#Opinión Realidad merideña

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Anduve por Mérida, “labradora y estudiosa” que diría Don Mariano en su fino modo de comunicar las ideas. Por la capital del estado, la ciudad universitaria. Por el Valle del Mocotíes en Bailadores, Santa Cruz de Mora y Tovar, y por esos mismos rumbos más al Sur en Guaraque. Admiro su espíritu comunitario, su apego al trabajo, su valoración de la cultura en su más amplio sentido. Esos rasgos marcan su signo progresista.

Por eso regresé a Caracas tan preocupado por lo que pude ver y escuchar. ¡Cuánto daño han hecho a esa región estos casi veinte años de este descalabro que se empeñan en llamar revolución! Desde abril de 2016 no había podido venir y cómo se nota el deterioro. A nivel nacional, la propaganda repite su disco rayado de excusas pero la inapelable realidad merideña la desmiente.

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Producir cuesta más, en plata y en esfuerzo. Semillas, fertilizantes y pesticidas no se consiguen o cuestan carísimo aunque no tengan calidad certificada. Repuestos y lubricantes para los vehículos indispensables en la faena agrícola se convierten en inalcanzables. Para los combustibles, indigna ver las larguísimas colas día y noche en las estaciones de gasolina, esperando horas y horas. Conseguir efectivo para pagar los jornaleros aumenta los costos, hay que pagar por él. Y el efectivo es imperativo porque escasean los puntos de pago, no se abren nuevas agencias bancarias y las que hay están atestadas. Además hace falta para comprar a menor precio lo que necesitas, porque como en esta economía distorsionada por las decisiones de los gobernantes nacionales y sus consecuencias, ya es un negocio en sí mismo, se usan las mercancías como medio de adquirirlo para luego revenderlo.

Todos siembran una pequeña proporción de lo que antes sembraban. Y después, lo peor es que el fruto de su trabajo tienen que compartirlo con la corrupción y el abuso de autoridad. Transportar la cosecha hasta los mercados amerita un viaje por carreteras peligrosas donde se les cobra peaje en dinero o en especies.

Mucha gente se ha ido. Otros quieren irse. Sobre todo los jóvenes. Jóvenes opositores y jóvenes chavistas. Se han marchado a la vecina Colombia, otros han seguido más al Sur del continente y, al preguntar por ellos en sus pueblos, supe de casos de emigrados a España y Estados Unidos.

A Mérida, como a toda Venezuela, le hace falta recobrar la esperanza. Un gobierno nacional e internacionalmente creíble es la clave. Para eso el cambio. Sin duda.

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