#OPINIÓN Conoce al coronel psicópata, conoce a Hubris #15Jun

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«La Soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales, que se encuentran de golpe con una miserable cuota de Poder».
José de San Martín

En las siguientes líneas trataré el efecto Dunning-Kruger y el síndrome de Hubris, instaurados en dos personajes que presentaré a continuación: el coronel psicópata de quien ya han leído pero que no terminan de conocer y Áspid quien finalmente consiguió el noble cobijo en las praderas de Hessen.

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Hablando de sesgos cognitivos, el efecto Dunning-Kruger es un fenómeno estudiado en psicología social, en razón del cual las personas incompetentes tienden a sobreestimar sus habilidades, lo que ocurre a la inversa con la gente de alto rendimiento que se auto subestima. Es inadvertido para quienes lo padecen, pues no se toma conciencia de ello pero ninguna persona se escapa de experimentarlo en alguna medida.

Abordaré el asunto de la gente incompetente o con pocas habilidades o talentos y que no obstante se cree muy superior a lo que sabe o a lo que puede cognitivamente. Así estas personas que en sus apreciaciones respecto de sus propios conocimientos piensan que son el número áureo. Escribe Ángela Fritz en su artículo, «las personas incompetentes creen que saben más de lo que realmente saben, y tienden a jactarse más de ello». ¿Te recuerda a alguien? ¡Pedante y jactancioso! Quienes en razón de sus altos niveles de incompetencia, se enseñorean en sus productos intelectualoides juzgándolos de intelectuales y superiores erga omnes, son quienes padecen el efecto Dunning-Kruger, y así podemos mencionar ad hoc la conocida frase «el abogado de secano». En la institución Áspid es el ejemplo más patético del abogado de secano, una figura peculiar que padece el efecto Dunning-Kruger.

Hay personas que toman decisiones precipitadas, no reflexionan y cometen errores de juicio; y la ausencia de conocimiento contradictoriamente les genera confianza y no al revés; como el coronel psicópata o Áspid que sienten un orgasmo intelectual al tener el convencimiento de que lo que concluyen es realmente extraordinario y magnífico y que nadie les gana en inteligencia, esperando una ovación por parte del resto de los mortales, sus espectadores que en el caso del coronel psicópata es su fijación narcisista, «nadie sabe más que yo , soy un Dios, dice el felón narciso». «El
peor tipo de arrogancia, es la arrogancia de la ignorancia». Jim Rohn.

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El efecto Dunning-Kruger, en psicología, es un sesgo cognitivo por el cual las personas con limitados conocimientos o competencias en un dominio intelectual o social específico, sobrestiman exageradamente su propio conocimiento o competencia en ese dominio en relación con criterios objetivos o con el desempeño de sus pares o de las personas en general. Así se desempeñan el coronel psicópata y Áspid. *Mayormente en la administración pública, los profesionales mediocres se dejan arrear de jefes psicópatas abusadores, igualmente mediocres. *Raramente un profesional de altura ejerce en la administración pública, y cuando lo hace prontamente será relegado por el padecimiento en sus jefes del síndrome de Procusto, como bien se sabe sufre el coronel psicópata narcisista, sádico, voyerista, licántropo e idiota moral. Pero no el reconocimiento de sus dotes de monos voladores, eso no es reconocimiento sino afrenta a su propia dignidad, que es arrastrarse y tener muy baja autoestima, y no hay espectáculo más denigrante que los talentos serviles, en el supuesto de que lo que hacen se le pueda llamar talento sino más bien azotes por no tener probidad.

¿Qué denotamos con la expresión, abogado de secano? Pues a alguien que se ufana de saber de leyes y lo que hace es una mezcla inconexa de cosas. Y la cosificación le viene al punto. El abogado de secano es un ejemplo del efecto Dunning-Kruger ¿Te has encontrado alguna vez o muchas veces con quienes sin tener la menor formación académica en la Ciencia del Derecho, presumen ser jurisconsultos? O sin percatarse de que el Derecho en cuanto al posicionamiento de sus normas posee un orden jerárquico, denominado piramidal por el impoluto pensamiento de Hans Kelsen, y adelantan temerariamente observaciones desfasadas e inconsistentes sacudiendo la intelectualidad de los verdaderos estudiosos del Derecho. Pues bien, aquí tenemos a este par, al coronel psicópata y a Áspid, con preocupantes trastornos. Además de su manera intrigante en desenvolverse en la institución Áspid mediante presuntas inocentes intervenciones inocula el veneno, para inmovilizar a su presa, obteniendo direccionamiento del coronel psicópata, de este idiota moral, con el cual en algún momento hizo partner psicopático. Por tales circunstancias a funcionarios como estos deberían hacerles evaluaciones psiquiátricas en otras instituciones dispensadoras de salud mental antes de asumir el cargo. Son unas alimañas en perjuicio de todos.

