El informe destaca que los incendios, exacerbados por el cambio climático y fenómenos extremos como El Niño, fueron responsables de casi la mitad de las pérdidas forestales a nivel global, superando por primera vez a la agricultura como principal causa de deforestación.
“Estamos perdiendo el equivalente a 18 canchas de fútbol por minuto”, advirtió Elizabeth Goldman, investigadora principal del estudio. “Es una señal crítica de que los sistemas que regulan el clima global están al borde del colapso”.
La pérdida forestal en 2024 generó una emisión estimada de 3.100 millones de toneladas de CO₂, una cifra mayor a las emisiones energéticas anuales de toda India.
Brasil y Bolivia: epicentro del desastre
Entre los países más afectados, Brasil encabeza la lista con 2,8 millones de hectáreas de bosque tropical primario destruidas, dos tercios de las cuales se deben a incendios que muchas veces están relacionados con la expansión agrícola para cultivo de soja y ganadería.
“Aunque el gobierno de Lula da Silva logró avances en 2023 contra la deforestación, estos logros están en riesgo por la presión de la agroindustria”, señaló Sarah Carter, investigadora del World Resources Institute (WRI).
En segundo lugar, Bolivia sufrió la pérdida de 1,5 millones de hectáreas, triplicando los niveles del año anterior. Al igual que en Brasil, los incendios intencionados para habilitar terrenos agrícolas industriales fueron identificados como el principal motor de destrucción.
“La Amazonía sigue bajo amenaza, y los crímenes ambientales no pueden quedar impunes”, subrayó Ana Clis Ferreira, portavoz de Greenpeace Brasil.
Contrastes y nuevos desafíos
Mientras tanto, países como Indonesia y Malasia han mostrado mejoras gracias a políticas más estrictas sobre el aceite de palma. Sin embargo, el panorama global es dispar: el deterioro continúa en zonas como la República Democrática del Congo.
Los expertos advierten además sobre la emergencia de nuevas amenazas como la expansión de cultivos de aguacate, café y cacao, y la explotación minera de metales críticos, que podrían reemplazar a los tradicionales motores de deforestación conocidos como los «Big Four»: carne bovina, soja, aceite de palma y madera.
“Estamos entrando en una nueva era de presión sobre los ecosistemas. Las causas cambian, pero la destrucción continúa”, advirtió Rod Taylor, director de programas forestales de WRI.
Mirando hacia la COP30
La situación llega en un momento crucial: Brasil será anfitrión de la Cumbre Climática de la ONU (COP30) en noviembre, en la ciudad amazónica de Belén. La protección de los bosques tropicales se perfila como un tema central en la agenda internacional, donde se espera que los países más afectados y las potencias económicas acuerden mecanismos más efectivos de financiamiento, vigilancia y rendición de cuentas.
Mientras tanto, la comunidad científica insiste en que la preservación de los bosques no es solo una cuestión ambiental, sino una medida vital para frenar el calentamiento global, conservar la biodiversidad y garantizar la estabilidad climática del planeta.