El Rincón de los Miércoles

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I

El béisbol es el deporte preferido de los venezolanos. Mientras el mundo se decanta por el fútbol, aquí, entre nosotros, la pelota profesional ha conservado intacta su pasión desde los inicios de los campeonatos anuales. Es una actividad que genera, entre otras cosas positivas, trabajos bien remunerados no solamente entre los jugadores nativos y extranjeros. También se lucran los grupos encargados del mantenimiento de los parques, personal administrativo de los equipos, además de ser una excelente manera de promoción de las empresas que aprovechan las transmisiones radiales y televisivas con una millonaria audiencia. Junto a otros países como República Dominicana, Puerto Rico y México, Venezuela forma parte del circuito beisbolero del Caribe desde hace muchos años. Las organizaciones de los equipos de las Grandes Ligas se surten de esa cantera de un valioso material humano dirigido a fortalecerse para la temporada invirtiéndose millonarias sumas en el desarrollo de cada individualidad. Resumiendo: el béisbol, además de ser un deporte muy atractivo para la gente, es una fuente importante en la economía de las ciudades y de los países. Una capital que se precie de moderna siempre tendrá un estadio de béisbol para recreación de sus habitantes, fanáticos o no, cuyas emociones son difíciles de ocultar a la hora de un buen partido. En Venezuela las gerencias de los equipos sostienen a la mayoría de los estadios como una manera de ayudar a cubrir gastos de mantenimiento y mejoramiento de sus infraestructuras. Evidentemente se trata de una industria que busca también ganar dinero ofreciendo a su clientela un gran espectáculo. Habría que preguntarle a los dueños de los equipos si están conformes con los resultados económicos de las inversiones que hacen para saber si el negocio vale la pena.

II

Toda esta historia tiene que ver con la incertidumbre que existe en torno a la próxima temporada de béisbol profesional, sobre lo cual conversamos con gente vinculada al beisbol. “Una pregunta difícil –dice por ejemplo Alfonso Saer, el veterano narrador de los Cardenales de Lara, el equipo de la casa. Muchos piensan que este año no se jugará en Venezuela por razones suficientemente conocidas, como la turbulencia política del país, un problema que nos afecta a todos por igual. A eso se une el aumento de los gastos para cubrir los salarios de los peloteros extranjeros y de los venezolanos y la poca capacidad del transporte aéreo para la movilización entre las ciudades donde se juega. Por ejemplo, un Cardenales-Bravos de Margarita sería un verdadero dolor de cabeza para ambos equipos por falta de vuelos entre la isla y la capital larense. Tampoco puede pensarse en viajes terrestres cuando sabemos del peligro que representa por el alto riesgo para la integridad física de los pasajeros. Ya son muchas las noticias sobre asaltos en las principales carreteras del país con lamentables saldos. Nos preguntamos todos si vale la pena correr ese albur donde se expone la vida en cada kilómetro recorrido. En lo económico el gobierno seguramente raspará la olla, como se dice en criollo, para conseguir dólares preferenciales para subvencionar de alguna manera el costo de la temporada 2017-18, no porque les guste mucho ese deporte, sino porque les conviene por razones muy obvias. Aquí surge una pregunta de buena cuenta: ¿Por qué no utilizar esos dólares para aliviarle la carga a los venezolanos que sufren la falta de alimentos y medicamentos?. Otro de los detalles a tomar en cuenta para suponer que este año no se jugará béisbol es la inseguridad reinante en las calles y avenidas de nuestras ciudades, cuando el sol le da paso a la noche convirtiéndolas en trampas para cazar a quienes se atreven a desafiar la peligrosa nocturnidad cuando regresen a casa.

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III

Sobran en las redes sociales los comentarios sobre la digna posición de nuestro Luis Aparicio al declinar la invitación para estar presenta en el pasado Juego de Estrellas. Luis siempre ha sido un venezolano de excepción y era muy difícil no conmoverle la triste historia de los jóvenes muertos y heridos cuando intentaban defender la democracia de su país… PLEBISCITO: Ya el país habló, y bien, el domingo pasado. Ojalá que su mensaje haya llegado con fuerza a quienes se les dirigió. Una jornada que debe enorgullecer a todos los que participaron de diferentes maneras en la consulta popular. Estuvimos en la Plaza Altagracia donde votaron casi 6 mil fervorosos demócratas, esperanzados en el futuro de la Venezuela con la cual soñamos, incansables y solidarios, ciudadanos de excepción con los cuales compartimos durante horas su entusiasmo.

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