Un colapso de aguas residuales en la urbanización El Obelisco, al oeste de Barquisimeto, ha generado una crisis sanitaria que mantiene en vilo a los vecinos de la carrera 23 entre calles 53 y 54, quienes denuncian la inacción de Hidrolara ante un problema que se agrava con el paso del tiempo.
El problema, que comenzó como una obstrucción localizada, se ha transformado en un foco de insalubridad que afecta viviendas, negocios ya decenas de personas, muchas de ellas adultos mayores o con condiciones especiales de salud.
Un problema que se extiende desde 2021
El foco de contaminación, que se originó en 2021, ha generado un ambiente insalubre que afecta directamente la calidad de vida de los residentes y la actividad comercial de la zona.
Según los afectados, los técnicos de Hidrolara indicaron que es necesario romper el asfalto para localizar la falla, una medida que nunca se ejecutó. En su lugar, la solución temporal fue enviar un camión succionador cada dos semanas para extraer los residuos acumulados. Sin embargo, esa práctica cesó desde diciembre de 2024, y desde entonces la situación ha empeorado gravemente.
«Un foco de infección»
Marta de Gómez, vecina afectada, expresó su preocupación por la salud de su hija, quien tiene una condición especial.
«Es muy fuerte, viste, porque nosotros aquí tenemos una niña especial. Entonces, mira, ella es un foco de zancudos, foco de infección, contaminación. Entonces, nos está afectando a nosotros más que a los demás», señaló.
Además, denunció el mal olor y la presencia de zancudos que afectan a su suegra, una adulta mayor que vive en la misma casa.
La señora Marta también advirtió sobre el riesgo de dengue, una enfermedad que ya la afectó personalmente: «Aparte de que hay una crisis de dengue ahorita. Entonces, imagínate esa agua empozada. Es la realidad que estamos viviendo», dijo.
«La mayoría de las personas que vivimos por aquí somos de tercera edad. Y hay personas también con discapacidad. Por ejemplo, la señora de ahí al lado, tiene una niñita discapacitada. Esto es perjudicial para todos» , afirmó otro residente.
Negocios cerrados y riesgos para la salud
La contaminación no solo afecta a las viviendas, sino también a los negocios cercanos. Zaddiris Gómez, otra vecina, explicó que el agua residual se extiende por la calle, afectando a locales de comida, una tienda de ropa y un negocio de repuestos automovilísticos, en el que ya no pueden atender a los dueños de los vehículos por el riesgo de ser salpicados del agua contaminada.
Laboratorio clínico cerrado
El impacto no es solo residencial o comercial. También afecta servicios fundamentales como un laboratorio ubicado en la zona, que tuvo que cerrar sus puertas desde hace dos años. Mirta Bravo, encargada del establecimiento, confirmó que el local tuvo que cerrar debido a la contaminación.
«Es que no se puede, si no se puede trabajar. Tiene dos años cerrado», afirmó Bravo. Además, destacó que la mayoría de los vecinos son adultos mayores o personas con discapacidad, lo que los hace más vulnerables a las enfermedades transmitidas por la contaminación.
Comidas y malos olores
En ese sentido, los vecinos también destacaron que los negocios de comidas de la zona y ven reducidas sus ventas por los olores y el agua estancada que invaden las aceras y parte de la vía pública. “¿Cómo hace uno para comer ahí?”, se preguntó otra vecina, Zaddiris Gómez, quien también denunció inundaciones frecuentes cada vez que se restablece el suministro de agua en la zona.
Gómez también expresó que en las horas del mediodía el olor se agrava, volviéndose más fétido.
«Cuando llega el agua, todo esto es hasta la mitad de la calle. Se inunda casi que toda la cuadra. Y, por supuesto, hay negocios de comida. Eso perturba a todo el mundo», explicó Gómez.





«Pañitos de agua tibia»
A pesar de múltiples informes, solicitudes por aplicaciones móviles y visitas personales a las oficinas de Hidrolara, los vecinos siguen sin respuestas concretas.
Águeda Agüero de Saldivia, otra vecina afectada, denunció la falta de soluciones por parte de Hidrolara, expresando que durante cuatro años han sido víctimas de respuestas evasivas, que llamó «pañitos de agua tibia».
«Nosotros hemos estado yendo a Hidrolara y nos dicen es venga el martes, venga el jueves, venga el martes a ver cuándo nos dan la cita, la reunión, para que nos reunamos con el vicepresidente. ¿Quién es el vicepresidente? No sé quién es el vicepresidente», sentenció.
A pesar de múltiples informes, solicitudes por aplicaciones móviles y visitas personales a las oficinas de Hidrolara, los vecinos siguen sin respuestas concretas. «Lo que no han podido conseguir es dónde está el cachimbo principal, porque la tubería está toda destruida» , explica Águeda Agüero de Saldivia, quien lleva años documentando la situación.
La situación se vuelve aún más crítica considerando que muchos de los afectados son adultos mayores o personas con discapacidad. La falta de atención y soluciones pone en riesgo a esta población vulnerable.