#OPINIÓN La geografía del semiárido larense venezolano y la presencia humana #5May

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Hay una historia natural local, dice Edilberto Ferrer Véliz (Torres, presente y futuro, 2006, págs. 39 y siguientes), desarrollada a lo largo de millones de años del tiempo geológico, lo que ha dado lugar a rasgos ecológicos locales, actuales, los cuales han sido afectados cada vez más profundamente durante los últimos siglos por la cultura humana. Tales efectos fueron bastante leves durante la época precolombina, dada la escasa población, luego comenzaron a acentuarse con la colonización, iniciada hace cinco siglos, a lo largo de los cuales fueron introduciéndose profundos cambios con la incorporación de especies vegetales y animales de origen foráneo capaces de tolerar la sequedad del ambiente y ocupar nichos vacíos, así como la extinción de animales que servían de  alimentos  a los aborígenes, el uso de alguna tecnología, primero rústica y luego aquella evolucionada, hasta llegar a la actual situación deprimida en la mayor parte del área y la escasa prioridad que el estado nacional le concede.

Dramático es constatar el profundo daño ecológico que producen hogaño las empresas carboneras que, con apoyo estatal, extraen ingentes cantidades de tan preciado carbón para ser exportado a Europa e islas del Caribe. Miles de cujíes, veras, yabos, jebes, palos de Brasil, curaríes, se considera que en 10 parroquias del Estado Lara se ha disminuido la mitad de los bosques xerófitos. Destruir estos bosques del secano es destruir la cultura humana sobre ella edificada.

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Los sistemas sociales que habitan los xerosistemas regionales, escribe Ferrer Véliz, ha percibido la realidad ambiental que las envuelve y ha actuado históricamente con tenacidad y perseverancia, donde conviven dos universos bien definidos: el urbano de las grandes ciudades y el rural mucho más amplio, y donde la población encara frontalmente los avatares de un entorno seco y tórrido con éxito, con variadas iniciativas, a lo largo del tiempo histórico esta situación, donde de acuerdo a su propio testimonio, se sienten a gusto (pág. 40)

  Se ha desarrollado una agricultura de cosechas de secano condicionada por una endémica falta de humedad con rubros como zábila, ágave cocuy, hortalizas, caña de azúcar, pastos. El déficit hídrico afecta la cría de animales en libre pastoreo de caprinos y bovinos, dadas las limitaciones del abrevadero de rebaños. Sin embargo y venciendo enormes adversidades se ha creado en el semiárido larense la única Raza aclimatada a los adversos e inclementes climas tropicales: la Raza Carora. Ella es el resultado del cruce genético del ganado amarillo de Quebrada Arriba o bos Taurus, traído por los españoles hace tres siglos con razas europeas Pardo Suizo que adelantaron por los años 1930 los patricios caroreños de la familia Herrera, Teodoro y Ramón, con ayuda de ignorados peones de hacienda.

Existe una muy interesante estrategia ecológica de vida que nos describe Ferrer Véliz (pág. 42) que incide significativamente en las representaciones e imaginarios humanos, tal como lo entiende Gilbert Durand, esto es, formas de simbolización según las geografías, como las distintas maneras de vivir la muerte. Del mismo modo, los tiempos lineal y cíclico corresponderán a diferentes maneras de ver la Naturaleza y los dioses, formas de otredad que son una radiografía de las culturas. Lo universal de lo imaginario, así presentado, se nos antoja una manera de reencantar el Mundo. (Mabel Franzone, 2005). Se trata de los pulsos ambientales, una de las facetas más interesantes de los ecosistemas de medio seco del xerosistema, consistente en el desencadenamiento repentino de una extraordinaria e intensa actividad biológica, como respuesta al mejoramiento momentáneo de las condiciones de humedad (Ferrer Véliz, ibid. pág. 42) 

Es el maravilloso proceso de renacimiento del desierto y del semiárido, donde la vida suspendida, vida latente o dormancia en semillas, quistes, huevos o partes vegetales o como individuos, se mantienen por largos periodos de tiempo, meses y año, protegidos de la hostilidad del medio mientras las condiciones ambientales no mejoren.  Cuando las condiciones cambian y se hacen más benignas por las lluvias se inicia entonces un veloz proceso fenomenológico manifiesto en la germinación o reactivación simultánea de vidas vegetal y animal en crecimiento y madurez sexual y generación de descendencia, semillas, vástagos, huevos, etc.- que hace posible a la comunidad , no solamente aprovechar la bonanza actual , sino que permite la formación y acumulación de reservas , las cuales, al cesar el periodo benigno y comenzar nuevamente la hostilidad ambiental creada por la falta de humedad , garantizan la supervivencia de la biota-en estado de letargo o de latencia- durante el prolongado periodo de sequía . 

Es entonces, continua Edilberto Ferrer Véliz, durante el clímax de cada pulso ambiental -periódico u ocasional-  cuando ocurre la producción de yemas, semillas, huevos o quistes que van a constituir la base biológica para desencadenar un nuevo “pulso”, como respuesta a una eventual bonanza, cuando las disponibilidades de humedad alcancen niveles aprovechables.  ¿No es acaso este proceso cósmico una metáfora de vida y muerte, una vivencia de sentido como la entiende Paul Ricoeur en La metáfora viva, (1975), que ha producido una ética y una cultura en los semiáridos del mundo y de Venezuela?

  Los desiertos y semiáridos han servido como escenario literario y poético para algunas de las frases más emblemáticas de la historia. Desde las antiguas civilizaciones hasta la literatura contemporánea, el paisaje desértico ha inspirado a escritores, filósofos, místicos y artistas a crear expresiones que perduran en el tiempo. Estas frases, cargadas de simbolismo y significado, nos invitan a explorar las profundidades del desierto, tanto físico como emocional, y a reflexionar sobre nuestra propia existencia en este vasto y enigmático territorio.

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Veamos como la vegetación xerofítica, expresada en el icónico árbol del dividivi (libidibia coriaria), hace escribir al guitarrista y escritor Alirio Díaz: “Cualquier gesto del viento o de la brisa bastaba para que, con el crujido entrañable de tus mismos brazos tarareases tu musical mensaje: un sonsonete reiterativo y sugestivo que debió asemejarse al que aprendieron hombres y pájaros de inmemoriales parientes tuyos”. Intensa “topofilia”, como se ve, tal como la entiende en su geografía humanística el sabio Yi Fu Tuan, que se transparenta en el maestro universal de la guitarrística nacido en el vientre profundo de la Otra Banda, el caserío de La Candelaria del semiárido larense venezolano, al oeste de Carora. 

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El paisaje del semiárido, dice el escritor caroreño Héctor Mujica, es un personaje central de la literatura larense, su poesía, cuentos y novelas. Singularísimo proceso de creatividad semejante al que podemos observar en el Gran Sertao del noroeste brasileño. Los más relevantes escritores y artistas del Brasil proceden de estas resecas y cálidas tierras del gigante brasileño, de modo semejante a como acontece en el semiárido larense venezolano. 

Luis Eduardo Cortés Riera

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