“Todos tenemos que escalar en la vida una montaña. Llegar a la cumbre es cuestión de voluntad, perseverancia y fe; lo demás se obtiene por añadidura” (Amanda).
La doctora Milagros de García coordinadora en la UCLA de la asignatura Investigación y cuidado humano I, me invitó en días pasados a que diera una charla a sus alumnas de VII semestre de Enfermería sobre “La Escritura, necesidad de la lectura e importancia de la investigación” El encuentro que tuve con este grupo de inteligentes muchachas produjo en mí una grata impresión. Aprendí, porque siempre se aprende aunque se tengan mil años que los seres humanos guardamos en la memoria la riqueza de experiencias que en algún momento pueden servir a otros y ayudarlos en su desarrollo humano e intelectual. Primero aprendemos, luego enseñamos lo aprendido y a la vez vamos aprendiendo de aquellos a quienes enseñamos.
Surgieron las preguntas y estas fueron algunas de las respuestas: La vida es la escuela que siempre nos está enseñando. Más que saberse al derecho y al revés las teorías, más que utilizar necesarias y útiles herramientas en las investigaciones, lo mejor para estudiantes y profesionales es utilizar adecuadamente su cerebro. La investigación y la crítica obligan a deliberar, a pensar. Más beneficioso que sacar las mejores notas es comprender lo que se estudia. Mejor que buscar respuestas es aprender de los propios errores. Cuanto más se pregunte una cosa desde diversos puntos mejor se capta, se analiza y se asimila. No basta con decir soy profesional, también se necesita todo aquello que forma parte de la cultura general. No puedo, tal vez o mañana son expresiones negativas y pretextos que hay qué vencer, no existe mejor momento que hacerlo ahora. Nadie nace realizado; en un principio recibe la ayuda de los demás, luego él mismo se va haciendo, forja su personalidad y da sentido a su vida. Tener una profesión no es el único camino ni la forma de ganarse la vida, es un modo de vida. Para formarse juicios propios se necesita tener mucha sensatez. Al viejo lo alientan sus recuerdos, al joven sus esperanzas, alegrías y ganas de surgir. Documentarse, leer, buscar, escudriñar e investigar es lograr descifrar acertadamente lo que no podemos entender sin ayuda. “Dame una palanca y moveré el mundo- (Arquímedes).
Una de las alumnas preguntó: ¿Qué gracia tiene para alguien escribir si todo ya está escrito en los libros? Porque las ideas no tienen dique, porque en la vida es mejor ser extenso que breve, dar que recibir, ser paisaje que hierba. Escribir es un reto y los retos no se rehúyen, se enfrentan, que los caminos existan no significa que no podamos ampliarlos. Una gota más para la fuente del conocimiento no dejará que se seque su caudal. Mientras más se lee más se aprende, mientras más se sabe, más se puede enseñar. Se escribe porque siempre se tiene algo que decir y comunicar, o sencillamente porque no queremos que nuestro paso por la vida haya sido inútil, por eso muchos de nosotros escribimos.
La vivencia de este encuentro significó para las jóvenes -según sus palabras- nutritiva enseñanza, despertó el interés en otras cosas que forman parte de la vida y a las que muchas veces nos se les da importancia. Para ellas la charla dentro de su sentir y reflexión significó lo maravilloso que es tener la vocación de servir, amar lo que se hace, aprender a crecer superando el sufrimiento, conocerse uno mismo como parte del desarrollo personal, hacer a un lado los obstáculos, dar valor a lo grato que es un momento compartido, apreciar las enseñanzas que deja la lectura, saber que no hay dicha más grande que la de poder disfrutar la gloria de los vuelos libres, ser consientes de que el éxito es el resultado del esfuerzo, que en momentos indecisos no hay como acudir a la conciencia, poder compartir ideas y lecturas, entender lo valioso de los valores humanos, los principios y la fe en Dios, el derecho que se tiene de poder mirar con optimismo el futuro, aprender de la experiencia de otros, ser estímulo, no dejar perder la esencia espiritual, compadecerse del dolor de los demás y ayudarlos, tener por último la satisfacción de haber escogido una profesión dedicada al servicio de la humanidad a tiempo completo.
El inmenso océano del saber, invita a mantener la curiosidad de nuestro remo cerebral escudriñando e investigando en el espejo de sus aguas cristalinas y profundas.
