La guerra de Israel contra Hamás en la Franja de Gaza ha elevado la temperatura de las tensiones en todo el Medio Oriente, aumentando el riesgo de que otros conflictos en la región se salgan de control.
Ya se trate de ataques a buques de transporte por parte de rebeldes hutíes en Yemen o de ataques de ojo por ojo entre Irán y Pakistán, se puede trazar una línea que retrotrae a la guerra que comenzó cuando Hamás atacó a Israel el 7 de octubre , matando a unas 1.200 personas y tomando unos 250 rehenes.
Desde entonces, Israel ha matado a más de 24.000 palestinos y desplazado a casi 2 millones de sus hogares, despertando la ira en todo el mundo musulmán.
Sin un final a la vista para la guerra, las tensiones en la región empeoran día a día.
Los hutíes, un grupo rebelde que controla la capital de Yemen desde 2014, vinculan sus ataques al transporte marítimo en el Mar Rojo y el Golfo de Adén directamente con la guerra en Gaza. Pero sus objetivos tienen cada vez más vínculos tenues, o ningún vínculo, con la guerra.
Estados Unidos ha respondido con múltiples ataques contra los hutíes, el último de ellos el viernes, cuando aviones de combate de la Armada atacaron lanzamisiles en Yemen.
Armados y apoyados por Irán, los hutíes tienen una visión del mundo guiada por el eslogan de su grupo: “Dios es el más grande, muerte a Estados Unidos, muerte a Israel, maldición a los judíos, victoria al Islam”.
Yemen, el país más pobre del mundo árabe, está atrapado en una guerra estancada entre los hutíes y partidos bajo la bandera de una coalición liderada por Arabia Saudita.
Cualquier confrontación militar directa con Estados Unidos refuerza la posición de los hutíes dentro del conflictivo escenario político de Yemen. También eleva su perfil dentro del llamado “Eje de Resistencia”, que está formado por Irán y los grupos militantes que apoya, incluidos Hamás y el grupo militante libanés Hezbollah.