Jesús Granadillo, gerente general de Telecentro: De la escuela de la vida al periodismo

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Decir su nombre está asociado a los medios de comunicación y a la gerencia de estos, pero también a la pluma y cara de los mismos. Adoptado por Barquisimeto, pero oriundo del estado Zulia, Jesús Granadillo atribuye su amor a la ciudad musical a distintas cosas “puede ser por sus hermosos crespúsculos, también por el cocuy”.

Este zuliano “barquisimetido” es indiscutiblemente regionalista de sus dos tierras, con una vida llena de anécdotas y labores desempeñadas en distintos ámbitos, fue el invitado esta semana para el Desayuno Foro de EL IMPULSO, en el que fue acompañado por nuestro Director Editor, José Ángel Ocanto.

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Sus ejemplos de vida

La parroquia Coquivacoa, de la tierra del sol amado fue el lugar que vio nacer a Jesús Granadillo, el mayor de cuatro hermanos, resultado de la unión de Jesús Granadillo (padre) y Ana Graciela Ávila. Desde pequeño conoció la importancia de trabajo, puesto que sus progenitores se dedicaron a desempeñar distintas labores para darle calidad de vida tanto a él como a sus hermanos menores.

“Mi papá era egresado de la universidad de la vida”, dijo el periodista, recordando que a quien le debe su nombre ocupó distintos cargos públicos a pesar de no tener los estudios correspondientes, debido a que, para la época era común que fueran los cercanos a los gobernantes ocuparan este tipo de puestos.

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Por su parte, la señora Ana Graciela se dedicaba a ser modista, confeccionando prendas para las diferentes personas que acudían a ella. “A nosotros nunca nos faltó un estreno en diciembre o los uniformes para la escuela, ella siempre los hacía con retazos o lo que tuviera”.

Con apenas 9 años de edad, Granadillo sufrió la pérdida física de su padre quien con tan solo 36 años sufrió un infarto fulminante que lo hizo pasar a un plano celestial, dejando entonces a sus cuatro hijos con su madre. La costura fue lo que sacó adelante a la familia luego del triste acontecimiento, pero también contribuyó el carácter dominante de doña Ana quien les inculcó a sus hijos la cultura del trabajo y estudio.

A los 11 años Jesús Granadillo contaba con la disciplina y disposición de ser monaguillo en la iglesia Santa Bárbara, en donde estuvo al lado de Monseñor Mariano Parra León, quien se desempeñó en áreas como el periodismo, la política y la educación. “Me levantaba a las 4:00 de la mañana porque la misa era a las 5:00, me alistaba y caminaba como diez cuadras para llegar”, recordó. Los domingos eran los días en que el párroco daba una retribución económica a los jóvenes que colaboraban, dinero que, en su caso, hacía entrega a su madre para ayudarla con los gastos.

Además de esto, era quien hacía entrega de las prendas que doña Ana confeccionaba, también la ayudaba a buscar las telas. El trabajo que esta realizaba como modista era interminable, aunado a los quehaceres del hogar en donde todo lo hacía sin ayuda de alguna persona externa.

Ver el constante trajín de su madre, lo motivó a tomar la decisión de trabajar con tan solo 15 años. “Ella me dijo que si estaba loco, que me quedara estudiando porque yo iba a ser médico. Yo le dije que no abandonaría los estudios, pero que con todo el trabajo que ella estaba haciendo entonces no iba a llegar a verme graduado”. Fue así como Jesús Granadillo dio sus primeros pasos laborales como repartidor de la Botica Baralt, mientras que en la noche acudía al liceo.

 

Un constante aprendiz

“Yo soy como una gaveta: metío”; fue precisamente su hambre de aprender que lo llevó a escalar puestos, luego de ser repartidor se desempeñó como mensajero de Comercial Belloso C.A (Cobeca). Además de esto, aprovechaba cualquier curso que se anunciara para realizarlo y tener formación en distintos ámbitos.

Posteriormente, incursionó en la banca, siendo mensajero del Banco de Maracaibo, su constante inquietud por aprender lo llevó a escalar posiciones en dicho ámbito. “Yo no sé lo que es la siesta”, aseguró Granadillo, para ratificar que su constante empeño en conocer cosas nuevas ocupa la mayor parte de su tiempo.

Su paso por dicho banco lo llevó a conocer distintas personalidades, esto junto a su conocimiento en el área hizo que se dirigiera a la ciudad capital. Una vez establecido en el lugar ejerció labores en el Banco Francés e Italiano, que posteriormente llevó el nombre de Banco Latino, allí funcionó como vicepresidente durante varios años.

 

Llegada a suelo larense

La década de los ’80 iniciaba cuando fue enviado durante cuatro meses a Barquisimeto por razones laborales, ciudad que lo cautivó y que fijó como lugar de residencia junto a su esposa para ese momento y sus tres hijos, quienes a pesar de haber nacido en Caracas, tienen sentimiento guaro, dijo.

