#OPINIÓN Ventana abierta ¿Por qué se fueron?

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Para recordar: “Y ahora, he aquí, el clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta mí, y además he visto la opresión con que los egipcios los oprimen” (Éxodo 3:9). Dios siempre ha tenido, hasta hoy, hijos en esta tierra (Génesis 6:2). No obstante, tenía un pueblo especial, desde Abraham (Génesis 12), pasando por Isaac, Jacob (Israel), las doce tribus, luego Moisés y otros, y dicho pueblo fue predilecto hasta la muerte de Cristo en la cruz.

Hubo una época, cuando los hebreos fueron vilmente oprimidos por los egipcios y Dios escuchó desde el cielo, el “clamor de los hijos de Israel” y llamó a Moisés y a su hermano Aarón, para que los liberaran. Por cierto, en Enero 2018, “Arqueólogos descubren los restos del ejército egipcio del éxodo bíblico”.

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Nos preguntamos: Si Venezuela tiene una situación tan deplorable: ¿A cuál o a qué Dios les estamos clamando? ¿Será al mismo que le dio las tablas de la Ley a Moisés, en el Monte de Sinaí? Al leer ese capítulo 3 de Éxodo, o toda la Biblia, nos referimos al gran “YO SOY” el cual deber ser reconocido y si fuera posible, aceptado por todo ser humano.

Se ha hecho mucha bulla, con algunos de los que dicen estar “regresando” y a eso le han llamado plan “Vuelta a la Patria”. Ahora bien: ¿Cuánto porcentaje representan 100, 200, 300 personas que regresan, con respecto a 4 a 5 millones que se han ido? Y la mayoría se ha ido por tierra (a pie, carro, o en bus) ¿Cuántos viajes en avión tendrían que hacer si todos quisieran regresar?

El problema no es se devuelvan, porque este es su país, sino ¿Por qué se fueron? Y, los que han regresado ¿en cuánto tiempo se volverán a ir? ¿Es que las cosas cambiaron para decir que estamos “… en el país de las maravillas?

Ciertamente se fueron por: Falta de un futuro; una inflación por la nubes; el hambre; falta de medicinas; trabajo mal remunerado; sacar un carnet obligado, sustituyendo la cédula de identidad; la especulación galopante; hiperinflación; desabastecimiento; la imposibilidad de asistir a una escuela o universidad; ausencia de servicios básicos; falta de transporte; la muerte persiguiéndonos por todos lados; leyes incompatibles con una democracia, ya que están disfrazando el término. Y del otro lado, con cierto esfuerzo o en esfuerzo recompensado, las personas encuentran la posibilidad de seguir viviendo.

El 30 de agosto, de este año, se reunió el secretario de la OEA, Luis Almagro, tratando el tema de los 30 mil venezolanos en la República Dominicana y de otros países, quien dijo: ‘estamos preocupados por la’ “crisis migratoria, que se ha transformado en el éxodo más grande que ha existido en la historia del hemisferio occidental” ¡Y pensar que se nos han ido tantas lumbreras por esta crisis!

Al escribir sobre la “Diáspora” venezolana, o el por qué se han ido, nos dan ganas de llorar. Y metafóricamente, los ríos han crecido por haber tantos padres llorando a sus hijos y/o familiares; y al dejarlos ir, o despedirlos, tenían una mínima esperanza que algunos les enviaran un “dinerito” desde el exterior ¡Hasta eso lo están prohibiendo! ¿Para qué o qué persiguen?

Lo importante pudiera ser: ¿A qué Dios le vamos a clamar, por lo malo que nos está pasando? No nos conformemos con decir que tenemos un Dios en común a quien pedirle.

Lo que necesitamos es unificar fuerzas alrededor de ese Dios que ENTREGÓ su propia vida por nosotros; quien libertó y libertará a quién lo necesite ¿Cuál es nuestra petición o decisión?

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