#OPINIÓN Del Guaire al Turbio: Tres mil #4May

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Es una cifra alta, sobre todo para el lance que se considera el más difícil en el beisbol o cualquier otro deporte: darle con un bate a una pelota. Muy pocos logran llegar a 3.000 hits en su vida deportiva, mucho menos en las Grandes Ligas del Beisbol en los Estados Unidos, cumbre mundial de esta disciplina. En unos 200 años de existencia, solo unos 32 bateadores en éstas lo habían logrado, pero hace pocos días, el 23 de abril, el número 33 llegó con el venezolano Miguel Cabreras, como bateador designado de los Tigres de Detroit. Esta hazaña le abre un seguro camino hacia el Hall de la Fama de Cooperstown. Sólo 7 latinoamericanos han alcanzado esta cifra y Cabrera es el primer venezolano. En el mismo juego del sábado 23, Miguel amplió su récord: bateó un hit más impulsor de dos carreras por lo que tiene 3001 hits, uno más que el inolvidable Roberto Clemente. Este alcance glorioso lo logró Cabrera en el Comerica Park de su equipo, en Detroit, es decir, en casa, por lo que la celebración fue apoteósica, con fuegos artificiales. En el estadio estaba su familia. El hit 3000 se lo pegó Miguel a su compatriota Antonio Senzatela, lanzador de los Rockies de Colorado, en cuenta de un strike y una bola, yo me pregunto: ¿no le lanzaría el criollo al otro criollo un strike por todo el centro del plato? Aunque Cabrera no necesita ayuda de nadie, pero de haber sido yo Senzatela, no me hubiera resistido a echarle una manita. En el estadio estaba también la hija de Simón Díaz. Miguel había dicho que, para este momento, le habría gustado oír “Alma llanera” cantada por él. Pues se oyó. Cabrera quería proclamar su estirpe venezolana.

Venezuela necesitaba esta hora, sumidos como estamos en la trágica era chavista-madurista, de sangre, sudor, lágrimas, diáspora, hambre y desamparo. Vivimos bajo la oscura sombra de una maldad refinada, cínica, asesina de ilusiones, justicia, paz, felicidad. Cada triunfo de un venezolano en el exterior, sea como intelectual, científico, artista, deportista y cualquier otra actividad creadora, es para nosotros un rocío de frescura, alivio, una esperanza. Nuestro corazón se ensancha con los éxitos de los compatriotas. Tenemos que dar gracias a Dios por este oportuno rocío refrescante a nuestros quebrantos.

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Quién sabe si en el futuro inmediato podrán surgir del suelo patrio atletas de la talla Miguel Cabrera, nacido en Maracay, en un medio popular, sin grandes recursos, pero sí los tuvo para alimentarse bien, formar mente y músculos poderosos como para llegar, mantenerse y triunfar en las Grandes Ligas del norte. Nuestros niños de hoy están pasando hambre, su desarrollo será incompleto, difícilmente saldrán de ellos buenos deportistas.

Estarán ausentes de los grandes torneos del futuro.

Un deportista se hace. Puede nacer con aptitudes, pero eso no basta. Se necesita disciplina, trabajo, perseverancia, empeño, ambición de triunfo y una inquebrantable decisión de lograrlo. La preparación física es rigurosa, horas de ejercicios, una dieta adecuada, limitación de bebidas alcohólicas, cigarrillos, abstención de drogas; no lo es menos la preparación mental y psíquica, los problemas de esta índole afectan el rendimiento. Un atleta deber ser una persona sana en su totalidad. Detrás de cada récord hay un mundo de renuncias, de actividades específicas y mucho sudor.

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¿Quién es Miguel Cabrera? Cumplió 39 años en abril, tiene 20 años en las Grandes Ligas, debutó a los 20 con los Marlins de Florida, es un 11 veces Todos Estrellas con dos premios de Jugador Más Valioso y la última Triple Corona de bateo de las ligas mayores en más de medio siglo. El 22 de agosto del año pasado ingresó al círculo de los 28 toleteros que pegaron 500 o más jonrones de por vida. Es apenas el séptimo bateador con 500 cuadrangulares y tres mil hits. Los otros son Hank Aaron, Willie Mays, Eddie Murray, Rafael Palmeiro, Albert Pujols y Alex Rodríguez.

Dato interesante: Pete Rose es el bateador con más hits en las Grandes Ligas, 4.256 y, sin embargo, no es y no será nunca del Hall de la Fama, por una actitud errada. Siendo jugador activo, apostó en los juegos de beisbol. No se lo perdonaron los altos dirigentes, lo descalificaron desconociendo sus récords y lo expulsaron del beisbol. Siempre me ha parecido un excesivo castigo, pero en fin, una conducta intachable es la mejor tarjeta de presentación para un deportista. La tiene Miguel Cabrera.

Alicia Álamo Bartolomé

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