se resuelve un problema de este tipo, no hay transición, sin negociación política», afirmó León.

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