“No es cuánto dinero ganas, sino cuánto dinero conservas, qué tan duro trabaja para ti y cuántas generaciones lo conservarán.”
Robert Kiyosaki, autor de Padre Rico, Padre Pobre.
Un coach puede ayudarte a entender este principio y convertirlo en una estrategia financiera.
Muchos emprendedores se lanzan al mundo de los negocios impulsados por la pasión, la creatividad o el deseo de independencia. Sin embargo, a menudo se olvidan de uno de los pilares más importantes para alcanzar la libertad: una relación inteligente con el dinero. Tener ingresos no garantiza riqueza. Saber gestionar esos ingresos y transformarlos en activos sostenibles, sí.
Aquí es donde un coach se vuelve esencial. Más allá de apoyar en objetivos estratégicos o personales, el coach puede ayudar al emprendedor a cambiar su mentalidad respecto al dinero, tomar decisiones más sabias y construir una base sólida de independencia financiera a largo plazo.
Uno de los errores más comunes entre emprendedores es enfocarse únicamente en generar ingresos, sin prestar atención a cómo se utiliza ese dinero. Gastos innecesarios, mala planificación fiscal o inversiones impulsivas pueden llevar a que, aunque se facture mucho, se termine perdiendo todo.
Muchos emprendedores arrastran creencias limitantes sobre el dinero, como que “el dinero es malo”, “es difícil de conseguir” o que “los ricos no son felices”. Estas ideas, muchas veces inconscientes, influyen negativamente en la toma de decisiones.
Un coach ayuda a identificar y reformular esas creencias, promoviendo una visión del dinero como una herramienta al servicio de los sueños y la estabilidad personal. Al trabajar con un coach, el emprendedor aprende a ver el dinero como un aliado y no como una carga o una fuente de ansiedad.
Napoleon Hill, en su clásico Piense y hágase rico, lo expresa así: “La falta de dinero no es el problema; es la falta de propósito con respecto al dinero lo que lleva a la pobreza.”
Muchos emprendedores creen que su meta es “trabajar por cuenta propia” o “ganar más”, pero no reflexionan sobre lo más valioso: dejar de trabajar por obligación. La independencia financiera implica llegar a un punto en el que tus activos —inversiones, propiedades, sistemas automatizados— generan suficiente ingreso pasivo para cubrir tu estilo de vida.
Un coach puede ayudarte a planificar ese futuro desde hoy. Con una visión estratégica, establece junto al emprendedor metas de ahorro, inversión, diversificación y crecimiento sostenible.
Tony Robbins, reconocido coach y autor, señala: “Algunas personas ganan miles de dólares al mes y están quebradas. Otras ganan menos, pero han aprendido a poner su dinero a trabajar.” Esta diferencia no está en cuánto se gana, sino en la conciencia y el control financiero.
El coach también actúa como una especie de auditor personal: ayuda a revisar en qué se va el dinero, qué gastos son innecesarios, y cómo redirigir esos recursos hacia oportunidades de crecimiento. Aprender a decir “no” a gastos impulsivos o poco rentables es una habilidad fundamental que se cultiva con acompañamiento y autoconciencia.
Peter Drucker decía: “Lo que no se mide, no se puede mejorar.” Un coach enseña al emprendedor a medir sus finanzas, a evaluar riesgos y a usar el dinero con inteligencia y propósito.
Definitivamente, el coaching financiero no se trata solo de hacer presupuestos. Se trata de construir libertad. Con la ayuda de un coach, el emprendedor aprende a tomar el control de su dinero, a invertir con sabiduría y a trabajar con una visión de largo plazo.
Porque en diez o veinte años, lo ideal no es seguir luchando para vivir, sino tener la vida que deseaste gracias a las decisiones financieras que tomaste hoy. Y ese camino es mucho más claro —y alcanzable— cuando no lo recorres solo.
Continuará…
Italo Olivo
www.iolivo.com