#OPINIÓN Visión de Frente: Confesión #25Nov

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Apreciado tocayo Jorge Euclides y “parnet” en el espacio periodístico Visión de Frente, creo que llegó el final de nuestra correría en dicho espacio y en los proyectos y acciones que hemos emprendidos y realizados por años en pro de la Unidad Superior, tanto en el Frente en Defensa de la Constitución, como en el Frente Amplio Venezuela Libre. Fracasamos en nuestro empeño y no tengo las fuerzas ni las ganas de recoger los despojos del propósito que nos impulsaba, luego del dramático resultado de la contienda electoral del pasado domingo.

Estuvimos alertando sobre los peligros que se cernían sobre el éxito electoral de la oposición y no tuvimos interlocutor consciente de ello. Los representantes de los partidos de oposición no aceptaron nuestros ruegos de evitar candidaturas varias y que se centraran en un candidato único. Privó las apetencias personales sobre metas colectivas que de otra manera y ante la unidad opositora se hubieran estrellado los designios chavistas pues obtuvimos en general el 54,3 % de los votos en contra de 45,7 % de los votos oficialistas. También ha de observarse que el partidismo olvidó a la sociedad civil independiente y se dedicó a cultivar el voto de sus filas, mínima porción electoral ante lo que representa la inmensamente numérica sociedad civil independiente. 

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Pero, por otro lado, esa sociedad civil olvidada ha debido ver por su cuenta y responsablemente el peligro que se cernía por el eventual triunfo de la dictadura en los comicios que se hizo realidad debido a la abstención de casi el sesenta por ciento del padrón electoral. Si los partidos políticos tuvieron responsabilidad en la derrota, el pueblo opositor también la tuvo al escurrir el bulto con excusas como que votando legitimaban el régimen ¿y ahora con su abstención no lo legitiman de manera vergonzosa ante el mundo que contempla estupefacto el triunfo de las fuerzas despóticas que asolan al país? Ante la exquisita excusa de que los candidatos de oposición no satisfacían plenamente sus expectativas les preguntaría: ¿Prefirieron entonces el triunfo del candidato que representó a Maduro, a Diosdado y a los hermanitos Rodríguez? Y a los recalcitrantes opositores que sólo desean elecciones presidenciales les inquiriría sobre como podría gobernar ese presidente de oposición ahora con 20 de las 23 gobernaciones en manos del chavismo, situaciones en la cual hubiéramos puesto a Maduro si se hubiera llegado por lo menos al 60 por ciento del voto efectivo del padrón electoral general.

Claro, no olvido la delincuencial culpa del oficialismo en la producción del resultado electoral: la prisión y persecución de líderes y eventuales candidatos de la oposición, despojo de organizaciones partidistas y sus símbolos electorales por parte de sentencias amañadas del Tribunal Supremo, utilización de recursos públicos en la campaña oficialista y otras trapacerías que le hicieron decir a los observadores internacionales que estas elecciones no fueron democráticas ni libres. 

¿Y que decir de ese 20 por ciento de votos que cosechó el oficialismo que unido al abstencionismo del elector de oposición hizo posible el triunfo de la dictadura? Es una conseja que “el pueblo no se equivoca”, pero ¿no es un desatino dramático, que huele a inmolación colectiva que se vote por las fuerzas oficialistas que mantienen a ese pueblo hambreado, sin servicios públicos y con salarios míseros? Esa porción de pueblo venezolano de la cual reniego enérgicamente, base que le queda a las fuerzas chavistas, fue la puntilla que se le propinó a las fuerzas democráticas en las elecciones pasadas.

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Por ello apreciado tocayo, desisto en seguir esta lucha estéril y doy un paso de lado para que otros con mayor vigor e imaginación recojan el testigo.

Amigo y respetado Magistrado Jorge Rosell. Es buena la pausa para reflexionar sobre los nuevos retos que nos esperan en los empeños juveniles de nuestra edad de plata. En verdad alertamos, rogamos y algunas veces regañamos a los dirigentes partidistas sobre la necesidad de transitar unidos el camino correcto que no es otro que el desapego como carnet de militancia organizativa y el compromiso de salvar  al país como bandera.

Fueron cuatro  años seguidos, sin descanso ni tregua luchando por mantener un Frente amplio y unido en torno a la Constitución, hasta que ahora con el descalabro de nuestra plataforma en las pasadas elecciones se nos coloque en el abismo de la disolución.

Hagamos paréntesis apreciado tocayo, pongamos los remos en espera y repleguemos velas porque los vientos actuales  son remolinos y no fuerza de empuje. Pero estoy seguro que muy pronto se abrirán caminos porque la esperanza es un soplo divino que alienta sueños en cualquier tiempo y a cualquier edad y volveremos a la fragua de la palabra en brasa.

Dios con nosotros.

Jorge Rosell y Jorge Euclides Ramirez

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