#COLUMNA Soliloquios de café: “Es necesario activar nuestra conciencia ambiental” #22Jun

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A veces creo que se debe dramatizar sobre la realidad ambiental a la cual nos estamos acostumbrando en Venezuela, aunque soy un ser humano, espero no estar equivocado sobre las alertas que por un lapso mayor a los treinta y cinco años he venido realizando, son más de ocho los videos que he publicado en YouTube, he realizado asambleas, conferencias, conversatorios y, como novel moderador, me he arriesgado a realizar programas de televisión con panelistas de reconocida trayectoria, como ecologistas profesionales, profesores universitarios, doctores en cambio climático y hasta con directivos del extinto Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales, MARN.

Supongo que la defensa del ambiente es una cuestión que nos atañe a todos, se trata de la defensa de la preservación de la vida en la Tierra de Gracia”, en el país que ha sido comparado con el “Edén”.

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No sólo se viene devastando “Cerro Saroche” y el “semiárido larense”, la Cuenca del Río Tocuyo”, La “Sierra de Portuguesa”, el “Parque Nacional Terepaima” y/ o el “Valle del Turbio”, ahora tomo un llamado de alerta sobre la región que se dice ser la más antigua del planeta que está conformada por un equilibrio ecológico único, irremplazable e irrepetible.    

El Parque Nacional Canaima, patrimonio mundial de la humanidad, presuntamente, atraviesa una grave crisis ambiental y de destrucción. Informes publicados documentan cómo la minería ilegal, los incendios forestales, la expansión de especies invasoras y el turismo sin control han degradado de forma acelerada esta joya ecológica venezolana en las últimas dos décadas.

La situación es crítica. Presuntamente Canaima ocupa el segundo lugar entre las 173.461 áreas protegidas más irremplazables del mundo. Aun así, está siendo devastado por una combinación de amenazas nuevas y otras ya conocidas que han alcanzado proporciones alarmantes.

“La situación de Canaima sigue deteriorándose. Los incentivos económicos pesan cada vez más que los esfuerzos de conservación, lo que agrava el declive del parque”.

Se calcula que la minería ilegal en Canaima aumentó 1.300%. Según imágenes satelitales y seguimiento de campo, la superficie intervenida aumentó de 122 hectáreas en el año 2000 a 1.582 hectáreas en 2023, lo que representa crecimiento de más de 1.300%. Se dice que esta expansión se agravó desde la creación del Arco Minero del Orinoco en 2016.

En el último año, la huella minera en el parque creció en 73 hectáreas y se identificaron cinco nuevos sitios mineros y dos expansiones en zonas previamente intactas.

Se asevera que existen ya 129 emplazamientos mineros activos en Canaima, sin contar las balsas de dragado que son más difíciles de detectar por satélite. A esto se suman 24 nuevos enclaves mineros en la zona de amortiguamiento, una franja no legal de 10 kilómetros fuera del parque, más acentuado en el suroeste.

Los informes consideran que el fuego y la deforestación son otras aristas de la crisis.

Entre 2000 y 2022, al menos 65 hectáreas de bosque fueron destruidas por la minería. Pero el mayor impacto registrado por las ONG ocurrió recientemente: 82 hectáreas adicionales se perdieron solo entre 2023 y 2024.

Más de la mitad de la pérdida total de cobertura forestal ha ocurrido desde 2015, lo que coincide con la expansión de la minería.

Además, entre marzo y mayo de 2024, incendios forestales consumieron 69.400 hectáreas en el parque, con más incidencia durante la estación seca. Esto convirtió a Canaima en una de las áreas protegidas más afectadas por el fuego en el sur del país.

“Es esencial contar con programas bien financiados y con recursos adecuados para combatir esta amenaza”.

Turismo sin control y especies invasoras. Otra de las advertencias sobre la propagación acelerada de especies exóticas invasoras, sobre todo en zonas turísticas, caminos, centros administrativos y, de forma más alarmante, en las cimas de los tepuyes, que son ecosistemas aislados y extremadamente frágiles.

Estas especies están siendo introducidas por la actividad humana.

Por la magnitud del riesgo, se deben tomar medidas preventivas y/o correctivas.

“Estos cambios suelen ser difíciles o imposibles de revertir”.

El turismo, es una actividad que debería generar desarrollo sostenible, pero se convirtió en factor de presión ambiental sobre Canaima. En el monte Roraima se ha registrado la presencia simultánea de hasta 120 personas en la cumbre, más del doble del límite no oficial, de 50 personas, acordado entre las comunidades Pemón e Inparques.

En el sector occidental, donde está el Salto Ángel, los helicópteros privados hacen hasta ocho vuelos diarios, algunos con aterrizajes en la cima del Auyantepui, lo que también favorece la introducción de especies invasoras.

A pesar del flujo turístico y de nuevos guardaparques, el control del turismo es prácticamente inexistente.

“Es imperioso evaluar el estado del parque y se tomen medidas urgentes para detener su actual degradación”.

Maximiliano Pérez Apóstol

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