#OPINIÓN Elecciones, unidad y abstención #4Jul

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Los comunicados emitidos tanto por la comunidad europea y los voceros de la Casa Blanca coinciden en la necesidad de apresurar una salida electoral como vía para solucionar la mega crisis venezolana, en concordancia con estos pronunciamientos se adelanta un proceso de negociaciones que sin tener información privilegiada uno supone marcha con buen viento, dada el apresto organizativo que se observa en los partidos políticos que conforman la plataforma unitaria en la cual Juan Guaidó continua siendo la principal referencia.

No obstante sobre esta posibilidad de realizar elecciones existe el fuerte escollo de la opinión que prevalece en las redes sociales, refugio comunicacional de los sectores con mayor influencia social, conformados en su gran mayoría por vestigios de la otrora clase media venezolana, grupos que asumieron con carácter permanente el ambiente bélico que se instauró en el país en los primeros meses del año 2019 cuando Donald Trump y sus voceros emitían declaraciones amenazantes contra la nomenclatura usurpadora, las cuales tenían mucha credibilidad ya que todo el tiempo se nos recordaba que la flota del comando sur estaba apostada de forma permanente en el mar Caribe y su comandante , el General Craig Faller repetía constantemente que estaba pendiente de un telefonazo de Trump para entrarle con ganas al cese a la usurpación. Pero todo quedó en sacar el pecho por las redes, ya que en el fondo el ahora ex presidente de los Estados Unidos es un negociador que apuesta fuerte pero no concreta amenazas, tal como sucedió también con Corea del Norte.

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Pero esa condición política del catire Trump la percibimos es ahora ya que durante dos años nos mantuvimos atentos a que hiciera realidad sus proclamas deletéreas, esperanzas que siempre alimentábamos gracias a nuevas sanciones, carteles ofreciendo recompensas y los infaltables rumores sobre la inminencia de una intervención militar que nos rescataría de manera relancina del secuestro al cual estamos sometidos desde hace años.

Pero la verdad es que el régimen usurpador ha logrado, con auxilio de países con larga experiencia en mantener control social sobre la población, aferrarse al Poder y sortear con éxito las presiones internacionales en materia política y económica. Eso nos trae a la actual situación, tenemos un gobierno ilegitimo que es desconocido legalmente por la mayoría de los países democráticos pero que tiene un dominio territorial con apoyo de China y Rusia, actores con poder nuclear dentro de la geopolítica mundial. Con base a este panorama todos los involucrados en el conflicto coinciden en que la solución al drama venezolano es mediante la realización de elecciones, Ello obliga al régimen y la oposición a celebrarlas para así no perder el respaldo de sus aliados internacionales.

Así que se abren negociaciones entre el régimen y los factores democráticos, Estas negociaciones no encuentran a una oposición unida, más bien dispersa y enfrentada entre sí, La Alianza Democrática dispuesta a participar con condiciones o sin ellas, el sector liderado por Henrique Capriles quien logró colocar a dos rectores en el CNE y se agenció el apoyo de empresarios de alto perfil y de un conjunto de ONG que gravitan en torno a la UCAB y la plataforma unitaria encabezada por Juan Guaidó, esta última con la mayor fuerza organizativa e institucional, con todo y que tiene la debilidad de la mala percepción actual que tienen los partidos y que la Asamblea Nacional legitima y la Presidencia interina de Juan Guaidó funcionan como una referencia moral y no como una realidad política.

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Es así como tenemos un complicado mosaico de sectores democráticos que hacen difícil la negociación, lo cual genera un pulseo interno dentro de la oposición que obviamente la coloca en desventaja frente a un régimen que se especializó en usar la división de sus contrarios como mecanismo para sacar provecho en las mesas de diálogo. Pero la franja de estas manipulaciones del régimen es cada día mas estrecha porque la gravedad y profundidad de las carencias económicas y de servicios públicos en el país ha fracturado su estructura de apoyo a todos los niveles y ello lo obliga a privilegiar los acuerdos con la plataforma que representa Juan Guaidó por ser esta la que puede gestionar el levantamiento de sanciones internacionales, tanto económicas como políticas.

Ahora bien, sentados en la mesa de negociación debemos preguntarnos que tenemos como fortaleza quienes como ciudadanos respaldamos lo que representa Juan Guaidó. Una Asamblea Nacional ,legitima pero sin poder, una Presidencia interina que solamente reconoce Estados Unidos, unos partidos con sus símbolos expropiados o invalidados electoralmente y una sociedad civil atomizada y confundida. Entonces es responsable y coherente el que asumamos que dadas estas condiciones podemos exigir lo que nuestra fuerza nos permita y no lo que nuestros deseos expresan.

Llegados a este punto de reflexión es imperativo determinar cómo podemos recomponer todo este cuadro de debilidades al mismo tiempo que avanzar en el camino de rescatar la Democracia, La respuesta luce fácil, con unidad, pero es difícil convertirla en realidad porque la tendencia inercial de la política nos lleva siempre al territorio de los combates fratricidas. No obstante y en abono a la confianza que nos deben merecer los partidos, han existido momentos de unidad productiva, con la MUD, con la elección de las directivas de la AN y con el Frente Amplio en Lara antes que el G4 decidiera acabarlo.

Un denominador común han tenido todos estos esfuerzos unitarios exitosos, el factor electoral. Los partidos han tenido apoyo popular cuando se presentan unidos para elecciones, este dato es esencial para el desarrollo de cualquier análisis coyuntural. Lamentablemente en estos momentos hay desacuerdos importantes en esta materia, todavía no respecto a las candidaturas, peor aún, sobre la viabilidad de participar o no en las elecciones regionales y municipales. Una diatriba que se potencia en las redes sociales y probablemente se refleje, aguas abajo en sectores populares. Quienes adversan el participar están apegados al cese de la usurpación como paso previo a cualquier elección, con todo y que esta posibilidad está descartada de manera absoluta por quienes pueden hacerla realidad y proponen como solución única la vía electoral.

Queda entonces el dilema, participar a sabiendas que Maduro seguirá en Miraflores y conformarse con obtener enclaves de poder en gobernaciones y alcaldías o esperar indefinidamente que se produzca una eclosión del régimen que abra nuevos caminos a la republica, porque contar con un movimiento de calle explosivo no está en el marco de la lógica debido a que el hambre, la enfermedad y la diáspora menguaron esta opción.

En resumen, lo único que parece contar con el auspicio de este momento político es la participación en elecciones, con condiciones mininas que el régimen está dispuesto a dar porque no le queda otro remedio. El que la oposición tenga éxito depende de la visión que se tenga sobre estos comicios, si los ven como un trampolín burocrático estamos condenados a seguir en este infierno, si los perciben como un acto de resistencia ciudadana y como tal logran unirse y seleccionar candidatos que se comprometan a usar sus cargos como trincheras de lucha, reclamo, denuncia y convocatoria ciudadana para rescatar la Democracia, tendríamos muchas razones para el optimismo.

Y para concretar en votos el inmenso rechazo que tiene el régimen es indispensable vencer la abstención, la cual está asociada a un injustificado pero palpable sentimiento negativo en contra de los partidos políticos, De allí que unos candidatos impuestos desde Caracas seria la sepultura electoral de la plataforma unitaria, Quién proponga métodos de selección plurales y participativos llevara ventaja en el respaldo colectivo. Estamos en las vísperas de cambios importantes dentro de los escenarios nacionales, ojalá sepamos aprovechar las oportunidades. Dios nos ilumine, Dios con nosotros.

Jorge Euclides Ramírez

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