#OPINIÓN Gaveta azul: El trabajo político #20Sep

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¿Qué se entiende por trabajo político?  Depende de la concepción que cada activista tenga del compromiso más noble de cualquier forma de trabajo;  “servicio” de calidad en sus  tres dimensiones, *útil” para el  progreso global, útil para el  grupo o comunidad de la que formas parte y  por ende, útil para quien lo realiza,  entendiendo por utilidad un paso de progreso, una  fase de evolución, una mejoría de la eficiencia, un avance institucional que se consolida, un ahorro horas hombre y costos presupuestarios en el gerenciamiento  de un proceso o la construcción de una obra. En cualquier caso, un elemento de calidad no programado o planificado, logrado por la fidelidad al  compromiso, la concentración en el trabajo y la dedicación a observar y realizar cada detalle de las tareas de un proceso con espíritu de superación,  y pleno  respeto a los protocolos y normas de seguridad.

En resumen y según la concepción de grandes maestros en la ejecución de trabajos y tareas  de la más alta calidad en  cualquier orden o categoría de realización: Científica, industrial, artística, artesanal:

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“La maestría no es más que dedicación y  atención máxima al detalle”. 

Cómo  ingresar  a esa esfera del trabajo político de calidad, el trabajo de servir al bien público con eficacia, eficiencia y a tiempo, con diligencia y sin discriminaciones de ningún orden  o calificación. 

En primer lugar  destacar  y enfatizar el concepto de servicio real, único epicentro  válido alrededor del que debe girar el trabajo del servidor público, activista o no de una organización  política del género partidista.

Pero- cuál es la realidad frente a la utópica definición de  los párrafos anteriores?. La única verdad, auténtica y operante es que un  60% más o menos de los aspirantes a cargos públicos elegibles, habla, o mejor, perora en forma medianamente intelegible y desarticulada acerca del servicio público, la deformación conceptual que sufre, generada por una  educación deficiente,  desequilibrada, piratesca en algunas materias básicas e incluso  deformada en su ámbito instruccional por dudosos intereses ideológicos, defendidos estomacalmente, le impide una real comprensión de la nobleza del servicio público concebido en el marco de su grandeza y dignidad, para dar paso  a la regencia del enlodado paradigma de “trabajo político” como epítome de las marramuncias y  componendas que culminan en la olla podrida montada al contrincante del partido opositor y la basura podrida escondida  bajo la  brillante alfombra de la palabra hueca y altisonante de  los hijos  de la patria REOUUSIONARIA  luchando contra el enemigo interno pagado por el imperio, bla, bla bla…   

Y el opositor insultado y vilipendiado al que se le endilgan  parte de sus malas prácticas de gobernante cunado estuvo al frente del coroto –no hay  sol sin manchas- pero hábilmente multiplicadas por diez y hasta  por cientos, lo que resta credibilidad a las  acusaciones, promete una conducta impoluta cuando vuelva al frente y jura por un diálogo respetuoso  y constructivo  con las  contrapartes ideológicas  “porque el país no tiene ni tolera dueños. Es de todos y unidos en un solo corazón debemos trabajar para resolver los grandes  problemas  que afectan   a nuestro amado pueblo”…

Palabras pronunciadas con el tono campanudo de  los mitines de  barrio, o con la sobriedad  y el rostro adusto de la verdad reflejado en la mirada  franca compuesta para las declaraciones frente a una comisión internacional de los derechos humanos o el reportero ancla de un noticiero  de prestigio universal; o sazonada de todos los ajos habidos y  por haber en la información al círculo privado  de lo  que será la línea declaratoria del régimen, comenzando por el blandengue  “tú a mí no me j—orobas la paciencia, hijo’e la gran Bretaña… 

En fin, que no es lo mismo que la popular barbarie de “a la final” termina, cuando  le toca el turno, a comportarse igual o peor que su antagonista.

Y  vuelta a la noria, el gatopardismo de cambiar todo, para que otra vez  todo siga igual.

No, no  y cien veces la negativa a pensar y creer que seguiremos igual. O se imponen las leyes de Murphy para empeorar lo que ha estado mal y terminamos de  “Somalizar” al país, para lo que falta apenas el breve empujón de un  nuevo  cono monetario, o de una buena vez imitar a los franceses.

Qué hicieron en Francia? 

Se lo plantearé amigo lector con otra pregunta, cuya propiedad como su respuesta  le parecerán  la más loca ocurrencia del gavetero, aunque el honor no es  mío.  Prepárese.

Sabe usted porque los franceses producen buenos quesos?

La respuesta es sorprendente, pero real y verdadera. Producen  “buenos quesos”, porque LEEN A  VOLTAIRE Y A DIDEROT. ¡!!.  Sí señor.   

—No  entiendo ni jota, que tiene que ver…Me comentó,  sorprendido, una de las personas más inteligentes y  agudas de pensamiento   que  he conocido.

Bien, le explico amigo. El francés medio, aquel que  es operario en la fábrica, funcionario  o supervisor en  líneas de enlace  productivo, que no obstante vivir en  un  país extraordinario, que no es del primer mundo sino  OTRO MUNDO, se queja de su gobierno y exige  calidad y  protesta consecuente con su mejor criterio del respeto y  consideración  que el Estado demás o menos debe a la ciudadanía, protesta y exige,  repito, porque no acepta , ni puede tolerar mediocridad ni estupideces de sus gobernantes. Y  al exigir lo hace con propiedad porque piensa, sabe hacerlo, conoce la diferencia entre dudar y  pensar- Recibió desde su niñez una EDUCACIÓN DE ALTA CALIDAD, por eso leyò y asimiló a Voltaire y a Diderot. A simple vista detecta la diferencia entre  un acabado de calidad y una mediocridad, una “chapuza” como dirían en la madre patria, o un  trabajo chimbo. Gracias a una estructura instruccional de primera clase que generó una educación de élite rechaza como San Miguel al diablo, el trabajo  mal hecho, desmañado, el déjalo así. Está convencido como lo han estado todos los grandes hombres que en diversas disciplinas de la actividad humana  ha dado su país,  que la clave del éxito es la preparación.

Intentemos alcanzar pronto esos niveles. Instruir, preparar, educar al más alto nivel.  Nos sobran pensadores, filósofos y poetas a los que leer, releer y asimilar, y  pese a todo, la esperanza sigue viva, todavía producimos chocolates y rones de altísima calidad. Podemos extender  ese nivel a una mayor gama de productos, en particular si los activistas políticos recuerdan que el verdadero trabajo político es el  SERVICIO y no las marramuncias, corruptelas, malas mañas y trapisondas de costumbre.

Pedro J. Lozada

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