#OPINIÓN Borges y García Márquez, la proeza intelectual de dos extraordinarios autodidactos #10Sep

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En los parajes del conocimiento humanístico, científico y técnico existen 2 maneras de estudiar: por cuenta propia y académicamente. A la primera instancia pertenecen hombres admirables como el argentino Jorge Luis Borges y el colombiano Gabriel García Márquez. Ambos, sin negar en absoluto el estudio, se hicieron de un cúmulo de saberes para parangonarse con un universitario o académico.

Resulta sorprendente la portentosa labor intelectual de ambos escritores. La misma la labran en condiciones de un admirable autodidactismo que muy pocos exhiben y al que se le suele confundir con el empirismo. Trabajar casi con las uñas por la falta de recursos teóricos.

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Por esa causa no falta quien los califique de empíricos incurriendo en un craso error. Empírico y autodidacto no son lo mismo. El empírico es el elemento practicista que niega el estudio. Es el que aprende únicamente con los hechos sin teoría alguna. El autodidacto por el contrario exalta y cultiva el estudio por cuenta propia para capacitarse.

Borges y García Márquez están muy lejos de ser unos practicista como tal vez lo podría afirmar alguien prevalido de un título académico o universitario. Por lo que académicamente lo que exhiben es el cartón de bachilleres y nada más.

Con todo, Borges se desempeñó como profesor de literatura en la Universidad de Buenos Aires al igual que en universidades norteamericanas. Son impresionantes sus conocimientos de literatura, historia, filosofía, idiomas y arte para medirse con el mejor académico. Su caso nos recuerda al del escritor larense Salvador Garmendia quien se desenvolvió como profesor en la UCV con apenas su credencial de autodidacto. Pero clasificaba por su amor constante al estudio e investigación, como lo sostenía Mariano Picón Salas.

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Y García Márquez es un maestro de la literatura y periodismo con su humanismo, fundador de sendos institutos dedicados al estudio del periodismo y el cine. Sería como redundar la referencia a su logro del Premio Nobel de Literatura. Su único título académico también es el de bachiller. No obstante, revoluciona la literatura latinoamericana y estremece el periodismo colombiano con sus admirables escritos. De él Borges dijo que es un hombre de varios mundos. Curiosamente, no estaba inscrito en el gremio periodístico de su país lo cual le acarreó que en una oportunidad le advirtieran que no podía identificarse como periodista. Aprende periodismo de manera intuitiva y en las salas de redacción de los periódicos, las mejores escuelas de esos tiempos. Es decir, que no pasó por un aula universitaria.

Ambos nunca negaron el estudio y por el contrario lo estimulaban, aunque Borges tenía sus reservas con la educación formal de la que disentía con su fino humor. García Márquez acompañó su afirmación de que “el periodismo es el mejor oficio del mundo” con la creación de una institución formadora de periodistas y otra de cine. Es la mejor afirmación de su creencia en el estudio.

El colombiano es un maestro de la literatura, periodismo y gramática con su humanismo. Sería como redundar la referencia a su logro del Premio Nobel de Literatura. Su único título académico también es el de bachiller. No obstante, revoluciona la literatura latinoamericana y estremece el periodismo colombiano con sus admirables escritos. De él Borges dijo que es un hombre de varios mundos. Curiosamente, no estaba inscrito en el gremio periodístico de su país lo cual le acarreó que en una oportunidad le advirtieran que no podía identificarse como periodista. En su caso aprende periodismo de manera intuitiva y en las salas de redacción de los periódicos, las mejores escuelas de esos tiempos. Es decir, que no pasó por un aula universitaria.

Alguien nos refutaría alegando la condición de ambos de genios, pero es que no se requiere ser tal para alcanzar el estatus de cultivado autodidacto. El caso de García Márquez, quien no se despegaba de un libro desde el momento que lo comenzaba a leer, como ocurrió con la novela “La metamorfosis” del checo Franz Kafka que se leyó de un solo tirón una noche cuando recién abandonaba sus estudios universitarios de derecho para dedicarse íntegramente al periodismo.

Es que precisamente la clave de su éxito y superación ha sido el constante y variado estudio por su cuenta. Por el contrario, son el mejor ejemplo de los cultivadores del aprendizaje por iniciativa propia. Gente excepcional, de esa se queman las pestañas por adquirir conocimientos, información y cultura que los hace diferentes a quienes niegan el estudio. Los que no se cansan de ser estudiantes toda la vida cuya clave es la práctica insaciable de la lectura. En ese sentido, Borges y García Márquez son una referencia obligada. Los dos están muy lejos de ser unos practicista como tal vez lo podría afirmar un académico o universitario.

En estos enfoques no nos anima la pretensión descalificadora de los estudios académicos y universitarios. Por el contrario, estos son necesarios máxime en este mundo globalizado de hoy tan exigente. Los mismos tienen la ventaja de autorizar a alguien para el ejercicio de una profesión, aunque la capacitación en un aula es apenas de un veinte por ciento, de acuerdo con el académico Víctor Guédez. El resto se logra en la práctica cotidiana.

Ello plantea otra vez el polémico tema de la procedencia del conocimiento y la verdad en la ciencia. Necesario reiterar que la teoría procede la práctica del hombre en los diversos quehaceres de la vida en sociedad. Es el único criterio de verdad para acceder al conocimiento.

Pues ocurre que el único criterio de verdad del conocimiento científico es la práctica sobre la teoría. Pero siempre evitando caer en la tentación del practicismo negador de la teoría y viceversa el teoricismo negador de la práctica. La clave en la superior formación de ambos es la constante y buena lectura. Lo decía Borges cuando proclamaba a los cuatro vientos que era mejor lector que escritor. Igual García Márquez quien aconsejaba llevar siempre un libro. Lo hacía desde 1947 cuando joven leyó la mejor literatura universal.

Freddy Torrealba Z.

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