Su ética profesional le causó ciertos impases con quien para inicios de los años ’90 ocupaba el cargo de presidente del Banco Latino, por lo que decidió retirarse para comenzar una nueva etapa en la entidad bancaria, Casa Propia. Para ese entonces ya contaba con diversos contactos, varios de estos dentro del mundo de la política entre ellos Miguel Ángel Contreras (ex gobernador de Distrito Federal), Alberto Finol (diputado ante el entonces Congreso) y Guillermo Luna, quien fue el mandatario regional en Lara.

La cercanía con este último le permitió ser su secretario privado, lo que para muchos resultó una incomodidad, puesto que lo catalogaban como un “paracaidista”. Su cargo hizo que le fueran colocados apodos como “el monje gris”, sobrenombre que luego conoció que le fue asignado en comparación con Grigori Rasputín a quien le decían “el monje loco”, mientras que el gris se debía al carro que para la época tenía, que era de dicho color.

La presión constante provocó que dejara a un lado el mundo de la política e iniciara a trabajar con Alberto Finol, a quien había conocido hacía algún tiempo y del cual era amigo. “Cuando Carlos Andrés Pérez inició su mandato hicieron una especie de barrido a todos aquellos que tuvieran relación con Jaime Lusinchi, pero nos dijeron que una manera de ser intocables era ser parte de algún medio y estar relacionado con el deporte”.

Fue así como a Jesús Granadillo lo enviaron nuevamente a su tierra natal, mientras que él hizo la promesa de regresar a Barquisimeto. Durante su estancia en el estado Zulia realizó distintos contactos para comprar algunas emisoras, asimismo, sirvió como gerente del equipo de béisbol Petroleros de Cabimas.

Una vez hecha su labor, retornó a Lara, en donde continuó gestionando la compra de algunos medios, a pesar de que para la época, solo dominaba el área financiera. Fue así como se hicieron las negociaciones con accionistas del canal de televisión, Telecentro, y fue comprado en su 100% por Alberto Finol.

“Yo no sé si el periodismo es algo que se me dio porque mi padrino de bautizo fue Abdías Villalobos, quizás en el agua me pasó un poco de sus conocimientos”, dijo Jesús Granadillo, quien nuevamente mostró sus ansias por el conocimiento y se involucró de lleno en el nuevo ámbito en que se encontraba, escribiendo para diario regional.

Su cargo de gerente le ganó ciertos adversarios, quienes consideraban que Granadillo no merecía ocupar dicho puesto debido a que no era comunicador social. Esto fue tomado como un reto para el zuliano, quien en el año 2.000 decidió estudiar la carrera  y así librarse de cualquier comentario de ese tipo.

A lo largo de todos estos años se desempeñó como periodista a través de diversos programas, tanto de radio como de televisión. Asimismo, estaba encargado de la gerencia de la planta televisiva. Granadillo no oculta lo difícil que ha sido mantenerse en la que ha sido su casa laboral. Una de las problemáticas vividas era en cuanto al desalojo del local en donde están ubicados, una solicitud que se mantiene paralizada debido a que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) evalúa nuevamente el caso.

La otra arropaba más a Granadillo, quien como gerente debía responder a al menos 30 empleados que habían renunciado a la empresa y esperaban sus arreglos económicos. Aseguró que esto también se había solventado gracias a la actuación de los accionistas, quienes lograron saldar las deudas que correspondían no solo a quienes se habían ido, sino también a quienes permanecían laborando y no percibían sus beneficios.

“Actualmente la nómina del canal es de 13 personas, quienes batallamos por mantenernos vivos. No se tiene equipo en la calle, solo un noticiero que si se quiere se hace de manera virtual”. Para el gerente resulta complejo el hecho de no tener certeza con respecto al futuro del canal, debido a que la concesión está vencida desde hace 8 años, por lo que no tiene garantía alguna de renovación.

Nuestro Director Editor, José Ángel Ocanto, preguntó al entrevistado con respecto a las limitaciones del periodismo actual, a lo que Granadillo respondió que siente una contradicción, puesto que como profesor universitario inculca a sus estudiantes la búsqueda de la información oportuna y veraz, mientras que hoy en día la práctica es distinta por la censura de la que son víctima los medios de comunicación.

 

Su percepción

Granadillo añora estar con sus cinco hijos en las fechas especiales, puesto que solo uno de ellos se mantiene en el país. Adolece de lo mismo que gran parte de los venezolanos y considera que desde el punto de vista político hace falta un liderazgo, no un mesías, pero sí alguien que tenga la capacidad de expresar el sentir del pueblo.

Espera un cambio pacífico y constitucional, pero también cree que se debe tener ayuda de organizaciones internacionales. Aún se muestra dudoso con respecto a quien votar como candidato unitario para la gobernación del estado Lara, pero espera que la entidad reciba verdaderos beneficios más que promesas.

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