A Hugo Boscán, dedico
Este hombre es un verdadero fenómeno intelectual del periodismo y la literatura. Se convierte en una gloria de ambas actividades sin estudios académicos para ganar el Premio Nobel de Literatura en 1954.
Apenas cursa unos pocos semestres de la carrera de medicina y nada más que le permiten enrolarse como enfermero de la Cruz Roja durante la Primera Guerra Mundial.
Su caso plantea otra vez el polémico tema de los autodidactas y académicos en el ámbito del saber y la educación en que la propensión es a imponerse el ejercicio legal de las profesiones.
Un hecho entendible por formar parte del desarrollo inevitable de la sociedad que requiere la regularización de las diversas actividades del hombre.
Hemingway es el típico autodidacta que no debemos confundir con el empírico. Pues el primero afirma el estudio por cuenta propia mientras que el segundo lo niega para sumirse en el practicismo.
A un escritor le resulta más fácil acceder al periodismo por su dominio vocacional y natural de la palabra escrita que a veces sistematiza con estudios académicos. Es el caso de Mario Vargas Llosa graduado en letras o Albert Camus licenciado en filosofía.
En cambio Ernest Hemingway se afirma en la comunicación periodística y literaria sin los títulos de la educación formal superior.
Así se erige en uno de los principales oficiantes de la novela moderna y las innovaciones del periodismo estadounidense luego de la Primera Guerra Mundial.
El joven periodista y escritor se hace presente en un momento de la historia de radicales cambios en todos los órdenes luego de finalizada la Primera Guerra Mundial.
En el periodismo impreso es reclutado a los 21 años por el diario Toronto Star, cuyos directivos sabían de su talento como escritor y lo envían como corresponsal a Europa.
Entre 1920 y 1924 escribe notas, crónicas y reportajes que por su calidad literaria lo hacen un contenido perenne. Es lo que lleva a su estudio por parte del profesor de literatura y periodismo William White.
Luego, viene otra exitosa incursión en el Kansas City Star donde también se impone por la excelencia de sus escritos periodísticos.
En ambos observa rigurosamente las reglas redaccionales del periódico, entre otras la del extenso lead del periódico.
Pero lo hace poseído por la conciencia de escribir breve con un lenguaje vigoroso más el uso de verbos de acción y contundentes al estilo radial.
Lo demuestra en el final de su novela El viejo y el mar con un cierre al estilo radial: “El viejo soñaba con los leones marinos.”
El bisoño escritor que debuta en 1923, con el libro Tres cuentos y diez poemas, sin estudios académicos, lo reconoce cuando expresa: “Yo aprendì a ser escritor por mi mismo, sin tomar ningún curso.”
Es quien lúcidamente elabora una serie de normas sobre la creación literaria, de las cuales entre sacamos, entre otras, las siguientes:
- Es un trabajo difícil escribir sencillo
- Son pocos los que dominan el lenguaje
- Escribir debe ser una labor de amor o no se es escritor
- Los buenos escritores saben encontrar hechos significativos en los medios de información
- Lo màs difìcil para un escritor es mantener el vigor y la fertilidad de su imaginación
- Si el escritor deja de observar està acabado
- Los mejores libros son sencillos, directos y sin pretensiones intelectuales.
Esas actividades lo hacen una figura clave de la literatura moderna y las novedades en el periodismo de la primera mitad del siglo XX en Estados Unidos.
Es un artista de la literatura y el periodismo por su creatividad y sentido de la estética. Pero por sobre todo un singular autodidacta de ambos quehaceres.
Los libros: Publicado en Toronto (1920-1924) y Enviado especial recogen su labor periodística más relevante.
Julio es el mes de su natalicio (1889) y su trágica partida al suicidarse (1962).