#OPINIÓN Buena nueva: Lobos y corderos #7Jul

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Como “como corderos en medio de lobos”, envió Jesús a sus discípulos a evangelizar (cf. Lc. 10, 1-20). Frase fuerte, ¿no? Hoy hay lobos feroces también. Así y todo, hay que evangelizar.

Y ¿qué es evangelizar? Es rescatar a esas ovejas que están perdidas en tantos errores convertidos en “verdades”, pero que siguen siendo errores y falsedades.

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¿Ejemplos? La creencia de que Dios es una especie de spray que está por todos lados y que no se sabe qué es, y menos aún Quién es. O la no creencia en Dios pura y simple.

Estos son errores contra la fe. ¿Y en cuanto la moral? Nos basta ver que lo que es bueno ahora es malo y lo malo ahora es bueno…

Y lo que antes era cierto, ahora es lo que uno quiera que sea. ¡Tremenda confusión! Si quiero ser mujer, aunque sea en realidad hombre, pues puedo ser lo que se me ocurra o lo que me provoque. Y no sólo en cuanto al género y en cuanto al concepto de familia, sino en lo que sea.

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¿Qué hacer, entonces? Igual que los discípulos que Jesús envió como corderos en medio de lobos”, no podemos confiar en nuestra propia fuerza, sino en el poder de Dios.

¿Y qué le sucedió a los discípulos? Estaban ¡impresionados! de lo que había sucedido. Llegaron diciéndole a Jesús: “Señor, ¡hasta los demonios se nos someten en tu nombre!”. Es decir, el lobo y los lobos, se sometieron a los corderos.

¿Cómo hacer? Convertirnos en instrumentos de Dios. Confiar que Dios puede hacer maravillas a través de “corderos”, a pesar de los “lobos”.

¡Pero es que yo no sé Teología! Cierto que no podemos quedarnos con lo que aprendimos para la Primera Comunión. Pero no hay que ser teólogos para evangelizar. Debemos, sí, prepararnos un poquito cada día, leyendo la Sagrada Escritura, el Catecismo de la Iglesia Católica, libros, revistas y sitios web de formación católica, etc.

Pero lo más importante es llevar al Señor en nosotros y así el Señor llegará a los demás. De allí que –primero que nada- debemos llenarnos de Él. ¿Y cómo nos llenamos de Él? En la oración, en la oración frecuente y constante. En los Sacramentos, en la recepción de los Sacramentos también frecuente y constante. La oración y los Sacramentos nos van haciendo instrumentos dóciles en las manos del Señor, para que El pueda actuar a través de nosotros.

No hay Evangelización, si no hay vida de Dios en nosotros. La Evangelización –aunque nos preparemos con los conocimientos adecuados- se basa en tener confianza en Dios, y no en confiar en nosotros mismos.

¡Cómo vamos a confiar en nosotros mismos si nos dice el Señor que vamos “como corderos en medio de lobos”!

Isabel Vidal de Tenreiro

http: //www.homilia.org

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