Se les ha condenado a muerte. La escasez de antirretrovirales pediátricos y la falta de pruebas diagnósticas en Venezuela ha puesto en riesgo la vida de 300 niños que nacieron desde febrero de este año, y es muy probable que fallezcan antes de diciembre.
El secretario general de la Red Venezolana de Gente Positiva (RVG+), Eduardo Franco, advirtió que la situación es tan grave qué «si no se confirma el diagnóstico y no se administra el tratamiento antirretroviral, la mayor esperanza es que lleguen hasta mediados de marzo del año que viene».
Aunque la Sociedad Venezolana de Infectología no maneja cifras, su presidente, María Graciela López, confirmó que las pruebas de resistencia que se utilizan para detectar la transmisión del virus en menores de 18 meses, como la PCR cualitativa, llegan de forma intermitente, únicamente al Distrito Capital.
“Así como pasa con las pruebas para descartar el COVID-19, la muestra tiene que forzosamente viajar a Caracas para obtener el resultado; son obstáculos tras obstáculos”, dijo.
Su experiencia como infectólogo pediatra y coordinadora de la Unidad de VIH del Hospital de Niños J. M. de los Ríos, en Caracas, es suficiente para asegurar que, un diagnóstico y tratamiento tardío, impacta en el sistema nervioso central del infante, y por consiguiente en su desarrollo. Es una emergencia que debe ser atendida y solventada lo más rápido posible, porque mientras más tiempo pase el niño sin su tratamiento antirretroviral, más complicaciones habrá.
Drogas diluidas
Desde el año 2016 no se tiene conocimiento de que el régimen venezolano compre antirretrovirales (ARVs). Tanto adultos como niños infectados con el virus de la inmunodeficiencia humana, dependen de obras caritativas que la sociedad civil solicita a la Unicef, con el respaldo de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH-Sida (Onusida).
Es por esto que en Venezuela se ha impedido este año que unos 550 niños con VIH, entre cero a cinco años de edad, reciban el tratamiento que podría mantenerlos con vida. Para el mes de septiembre, se prevé que ya no habrá ningún tipo de ARV en los estados Zulia, Lara, Yaracuy, Cojedes, Anzoátegui y Bolívar.
La data del Ministerio del Poder Popular para la Salud de Nicolás Maduro arrojó en 2019 un promedio de 1064 niños que recibían ARVs, pero según el informe presentado el pasado 27 de agosto por la RVG+, Acción Ciudadana Contra el SIDA y la Fundación MAVID Carabobo, entre enero y julio de 2020 solo 514 niños adquirieron TLD, una pastilla que no es apta para pacientes con un peso inferior a los 30 kilos, pues combina antirretrovirales como tenofovir, lamivudina o 3TC y dolutegravir.
Miembros de la OPS y la Sociedad Venezolana de Infectología aprobaron dar diluciones del medicamento, en dosis que se adecuarán a su peso; a la espera de algunas presentaciones pediátricas que, según Eduardo Franco, presidente de RVG+ ya se encuentran en Venezuela y aunque no incluyen los jarabes que necesitan los recién nacidos, disminuirían la cantidad.
No obstante, se tiene información que la carga presenta semanas de retraso en el almacén robotizado Jipana, ubicado en el estado Miranda, “porque el gobierno no tiene los camiones para hacer la distribución e ignora cualquier tipo de ayuda».
Las drogas diluidas que se han sugerido, son muy difíciles de administrar a niños menores de cinco años porque tienden a rechazarlas; abandonar el tratamiento o interrumpirlo, produce un efecto adverso: la resistencia del virus.
«Es muycomplejo lo que enfrentan nuestros niños, no es nada más el tratamiento antirretroviral, son las fórmulas lácteas que, desde hace varios años no reciben de manera sistemática por parte del Programa Nacional de SIDA. Sólo en algunas consultas que tienen la fortuna de ser apoyadas por ONG porque, cuando están en zonas remotas, están desasistidos», expuso la Dra. María Graciela López.
Trabajar a ciegas
El desabastecimiento que se registra en varios estados del país, no solo involucra los ARVs, engloba además los medicamentos para tratar infecciones oportunistas y reactivos para la realización de cargas virales y CD4, necesarias para el seguimiento de la enfermedad.
«Un examen de carga viral cuesta más de 100 dólares, es imposible para cualquier persona en estos momentos de hiperinflación, con un salario de 3 dólares, tener acceso a estos exámenes; los médicos trabajan a ciegas con las personas con el VIH«, señaló el secretario de la Red Venezolana de Gente Positiva.
No garantizar a estos niños los insumos, no acompañar a sus madres en todo el proceso, es una condena a muerte por parte del Estado venezolano. «El señor ministro debe cumplir con su obligación, Nicolás Maduro también», sentenció Franco.
Detrás de estas caras inocentes, se esconde la lucha y el dolor de sus padres, que ven a sus hijos morir sin poderlos asistir. Estudios de la RVG+ realizados entre mayo de 2019 y Julio de 2020 arrojaron que 30 mil 653 personas con VIH en Venezuela manifestaron tener hambre, por tener que escoger a morir de VIH, o de hambre.
Algunas madres infectadas, pero con bebés sanos, optan por darles pecho e infectarlos para que no mueran de hambre, mientras otras recurren a la leche de chiva. Algunos le temen mas a un estómago vacío que al VIH-SIDA.