La expresión abogado de secano es antiquísima, pero cobra actualidad cuando nos percatamos del marcado descuido por cultivar el intelecto jurídico y el desmerecimiento de que son objetos quienes habiendo egresado de una universidad con su respectivo título, desconocen o manejan mediocremente el elemental descendimiento jurídico que se presume en ellos, ah pero fanfarronean de ser the number one. El caso de Áspid, que el psicópata hubo de disolver porque se convirtió en competencia de corrupción, ya que tenía montado su propio negocio y muy acomodaticiamente se desentendió de la ciencia para favorecer sus decisiones a la medida de sus coimas. Sin ánimo de hacer apología daba pena incluso tenerle en la asociación o en el anillo de corrupción. Sin error a equivocarme el coronel psicópata sucumbió ante el tedio de la incompetencia de Áspid quien por mucho tiempo le sirvió de excusa para cometer corrupción, pero es muy evidente su desconocimiento en las ilaciones jurídicas. Aunque el coronel psicópata narcisista prefiere gente ignorante para mantener el velo de la corrupción, como diría uno de sus monos voladores, el más comprometido, «no se qué pasó ahí». Pero todos sabemos que pasó ahí.

Con la expresión abogado de secano, se quiere significar que algunos convencidos del manejo del pensamiento lógico, pero sin la formación científico-jurídica para la obtención de las idóneas respuestas, se jactan de faltarles solo el título, por no serles necesario estudiar la carrera de Derecho y en consecuencia se creen merecedores de llamarse abogados. Incluso en perjuicio de los propios letrados. Aquí en la institución tenemos al coronel psicópata, que según él «se las sabe de todas» y de quien puede decirse para ser gráfico que sufre en estos aspectos de un síndrome gemelar del efecto Dunning-Kruger y del síndrome de Hubris, conocido este último como «la enfermedad del poder», pues llega a perder la perspectiva de la realidad y a sobrestimarse. Porque el poder genera a veces cuadros patológicos, con personas que creen saberlo todo, mientras pierden empatía y capacidad de autocrítica.

Quienes padecen el efecto Dunning-Kruger, son personas incompetentes que se les mengua la capacidad mental y no atisban lo ineptas que son. Se creen sobradas y están siendo engañadas por su propia percepción. Tenemos a la vista en la institución con el felón narcisista verbigracia dos expresiones de un fenómeno de sesgo cognitivo, en primer lugar el explicado efecto Dunning-Kruger y en segundo lugar el síndrome de Hubris, ambos padecimientos del coronel psicópata, siendo este último una psicopatología del poder, pues está asociado al poder, al ejercicio del poder y que individuos que por tener trastornos de fondo
consecuencialmente lo desarrollan con toda certeza, caso de la psicopatía, el narcisismo, el sadismo, que son trastornos de la personalidad comprobados en el coronel psicópata. De este felón altanero sabemos que la soberbia es la máscara de su ignorancia y de su trastorno mental de megalomanía.

Mientras al síndrome de Hubris se le conoce como la enfermedad del poder, al efecto Dunning-Kruger se le conoce como la distorsión que lleva a los incompetentes a creerse genios. Y como hemos podido apreciar no son excluyentes en una misma persona, caso del coronel psicópata embriagado por el poder que se cree el sabelotodo. El síndrome de Hubris es reconocido dentro del ámbito de la psicología y la psiquiatría como un subtipo del trastorno narcisista de la personalidad.

El síndrome de Hubris no solo se caracteriza porque el jefe narcisista se cree el sabelotodo, sino también por el desprecio a las opiniones de los demás, su comportamiento está lleno de soberbia, arrogancia y prepotencia. Con la arrogancia de quien se cree un Dios, el enfermo de Hubris y en este caso el coronel psicópata que padece esta patología, es una persona que se cree superior a los demás, es un narcisista exacerbado, un egocéntrico. Como todo arrogante infla su ego con atribuciones y características que cree merecer. Tiene un ego sobredimensionado y un exceso de arrogancia que sobrepasa los límites normales. Eso lo suele llevar a tratar al resto de las personas con desidia y verlos como seres inferiores.

En cualquiera de los casos el síndrome de Hubris o adicción al poder consiste en el desarrollo por parte de unas personas que se encuentran en un alto cargo de un orgullo extremo, poseyendo una confianza excesiva en sí mismos, junto con unas formas despectivas de comportamiento hacia los otros, sobre todo hacia quienes están en un puesto de trabajo inferior; siendo impulsivos, déspotas y destructivos. Como impulsivo, déspota y destructivo es el coronel psicópata, que además es desmesurado en el trato, cuyas ínfulas las obtiene de la levadura que le da el ejercicio de un cargo en el cual circunstancialmente ostenta poder. Adaptemos el adagio popular, «dale poder a zutano y conocerás su verdadero corazón, dale poder a zutano y conocerás su verdadero carácter, dale poder al coronel psicópata y conocerás a Hubris».

Los nombres y las circunstancias han sido modificados para proteger a los inocentes dentro de esta institución llena de culpables, de corrupción y de ineptitud, donde son contadas las excepciones honorables que si las debe haber porque de lo contrario perderíamos la confianza en la humanidad.

«La soberbia no es grandeza sino hinchazón y lo que está hinchado se ve grande, pero no está sano».
San Agustín de Hipona.

Crisanto Gregorio León

[email protected]

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