#OPINIÓN Por la puerta del sol (178): Corriendo en pos del viento #21Oct

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Demasiado tarde nos damos cuenta que nos hemos pasado la vida entera corriendo en pos del viento, perdiendo así la capacidad de disfrutar.

No sacamos tiempo sino para correr, llevar los niños al colegio, hacer la comida, lavar la ropa, hacer el mercado, arreglar la casa, llegar a tiempo al trabajo, a la cita del consultorio donde nuestro tiempo no se respeta y tenemos que pasar horas esperando la llegada del médico, etc. ¿Y al final? Un gran cansancio, disgusto, adoloridos, hartos, sin más aliciente que “Hágale, hágale y hágale sin descanso”. Pasamos años y años sin saber lo que es sentarse a comer un helado, charlar, echar una bailadita, leer, ver un buen programa, regar las matas, hablar con el hijo, escucharle sus inquietudes, tomarse en paz un vino etc.

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Todos llegamos a viejos, y es justo cuando estamos viejos que miramos atrás y nos damos cuenta que solo vivimos para mantenernos acelerados, atendiendo otras cosas, viviendo solo para los demás. De tal manera que es solo ahora ya libres de responsabilidades y cargas, momento en el que tenemos la oportunidad de cambiar todo lo que dejamos atrás por el placer de vivir nuestro tiempo de libertad, pero resulta que hace rato la libertad quedó copada y el tiempo pasó tan rápido que no nos dimos cuenta sino ahora, cuando las fuerzas no son las mismas, cuando el cansancio de los años y el cuerpo dejaron de ser ágiles. Funcionar fue la consigna que nos impusimos nosotros desde muy jóvenes, además de hábitos que nos crearon de correrle a todo y a todos, ser puntuales y el afán de rendir y perseguir el éxito.   

De la carrera no queda sino el cansancio –decían nuestros abuelos. No importa si se trata de comer, hacer un deporte, sentarse a hablar con el hijo, con el vecino o con quien viva con nosotros, ir al parque, escuchar música, sacar a pasear el perro, comprarse un helado etc., somos humanos no máquinas.  La perfección no existe en este mundo, ¿qué nos queda después de haberlo dado todo hasta el final, sin descanso? Que nos enfermaremos y moriremos hasta que nos convirtamos en olvido; porque eso somos al final del tiempo, OLVIDO

Nos vamos de viaje por un tiempo. ¡Eso es darse felicidad, descanso, relax, vida, cambiar, rejuvenecer, alegrarse! Porque la vida es hoy que la tenemos, el ayer ya pasó, el futuro no asegura nada, tampoco podemos ni siquiera vislumbrarlo, solo contamos con el momento de hoy. Cuando se ha vivido de prisa perdemos hasta la posibilidad de ser felices. 

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La resistencia ante lo que no aceptamos ni queremos nos libera de ser esclavos, de ser pasto de otros, de ser sumisos a los verdugos. Ni muy perezosos ni tampoco esclavos. Solo en un mundo de seres razonables y sensatos podremos obtener paz, felicidad y libertad.

¡Al diablo se vaya todo lo que nos impide vivir! ¡Al diablo el fanatismo! ¡Al diablo las imposiciones! ¡Al diablo los egoístas! ¡Al diablo la opresión ¡Al diablo seguir corriendo en pos del viento y de los esclavistas! ¡Al diablo los problemas! 

Cuando nos decidamos a no seguir sometidos a la tiranía del tiempo, a la de los sin razón y a la que nos imponemos nosotros mismos, solo así lograremos disfrutar de los años pocos o muchos que nos regale el cielo…

“Podremos hacer que cielo y tierra se entiendan dentro de nosotros, para poder entender el verdadero sentido de la libertad que nos dará la fuerza para enfrentar lo que venga, sintiendo dentro de nuestra vida y territorio humano la verdadera e intensa alegría de lo que es vivir”

Lin Yutang

Amanda Niño

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