Pacientes oncológicos de Caracas exigen tratamientos completos y se reparen equipos de radioterapia #5May

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Tan solo en una hematología completa, los pacientes oncológicos deben cancelar un mínimo de 10 dólares. Un tamoxifeno (bloqueador de estrógeno) cuesta un promedio de 10 o 15 dólares. Un filgastrim (para estimular la producción de glóbulos blancos) cuesta 10 dólares

Pacientes oncológicos protestaron la mañana de este 5 de mayo en las inmediaciones del Ministerio de Salud, en Caracas, para exigir a la ministra Magaly Viña que garantice el suministro de medicinas y los tratamientos necesarios para esta enfermedad. Además denunciaron que los equipos, como el de radioterapia del Oncológico Padre Machado, tienen semanas o meses dañados.

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Marielis Romero, de 32 años, fue diagnosticada en septiembre de 2021 con cáncer de cuello uterino en su natal Coro (estado Falcón). Pero el hospital Adolfo Van Grieken no dispone de los equipos y mucho menos de las quimioterapias para ser tratada, por lo que fue remitida directamente al Padre Machado.

«Tenemos tres semanas sin recibir tratamiento y eso se supone que es continuo. Si no recibes radio no se recibe quimio. A mí me faltan dos quimios y ocho radios pero no nos han dado respuesta. Los técnicos no han ido al centro a ver lo que pasa con la máquina», destaca Romero.

La joven está desde el 24 de enero en Caracas, cuando pudo iniciar su tratamiento contra el cáncer de cuello uterino que, junto al de mamas, son los principales que padecen las mujeres venezolanas, según datos de la ONG Funcamama para 2021. En la ciudad se mantiene gracias a su familia, amigos y una tía que le dio cobijo.

«No estoy pagando alquiler como otras compañeras, por eso mi manutención es un poco más baja pero igual tengo que pagar comida, el pasaje, todos los exámenes y estudios», dice Romero.

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Tan solo en una hematología completa, los pacientes oncológicos deben cancelar un mínimo de 10 dólares. Un tamoxifeno (bloqueador de estrógeno) cuesta un promedio de 10 o 15 dólares. Un filgastrim (para estimular la producción de glóbulos blancos) cuesta 10 dólares.

«En los últimos estudios que me mandaron gasté 700 dólares para poder empezar el tratamiento (…) Lo más costoso siempre lo tiene el hospital, pero la ranitidina, que es menos costosa, a veces no lo hay. Tampoco tienen solución 0.9. Los familiares me ayudan, me dan colaboraciones, se hizo rifas, se busca la manera de conseguir ese dinero», expresa Marielis Romero.

Una situación similar atraviesa Maribel Jaspe, de 53 años y que fue diagnosticada con cáncer en una de sus mamas. En su caso requiere hacerse un gammagrama óseo -que permite detectar anormalidades en los huesos- pero en ningún centro público se está haciendo por falta de reactivos o porque los equipos están dañados. En un centro privado cuestan un promedio de 300 dólares.

«En una clínica son sumamente costosos y los que somos de bajos recursos no podemos pagarlo. Por eso hacemos un llamado a ver si nos escuchan. Los aparatos están en los hospitales pero están dañados. Por eso queremos que los arreglen, para que nos den un poco más de calidad de vida, un poquito más de vida», solicita Jaspe.

Tratamientos incompletos

Neilin Padilla, de 42 años, recibió diagnóstico de cáncer de mama hace un año. Desde entonces empezaron las peleas para garantizar cada uno de sus medicamentos. En el Instituto Oncológico Dr. Luis Razetti, donde recibe tratamiento, no dan las quimioterapias completas.

«Una quimio me sale alrededor de 80 y 100 dólares. Eso es cada 21 días. Tienes que llevar suero, las jeringas, el filgastrim. A mí me mandan tres, entonces son 30 dólares además del dinero de los laboratorios. Tengo que comprar yelcos, dexametasona», rememora.

Al igual que otros pacientes, ha tenido que acudir a las rifas, la venta de bienes y la ayuda de sus familiares para costear los gastos de la enfermedad. «El gammagrama óseo no me lo he podido hacer y tampoco me he podido operar».

Hace unos meses solicitó ayuda al Ministerio de Salud para su tratamiento. Le dieron un yelco, un suero y una jeringa. «¿Qué hago yo con eso si en cada quimio necesito cuatro sueros? ¿Qué hago yo con una sola jeringa, un solo suero o una sola dexametasona? ¿Qué tipo de ayuda es esa?».

Merlin Gámez también sabe lo que no es conseguir el tratamiento. Fue diagnosticada con cáncer de mama infiltrante grado II en uno de sus senos en noviembre de 2021. Desde entonces trata de cumplir las quimio en el Hospital Dr. Domingo Luciani, mejor conocido como El Llanito, y que depende del Instituto Venezolano de Seguros Sociales (IVSS), el antiguo cargo de la actual Ministra de Salud.

«No tenemos nada. En los hospitales deberían tener habilitados los laboratorios, los tomógrafos, para poder hacernos nuestro tratamiento gratuito. Pero tenemos que pagar mamografías, el gammagrama, hasta la hematología», dice.

El miércoles 4 de mayo tuvo su segunda quimio, pero este jueves debió salir a buscar eritropoyetina -que estimula la producción de glóbulos rojos- en la farmacia de alto costo. Se fue a protestar con su cava vacía.

«Me tienen que hacer radioterapia pero las listas son larguísimas. Queremos vivir. Hay muchos pacientes que están falleciendo, sobre todo las personas muy mayores porque no tienen como pagarse una radioterapia que, en privado, cuesta dos mil o tres mil dólares. Vivimos de sueldo mínimo. Es fuerte para nosotros los pacientes oncológicos», asegura Gámez.

Merlín, que apenas empieza tratamiento, también está pendiente de los fármacos que necesita a futuro. «A mí me van a poner trastuzumab pero no se consigue, y es muy costoso (…) La ministra que se aboque a solucionarlos lo de los medicamentos. ¿Cómo es que en las farmacias costosas hay pero nosotros no tenemos el tratamiento para comprarlo?».

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